Opinión
La nostalgia no se parece al agua
La palabra nostalgia, fue creada por el médico suizo Johannes Hofe, quien había observado en muchos de sus pacientes un complejo síndrome caracterizado por sentimientos encontrados de dolor, añoranza y anhelo de regreso a determinado momento que en la representación psíquica de los pacientes, se asociaba a sentimientos de comodidad, placer y realización.
El término no obedece a una invención arbitraria, ya que su etimología se nutre de las raíces griegas nostos (regreso) y algos (dolor), por lo cual literalmente nostalgia significa el dolor asociado al deseo incumplido del regreso.
En casi todas las lenguas, hay palabras con un equivalente semántico como “saudade”, que en portugués denota casi idéntico significado; añoranza, (del catalán ayorar, ignorar) que alude al dolor que genera la pérdida irreversible de algo que se ha amado. En inglés, homesickness; en islandés, söknudur; en checo, una frase popular es styska se mi po tobe: “te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia" (Citada por Kundera en "La Ignorancia")
Más allá de la semiología de la palabra y de su sonoridad poética, la nostalgia, tradicionalmente se ha asociado al dolor que produce la reminiscencia de hechos pasados; no obstante, en la práctica, también existe una nostalgia de lo que pudo ser; de esas posibilidades que existieron en el imaginario y se materializaron talvez en una dimensión onírica y, por eso, ya cumplieron con su esencia de acontecimientos, aunque no hayan tenido su correlato en la realidad material.
Se puede sentir nostalgia de las calles que no se recorrieron; de las palabras no dichas; de los sueños que no se compartieron; de los silencios repletos de significados; de los abrazos inhibidos y los besos reprimidos. De las distancias que no se superaron; de las palabras que se quedaron en el plano intencional de alguna noche de insomnio y nunca vieron la luz.
La nostalgia no necesariamente se ubica en un marco espacio temporal que tuvo lugar en la realidad. Puede tener como escenario la ciudad imaginada, la que dejó espacios sin develar y espacios vedados para ser recreados desde la capacidad de recordar y que por eso pasó sin dejar huella ni permitir ninguna impronta.
El tiempo, no se supedita a un momento en particular. Puede reinventarse y extinguirse o convertirse en un paréntesis cuyo contenido resulta impredecible.
En últimas, la nostalgia, independientemente de su etiología, tiene sabor a celebración; a vino añejo que se renueva; a vida; huele a perfume de eternidad, a inmortalidad, a ideal. Es polícroma y llena de matices y significados como la vida misma.
En síntesis, la nostalgia no se parece al agua porque nunca será insípida, ni incolora, ni inodora y tampoco sirve para clamar la sed...
Sandra Lorena Flórez Guzmán
@slflorezg
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