Pueblos

La lengua wayúunaiki y la resolución de conflictos en el pueblo wayúu

Nicolás Polo Figueroa

08/09/2021 - 05:20

 

La lengua wayúunaiki y la resolución de conflictos en el pueblo wayúu
Integrantes del pueblo wayúu en un momento de la vida cotidiana / Foto: Etnias del mundo

 

De acuerdo con el artículo 10° de la Constitución Política de Colombia, las lenguas aborígenes son lenguas oficiales en sus territorios. En consonancia, el wayúunaiki es, además del castellano, lengua oficial del territorio guajiro. Una decisión que fue ratificada por la ordenanza 0002 de 1992 de la Asamblea del Departamento de la Guajira. En cuanto a su vitalidad, esta se ve reflejada en el uso de la lengua en las reuniones tradicionales de la etnia: entierros, matrimonios, recepción de la palabra, procesos de compensación, círculos de la palabra. En estos espacios públicos, el empleo del wayúunaiki es obligatorio puesto que, como lo consigna Mejía (2011), es la lengua que “permite codificar, significar y comunicar los espacios de representación propios del mundo étnico” (p. 74) e incluso soñar, como lo expresa una de sus informantes: “Yo sueño solamente en wayúunaiki pues de esa manera es que me hablan mis abuelos para ayudarme a entender lo que me va a ocurrir” (p.101).

En la actualidad, hay más de 200 mil wayúu que son monolingües; se comunican en dos de los dialectos reconocidos de la lengua el wuimpeje’ woto, es decir, arribero (alta Guajira), y el wopuje’voto, abajero (baja Guajira); son dos formas dialectales diferenciadas por ciertos rasgos fonéticos y léxicos cuyas características no impiden la comunicación fluida entre sus hablantes (Ramírez, 2008). Por otra parte, de los otros 400 mil no se conoce quiénes son hablantes del castellano y el wayúunaiki; es decir, quiénes son bilingües.

La comunicación entre los monolingües es de naturaleza oral; no obstante, hay un sistema de escritura que se está empleando a partir de la propuesta de la asociación lingüística indigenista de Venezuela.

Según la descripción de Mansen y Captain (2000), el sistema fonológico del wayúunaiki consta de 22 fonemas que han sido representados por 22 letras. En el sistema propuesto, buscaron equivalencias con la lengua castellana. Consta de una vocal más que en castellano, la ü (pronunciada entre la u y la i), como en: anasü ‘bueno’, aürütsü ‘flaca’. Tienen dos fonemas consonánticos propios: la sh pronunciada como la sh inglesa, en palabras como: shupe ‘jején’, shiol o jo ‘sombra’; la w una consonante, como la u castellana antes de otra vocal como en hueso (muchas veces pronunciada como queso), en palabras como waya ‘nosotros’, wopü ‘camino’. En cuanto al aspecto morfo-sintáctico, a esta lengua la clasifican como aglutinante.

El diálogo en la solución de conflictos en la etnia

Para el wayúu, nunca faltan las situaciones conflictivas; estas son parte esencial de su cotidianidad; pero, por más difíciles que sean estas, siempre es posible solucionarlas mediante el diálogo amplio y sincero en el que brille siempre la verdad. La premisa básica de ese diálogo es proseguir y proseguir conversando; no importa cuán lejanas estén las posiciones, por lo general, logran llegar a un acuerdo. Por eso, constituye una verdadera ocasión de la vida de la gente de la etnia, poder escuchar cómo argumentan las diferentes partes involucradas en la situación conflictiva y cómo a través del diálogo, el pütchipü’üi, se logra acercar las posiciones de las familias enfrentadas. Vale la pena señalar que las dos familias nunca se encuentran cara a cara; la relación es a través del palabrero, quien lleva la palabra mediadora y el pütchipala, la voz cantante de la familia que recibe la palabra.

Para la realización de ese diálogo, cada una de las partes reúne a sus familiares y allegados en la enramada de su ranchería. El alaü’la o tío materno de la familia agredida, es la persona que lleva la voz de la comunidad; expone cuál es la situación y las exigencias que la familia ha acordado. Las peticiones del alaü’la son reafirmadas por otros miembros del clan. Por su parte, la familia agresora, una vez notificada de la visita del pütchipü’üi, lo espera en la enramada de su ranchería. La palabra la recibe el pütchipala, tío materno y autoridad del clan. A él se dirige el pütchipü’üi: le explica el motivo de su visita, precedida de una introducción en que predomina la función fática del lenguaje.

Si bien el diálogo se realiza entre el pütchiü’üi y el püchipalas, las autoridades de las familias agredidas y agresoras no se encuentran cara a cara durante las varias reuniones que conducen a la solución del conflicto. En este diálogo, pueden intervenir los demás miembros de las familias para corroborar los argumentos de sus respectivos pütchipalas. Allí, las partes únicamente se expresan en lengua wayúunaiki. En los casos en que hemos asistido a estos eventos, algunos palabreros tienen la gentileza de hablar algunos apartes en castellano para que los invitados pudiéramos seguir el curso de la discusión.

Otra de las ocasiones en que opera el diálogo fluido es en los “círculos de la palabra”. Estos son verdaderos certámenes del dominio de la palabra en que, con el horizonte abierto de las enramadas, conversan en lengua wayúunaiki sobre los múltiples aspectos y aristas de su cultura y de los avatares que sufren al contacto de la cultura judeocristiana dominante. El propósito de estos festines de la palabra, es lograr el consenso y “el acuerdo intercultural desde la autonomía y el fortalecimiento de la cultura” propia. En estos eventos, buscan la participación activa de todas las autoridades, en especial, los ancianos, portadores del saber ancestral de todas las regiones de la Guajira. La disposición de los miembros es la circular, símbolo de cómo el conocimiento se origina en los miembros de la etnia y se cierra en la misma; una disposición que se encuentra en la gran mayoría de las manifestaciones culturales de los wayúu.

 

Nicolás Polo Figueroa

Universidad Sergio Arboleda, Colombia

Acerca de esta publicación: el artículo “ La lengua wayúunaiki y la resolución de conflictos en el pueblo wayúu ” de Nicolás Polo Figueroa, corresponde a un capítulo del ensayo académico publicado anteriormente bajo el título: “ La palabra en la cultura wayúu ” por el mismo autor.

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