Periodismo

La historia de Louis Rougemont: el mayor mentiroso de la tierra

Vicente Orts

02/08/2023 - 00:08

 

La historia de Louis Rougemont: el mayor mentiroso de la tierra
Louis Rougemont montando una tortuga / Foto: Corbis Images

 

La asombrosa historia de Louis Rougemont se publicó por primera vez en la revista londinense “Wide World Magazine” en 1898. El siglo XIX es una época de grandes aventuras y descubrimientos a lo largo y ancho del planeta. Los relatos de lejanas tierras cautivaban a las personas con sed de conocer. Hay todavía muchos lugares del planeta sin descubrir y es en este ambiente en el que Louis Rougemont encuentra a su público con sus crónicas y mentiras, algunas de ellas realmente disparatadas.

Su verdadero nombre fue Henri Louis Grin. Nació el 12 de noviembre 1847 en Gressy, cantón de Vaud, Suiza, hijo de Antoine Samuel Emanuel Grin, agricultor, y su esposa Jeanne Perret. Posteriormente, su familia se mudó a Yverton donde trabajó con su padre y a los 16 años fue ayudante de la actriz Fanny Kemble con quien aprendió inglés con fluidez. Entre 1870 y 1874 estuvo en Londres y en 1875 viajó a Australia como mayordomo del nuevo gobernador Sir William Robinson, pero su esposa encontró muy mal educado y ambicioso a Henri y lo despidió al cabo de cinco meses.

Con esta nueva situación tuvo que buscarse la vida y se hizo con un pequeño barco, el Ada, para buscar perlas pero en febrero de 1877 lo dieron por desaparecido, encontrándose, unos meses después, restos del naufragio en Cooktown, Queensland.

En mayo de 1880 Henri llegó a Sydney donde contó que había navegado a más de 4.828 kilómetros de Fremantle y que fue el único superviviente del ataque de unos indígenas de la Isla Lacrosse. En esta nueva etapa se casó con Eliza Jane Ravenscrof el 3 de abril de 1882 y ya cambió su apellido “Grin” por el de “Grien”. Trabajó de camarero, friegaplatos, vendedor inmobiliario y principalmente de fotógrafo. Tuvieron siete hijos.

Esa vida de padre trabajador con familia numerosa no era de su agrado, al parecer, y a principios de 1897 Henri abandona a su familia, roba una copia del diario de un bosquimano, Harry Stockdale y se encamina a Nueva Zelanda y después llega a Inglaterra en marzo de 1898.

Ya en Inglaterra adoptó su nombre de guerra: Louis Rougemont y llamó al periodista Sir John Henniker Heaton, yerno de Samuel Bennett, propietario del periódico “Empire” y de “Evening News “ muy famosos en Australia, quien le dio una carta de presentación para el editor de una nueva revista: “Wide World Magazine”. Consiguió convencer al editor para que editara por capítulos su experiencia con los aborígenes del noroeste y centro de Australia durante 30 años. Y así, de agosto de 1898 a mayo de 1899 se relataron “Las aventuras de Louis Rougemont contadas por él mismo”.

Con el furor ocasionado por la publicación de sus aventuras, en septiembre de 1898, dio varias charlas en las secciones de geografía y antropología de la “British Association for the Advancement of Science” y no era para menos ya que se contaba la fascinante historia de su matrimonio con una mujer indígena que estaba embarazada y cuando nació su hijo se comió al bebé para tener suficiente leche para amamantar a Rougemont, que en ese momento se encontraba muy enfermo luchando entre la vida y la muerte. Explicaba también cómo encontró, en 1874, al explorador perdido, Alfred Gibson, justo antes de que muriera intentando cruzar los desiertos del oeste de Australia.

Relató cómo aprendió a cabalgar sobre tortugas gigantes de 270 kilos; cómo un pulpo gigante estuvo a punto de llevar al barco donde estaba al fondo del mar y cómo fue tratado y adorado como un dios viviente por los aborígenes de aquellas tierras donde llegó a ver Wombat voladores, una especie de koala de patas cortas. Hablaba también del susto que se llevó cuando fue atacado por un terrible monstruo marino con la cabeza peluda y grandes bigotes, pero que pudo escapar y de cómo constantemente los tiburones estaban revoloteando alrededor de los buzos indígenas que recogían perlas para él. Del tipo de animales que había en aquellas tierras: una especie de canguros que podían trepar a los árboles, palomas gigantescas, y también contaba que se había curado de una fiebre durmiendo dentro de un búfalo muerto.

Llegó un momento que sus historias ya no se podían tomar en serio, pero él se escudaba en que había firmado un contrato de confidencialidad con los aborígenes para no revelar la ubicación de las tribus y los tesoros que allí había. Ocurrió que en septiembre de 1898 el “Daily Chronicle” publicó que un tal F.W. Solomon reconoció a Rougemont pero que se le presentó en su momento como un empresario llamado Louis Grin. En ese momento Rougemont escribió al periódico con su nombre verdadero de Henri Louis Grin indignado por confundirlo con semejante personaje.

Ya eran muchos los que desconfiaban de tales barbaridades, e incluso el aventurero y escritor Louis Becke comenzó a dudar de Rougemont, así como el periodista del “London Daily Chronicle” D.W. Carnegie, que se enteró que en el periódico “Sydney Evening News”, Eliza, la esposa de Henri Louis Grien, a la que había abandonado con sus siete hijos años antes, lo había reconocido en un artículo de la revista “Wide World” titulado: “Grien on Rougemont; Or, the Story of a Modern Robinson Crusoe (London, 1898)” donde se hacía una descripción de Louis Rougemont.

En 1899 viajó a Sudáfrica con una representación de sus aventuras llamada “el mentiroso más grande de la tierra” y en 1901 apareció en Australia representando un music-hall similar siendo abucheado por el público.

Reapareció en julio de 1906 en el hipódromo de Londres con un espectáculo montando tortugas tal como lo describió unos años antes en sus historias.

Durante la Primera Guerra Mundial, reapareció como inventor de un substituto inútil de la carne.

Se volvió a casar con Thirza Ann Wolf el 28 de julio de 1915 usando el nombre de Louis de Rougemont, y divorciándose un tiempo después. Finalmente, murió con la identidad de Louis Redman, en Londres el 9 de junio de 1921 y fue enterrado en el cementerio de Kensal Green.

 

Vicente Orts 

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