Pensamiento

La teología natural de Newton y la observación del entorno

John Henry

04/01/2022 - 05:10

 

La teología natural de Newton y la observación del entorno
A lo largo de sus estudios, Isaac Newton empieza a desarrollar su propia noción de espacio absoluto / Foto: cortesía

 

Incluso en su primer ejercicio de filosofía natural, el cuaderno de notas universitario titulado “Quaestiones quaedam Philosophicae” (Ciertas cuestiones de filosofía), escrito entre 1664 y 1665, Isaac Newton obviamente consideró que la discusión de Dios efectivamente pertenecía a la filosofía natural. En una breve, pero reveladora, entrada “Sobre Dios”, Newton declara que el mundo debió haber sido creado por la inteligencia divina. Esto lo llevó a la entrada “Sobre la Creación” en la que afirma que Dios creó la materia de la nada y que, luego, la modificó para crear entidades individuales. Aquí procede primero refiriéndose a la Biblia y, luego, interpretándola a la luz del argumento razonado. De manera similar, en la sección siguiente, usa la naturaleza de la memoria, e incluso de la percepción, para argumentar la naturaleza inmaterial del alma humana.

La presencia de tales artículos en un cuaderno de notas sobre filosofía natural no debería considerarse como inusual. La filosofía natural siempre se había considerado como una sierva de la llamada “reina de las ciencias”, la teología. Generalmente se asumía que sólo podía haber una verdad. Cualesquiera que fueran los fenómenos que mencionaban las Escrituras, se asumía por tanto que la correcta filosofía natural los confirmaría, o al menos no se opondría a los pronunciamientos bíblicos.

Además, mientras que Newton crecía y aprendía filosofía natural, difícilmente podía dejar de ser afectado por el nuevo y floreciente movimiento de filosofía natural en Inglaterra hacia lo que se llegó a denominar teología natural. Este movimiento era un intento por establecer la existencia de algunos de los principales atributos de Dios a través del estudio de Su Creación. Entre los primeros trabajos de esta influyente tradición estaban “Darknes of Atheism dispelled by the Light of Nature” (La oscuridad del ateísmo disipada por la luz de la naturaleza, 1652) de Walter Charleton, descrita por su autor como un “tratado físico-teológico”, y el “Antidote against Atheism” (Antídoto contra el ateísmo, 1653) de Henry More. El trabajo de estos dos autores era bien conocido para Newton, y More, siendo miembro del Christ College y ya una figura líder en Cambridge cuando Newton llegó como joven estudiante, fue una influencia particular sobre él. En consecuencia, difícilmente puede causar sorpresa que Newton debiera haber considerado su propia filosofía natural como una forma de comprender la naturaleza de Dios a través del estudio de la Creación.

La teología natural juega un papel prominente en uno de los más tempranos, y más notables, ejercicios de filosofía natural. El tratado manuscrito de Newton intitulado “De gravitatione et aequipondio fluidorum” (Sobre la gravitación y el equilibrio de los fluidos) fue uno de los primeros intentos, como lo señaló, de tratar con un tema “mediante dos métodos”, matemática y físicamente (o filosóficamente). Este fascinante trabajo escrito probablemente a finales de la década de 1660, o sea como fuere antes de 1672, desarrolla no obstante ideas que Newton continuó sosteniendo y usando mucho después en su carrera. La mayor parte de este tratado, que nunca se completó, tiene que ver con una digresión sobre la naturaleza del espacio y el cuerpo. Tomando como punto de partida una crítica a los argumentos cartesianos sobre la naturaleza relativa del movimiento, Newton empieza a desarrollar su propia noción de espacio absoluto que, luego, llegaría a ser característica de la cosmología newtoniana. Newton señala la contradicción de la posición cartesiana entre los argumentos que dependen de una tendencia de los cuerpos a alejarse del centro sobre el que giran (el efecto de honda) y que afirma que la Tierra y los demás planetas no se mueven debido a que, como parte del vórtice giratorio del sistema solar, permanecen rodeados de la misma materia. Conforme a la definición cartesiana de movimiento, la cual requiere que un cambio de lugar debe determinarse por la variación de posición de los cuerpos circundantes, si la materia circundante permanece la misma, en consecuencia, no puede decirse que haya ocurrido un cambio de lugar, o movimiento. (El principio de Descartes aquí tiene que ver con el rechazo a una afirmación categórica del movimiento de la Tierra en vista de la condena al copernicanismo por parte de la Iglesia Católica Romana). Sin embargo, para Newton la fuerza centrífuga demostraba la realidad del movimiento, y la naturaleza absoluta del espacio, argumento que habría de desarrollar en los “Principia” con su famoso “experimento mental” del cubo con agua giratorio. Mientras más rápido gira el cubo, más se eleva el agua por los bordes para asumir una superficie cóncava. La superficie, Newton insistía, demostraba el movimiento absoluto del agua, aunque Descartes pudiera afirmar que el agua estaba en reposo debido a que se movía conjuntamente con la superficie circundante del cubo.

Por tanto, es claro que, desde sus inicios, Newton creía que una correcta apreciación de la naturaleza del espacio era crucial para “establecer los verdaderos fundamentos de las ciencias mecánicas” que lo que se podría fundamentar en las nociones cartesianas de extensión. Y, no obstante, lo que seguía en “De gravitatione” tenía que ver mucho más con Dios y su relación con el mundo, que con los fundamentos de las ciencias mecánicas. El espacio no es una sustancia ni un accidente, decía Newton, sino que es, desechando la relevancia tradicional de las categorías aristotélicas, “un efecto emanativo de Dios” coeterno con Dios y prerrequisito necesario para todo ser.

Ningún ser existe o puede existir sin que esté relacionado con el espacio de alguna manera. Dios está en todas partes, las mentes creadas en algún lugar, y el cuerpo en el lugar que ocupa; y lo que no está en todas partes ni en ningún lugar, no existe”.

Newton insiste en que en que no es posible “pensar que el espacio no existe”. Lo que quizá es más notable que el concepto de espacio de Newton es la teoría íntimamente relacionada del cuerpo. Admitiendo desde el principio que la noción de cuerpo es especulativa, Newton no obstante insiste en que “está en el poder de Dios”. Sugiere que el cuerpo puede no ser más que una parte del espacio que Dios, por un acto de voluntad, hace impenetrable:

“Si ejerciera este poder... parece imposible que no debiéramos considerar que este espacio es verdaderamente un cuerpo, a partir de la evidencia de nuestros sentidos… pues será tangible debido a su impenetrabilidad, y visible, opaco y coloreado debido a la reflexión de la luz, y resonará cuando se golpee”.

 

John Henry

Universidad de Antioquia

Acerca de esta publicación: el artículo “ La teología natural de Newton y la observación del espacio ” de John Henry , corresponde a un capítulo del ensayo académico publicado anteriormente bajo el título: “ Isaac Newton:ciencia y religión en la unidad de su pensamiento ” por el mismo autor.

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