Ocio y sociedad

Bailaré hasta que me muera

Álvaro Rojano Osorio

09/01/2024 - 01:35

 

Bailaré hasta que me muera
Pablita Bolaño Machacón / Foto: archivo del autor

 

“¡Ajá, mijo!”, me dijo Pablita (Bolaño) Machacón al verme llegar a la puerta de su casa. “Tiempos sin verte”, señaló. “Así es, vieja. Y usted, ¿cómo está?”, le respondí.  “Aquí, jodida”, me respondió mientras ocupaba una silla plástica de la que se puso de pie y se hizo a un lado, para, de esa manera, invitarme a que me sentara.

Era de tarde, el sol era el del ocaso. Un árbol de Neem, ubicado en el frente de su vivienda, se enfrentaba al verano que quería despojarlo de su follaje. Verano que lo había derrotado en su empeño de conservar el verdor de sus hojas. Debajo de él nos ubicamos, ella de pie, yo sentado.

Pues sí, jodida con un dolor en la columna. Lo dice mientras se agarraba la cintura con ambas manos, como tratando de explicarme, de esa manera, lo que sentía. Entonces, al escucharla, la imaginé con limitaciones para caminar, sin poder ir por las calles, como siempre lo ha hecho, levantando los glúteos al andar, como si estos la impulsaran a transitar de forma acelerada.

“Estoy tomando medicina para ese dolor, la que me recomendó el doctor Lindao. Por ahí, Silfredo me ha dicho que tome unas aguas de unas plantas y unos bejucos, pero aún no lo he hecho”.

“Pablita, ¿entonces ya no puedes bailar?”. “¡No señor! ¡Yo voy a seguir bailando y lo haré hasta que muera!”. Lo dijo quitando las manos de su cintura para posarlas sobre el tronco del árbol y, de espalda, recostarse sobre ellas, quedando colocada de tal forma que parecía hacer parte del Neem. “¿Cómo voy a renunciar a lo que siempre he hecho?”

Mijo, mis relaciones con el baile comenzaron en mi niñez, cuando me iba detrás de mamá, Pabla Machacón, a verla, en diciembre, bailar pajarito; cumbia en las fiestas de San Pablo; baile de negro en carnavales. Después, al hacerme una mujercita, hice parte de las que bailaban en las ruedas de baile. Lo hacía como lo aprendí de mama, de Mercedes Palacín, de Mercedes Martínez, de Ofelia Tapia, de las Ospino, de Olimpia, Rosario y Digna Martínez, de María Pacheco, de Antonia Manga, de Tulia, de Graciela Ripoll, que eran las mayores.  

Ellas me enseñaron que cada música tiene su forma de bailar, me indicaron la manera de mover los pies. Me señalaron cómo debía lucir y mover la falda al danzar. Ahora a las bailadoras les cae es un brinca, brinca, un coge para acá y para allá, un movimiento sin elegancia de las faldas.

Ya siendo adulta, seguí bailando al lado de mama, de las bailadoras que mencioné. Además, las vi envejecer y alejarse de las ruedas de baile, y las acompañé a sus sepelios, sin que hubiera para ellas un homenaje, unas palabras de agradecimiento por lo que hicieron por la música en Pedraza.

Además, observé el marchitamiento del pajarito, la desaparición de la tradición de bailarlo el 24 y 25 de diciembre. Me aferré a la cumbia, la que bailábamos del 24 al 27 de enero, hasta que los picot la reemplazaron. Entonces me quedaron los carnavales para bailar negro, lo hicimos hasta que mi hermano Rafael se sintió cansado y abandonó la interpretación del llamador.

De las viejas bailadoras de pajarito y cumbia solo quedamos Diamantina Becerra, María Antonia Marchena y yo.  Ellas ya no bailan, yo sí, pese a mis 87 años. Lo hago al son de la música de los picot en diciembre, enero, los carnavales y en San Martín de Loba.

¡Oye, oye! Ya vas para el encanto. Le gritó a un niño que caminaba frente a nosotros, y se dirigía hacia una vivienda de los Cuero de Zorra. Él no se detuvo Pablita seguía recostada al Neem. Su interés por el menor me sirvió para despedirme justificando mi partida con el anuncio de que me dirigía a visitar a Alejandro Ospino, el último cantador de pajarito y son de negro de Pedraza. A bueno mijo, que te vaya bien.

 

Álvaro Rojano Osorio

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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