Opinión
34 años después: un nuevo Nobel para Colombia
Colombia no recibía desde hace 34 años un premio Nobel, el primero fue otorgado a las letras y al realismo mágico de Gabriel García Márquez en 1982, y tres décadas después, vuelve a brillar el codiciado galardón en la figura de premio Nobel de Paz.
Hay algo que nos llama la atención y, tiene que ver precisamente con la isla de Cuba, quien ha sido protagonista en los dos premios, el primero, la entrañable amistad de Gabo con Fidel Castro y, ahora, la misma Isla fue testigo de la firma del acuerdo de paz, una relación que para muchos puede pasar desapercibida y de poca trascendencia, pero que en el fondo tiene otros matices.
El hecho contundente, es que hoy Colombia, ostenta dos premios Nobel, y aunque siempre hay detractores y desacuerdos con la decisión tomada por el comité evaluador noruego, lo cierto es que nuestro país está en la mira de todo el mundo. El trabajo que viene realizando el presidente Santos, en tratar de cerrar un capítulo de violencia de más de medio siglo, recibe el reconocimiento internacional y el espaldarazo de un premio, convirtiéndolo en un embajador de paz no solo de nuestro de país sino del mundo, y será el punto central después que abandone la presidencia para continuar con el proceso de reinserción.
Pese a que políticamente fue derrotado en las urnas con el plebiscito, hoy el premio Nobel de Paz obra con esperanza y confianza internacional para seguir avanzando y poder contar en los años venideros, que en Colombia se cerró el capítulo de las guerrillas y la violencia, como lo han hecho Nepal, Sudan del Sur, Sudáfrica, Camboya, Irlanda etc.
Si es posible lograr un acuerdo de paz y este premio llega en el mejor momento, para dejar de ver el conflicto armado, con un tinte político y polarizado, y ver la otra cara, que es el bien común y una sociedad pacífica, armónica y con un alto sentido humano y respeto por la diferencia y encontrarse en la tolerancia.
A este segundo premio Nobel, qué bueno sería amanecer con la noticia de que a nuestro científico Manuel Elkin Patarroyo le reconocieran su aporte a la humanidad con la sintetización de la vacuna contra la malaria, que ha salvado millones de vidas. Que al Doctor Jorge Reynolds, inventor del marcapasos externo, quien tiene todos los reconocimientos mundiales, le dieran en vida el premio Nobel. Que a Rodolfo Llinás antes de morir le dieran el Nobel por los avances en el estudio del cerebro y su comportamiento, y nos quedarían en la lista otros tantos científicos colombianos que le han aportado a la humanidad todo su sapiencia.
La pregunta es ¿por qué apenas tenemos dos Nobel en Colombia, cuando EEUU tiene 270, Inglaterra 117, Alemania 103, Francia 57, Suecia 28, Suiza 25, Rusia 23?
En buena hora el premio Nobel de Paz llega a Colombia, y debe servir para reflexionar de qué manera podemos aportar a cambiar el mundo, pero esa idea utópica de cambiar, debe ir acompañada con varias preguntas: ¿estoy dispuesto yo a cambiar internamente? ¿Soy un egoísta y solo quiero el bien personal sobre el general? ¿Realmente me importa el otro? ¿Vale la pena trabajar en pro del otro?
La respuesta a estos interrogantes bien valdría la pena interiorizar, para poder entender la trascendencia al momento de lograr cualquier reconocimiento, no necesariamente un Nobel, sino en la vida diaria.
Eber Patiño Ruz
@Eber01
Sobre el autor
Eber Patiño Ruiz
Hablemos de…
Eber Alonso Patiño Ruiz es comunicador social, periodista de la Universidad Católica del Norte Sede Medellin, Antioquia. Su gran pasión es la radio y la escritura. Tiene dos novelas terminadas y una en camino, un libro de cuentos y otro de historias fantásticas; tres libros de poesía: Huellas, Tiempos y Expresión del alma.
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