Turismo
San Diego, una perla en el Cesar

El departamento del Cesar cuenta con un número apreciable de municipios que se esfuerzan por cuidar su apariencia y sus expresiones culturales. Pero entre todos ellos, quizás el que más destaque sea el de San Diego que, desde muchos años atrás, ha emprendido un difícil pero exitoso camino para transformarse en uno de los lugares más acogedores de la región.
A poco más de 20 kilómetros de Valledupar, en la carretera que pasa por la ciudad de La Paz, su entrada nos sonríe favorablemente. Enseguida nos interpela el esmero dedicado a sus andenes y sus vías.
Más allá del Parque recreacional –que antaño servía de lugar de entretenimiento y que, poco a poco, ha ido olvidándose–, San Diego sorprende por su limpieza y civismo. Es uno de los pocos lugares donde la accesibilidad de sus calles ha favorecido la circulación de los transeúntes y donde las sombrillas se abren un camino en pleno día. Un título que bien se le podría dar es el de ciudad de las sombrillas.
Pero no es el único título porque, al estar localizada en las estribaciones de la Serranía del Perijá, San Diego también se ve impregnada de una indecible tranquilidad. Un sosiego y una apertura que se reflejan en el hablar de la gente y su hospitalidad.
La Plaza Francisco Becerra Arzuaga es el escenario de los grandes acontecimientos municipales y un lugar de encuentro ameno. En frente de una de las iglesias más hermosas del departamento con su blancura celestial –la Iglesia del Perpetuo Socorro–, los bancos y las sombras de los árboles ofrecen espacios para cultivar la palabra en pleno día.
La plaza acoge también una de las fiestas más intensas y bellas de la región. Durante la Semana Santa de San Diego se entrelazan y florecen una suma de sentimientos y esfuerzos colectivos para mantener intacta la memoria del pueblo.
Al lado opuesto de la plaza, reluce un cementerio que tuvo su tiempo de gloria y que, lastimosamente, ha ido perdiendo su influencia. Éste es un lugar de interés para el visitante, sobre todo durante las procesiones que transforman cada esquina en una fuente de vida.
Pero el fervor de la ciudad no sólo se limita a la Iglesia y sus alrededores. La casa de la Cultura y sus ladrillos rojizos se han convertido en un punto muy significativo de la ciudad y un símbolo de su sensibilidad cultural.
En este edificio se encuentra el recién estrenado centro de memoria donde se rescata, entre otras cosas, la historia del pueblo de Los Tupes, gran centro poblacional y ceremonial de los indios del mismo nombre, que aún en el siglo XVIII, tenían en la región presencia viva y dinámica.
También se organizan otras múltiples actividades culturales. No olvidemos que en San Diego nacieron diversos movimientos literarios y poéticos, y que esa inquietud sigue hoy palpable entre los sandieganos. La poesía es uno de los productos más preciados de esta tierra donde las noches de luna llena albergan un sentido propio.
Así pues, San Diego representa una parada ineludible para el turista. En este pueblo se hallan reunidas las grandes cualidades de una tierra cálida y talentosa que aspira a mantener viva la llama de sus tradiciones.
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