Artes escénicas
Philippe Bizot, una estrella de la pantomima en Valledupar
El mundo del silencio es un mundo aparte. Un universo desconocido. Pero para Philippe Bizot es mucho más que eso. Es una música. Un vocabulario. El laureado mimo francés ––considerado como el heredero del famoso Marcel Marceau–– vive alegre en ese espacio que otorga libertad y universalidad.
Tras su paso el año pasado por Valledupar, la Alianza Francesa quiso volver a repetir esa experiencia ante un público de personas con dificultades auditivas, y aquí lo tenemos: Philippe Bizot ha vuelto para impartir un taller y, de esta manera, aportar ilusión y confianza a quienes hablan el idioma de los signos.
Para él, es el mejor público del mundo. No hay duda posible, y los argumentos no faltan. “La mirada de los sordos es dos veces más rápida que el común de los mortales ––nos explica Philippe––. Su reacción es inmediata. Además, participan como locos”. La pantomima es un espectáculo universal, sostiene nuestro entrevistado. “No existen fronteras. Puedes actuar en una sala en Japón o incluso en Sudamérica, y la reacción es la misma”
De Valledupar le encanta el calor. Después de su reciente viaje a China y de su corta estadía en Paris (donde las temperaturas oscilaban entre -10 y -5ºC), no hay nada mejor que el sol de estas latitudes, aunque siempre hay que protegerse un poco y exponerse con moderación.
Cuando le preguntamos por su experiencia en otros países, Philippe Bizot nos adelanta la situación insostenible de la población sorda en Bolivia. “Están totalmente excluidos”, asevera. También destaca el trabajo producido en China donde tiene una compañía llamada “Puentes invisibles”. Allí ha logrado formar a profesores y a integrar a personas con limitaciones auditivas.
En cuanto al programa de su taller en Valledupar, Philippe prefiere no divulgarlo. Es evidentemente un hombre de misterio. También es cierto que treinta años de experiencia le permiten acercarse a este tipo de eventos con una total tranquilidad. Tiene un programa, claro, pero quiere adaptarse a la audiencia y ofrecerle una experiencia única. “Cada público es distinto”, nos asegura, y por eso hay que saber responder eficazmente a sus expectativas.
El artista francés nos revela más adelante que siempre inicia sus talleres con un calentamiento, algo fundamental para la concentración y el desbloqueo de ciertas timideces. El primer paso para relajar el cuerpo.
Treinta años después, el artista sigue enamorado de su profesión. “Siempre aprendes algo con este público”, nos comenta Philippe antes de explicarnos su gusto por descubrir talentos. “Soy un buscador de oro”, nos dice con una sonrisa.
El día anterior descubrió justamente a una alumna deslumbrante en Puerto Colombia mientras impartía un taller. Se trataba de una joven que le subyugó por su gracia, su expresividad y curiosidad. “Quisiera integrarla en uno de mis espectáculos”.
En el taller de Valledupar, Philippe Bizot descubrirá sin lugar a dudas talentos destacables, grandes actores del silencio, y ––¿por qué no?––: futuros compañeros de escena.
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