Historia
Breve historia de los calendarios: la civilización occidental
El tiempo es oro, asà que encontrar la manera de aprovecharlo en coordinación con los ciclos de la naturaleza fue una de las razones que condujo a la invención de los calendarios.
En la civilización occidental, y casi en el mundo entero, rige hoy el calendario gregoriano, sin embargo, no siempre ha sido asÃ. Su perfeccionamiento ha dependido del avance en ciencias como la astronomÃa y las matemáticas. Además, este sistema coexiste con otros aplicados localmente por culturas como la china, la hebrea y la árabe.
Inicialmente, la luna con sus imperturbables fases sucediéndose una a otra durante 28 noches, fue el primer referente a la hora de dividir el tiempo en perÃodos fijos y regulares, esto dio motivo a la aparición del calendario lunar, el más sencillo de los conocidos por la humanidad.
Llama la atención la sincronicidad de este caso con el ciclo menstrual de la mujer, circunstancia que, sin duda, influyó en el carácter femenino y la exaltación de la fertilidad que manifestaron los primeros cultos religiosos.
Sin embargo, a pesar de que el ciclo lunar resulta determinante en la fluctuación de las mareas y en las jornadas de cacerÃa nocturna que los hombres realizaban antes de aparecer la agricultura, su uso decayó ante la exactitud de un método mucho más ingenioso: el calendario solar, cuyo conocimiento resultó indispensable para establecer con precisión los equinoccios y solsticios, momentos ideales para las siembras y las cosechas de una nueva época.
Esta invención correspondió a Egipto, un enigmático pueblo venido al mundo hecho y derecho, que ligó el desarrollo de su civilización a la regularidad alucinante del Nilo y a la diaria protección del eterno Ra.
Este sistema compuesto por doce meses de 30 dÃas más cinco dÃas festivos, ingresó a occidente por la vÃa de Roma, durante la dictadura de Julio César, conquistador de Egipto (50 A. C.).
La historia de los imperios puede dividirse en dos momentos, una fase de expansión durante la cual logra someter a los pueblos foráneos y otra de asimilación cultural, donde empieza a parecerse poco a poco a aquello que inicialmente combatió ferozmente.
El caso romano es clásico dentro de muchos ejemplos, César tan pronto regresó triunfante de Egipto inició una serie de reformas en la agonizante república que incluyeron la institución del calendario solar, adaptado con nombres romanos y un mes en su honor (julio).
Luego Octavio, al asumir el poder y liquidar la República, se hizo otorgar del Senado el tÃtulo de Augusto (divino o sagrado), de ahà viene el nombre que designa al octavo mes del año. Una posterior reforma fue hecha por el emperador Constantino en el año 313, al reconocer al cristianismo como religión del Imperio y adoptar el conteo hecho por la Iglesia a partir del nacimiento de su mesÃas.
Asà quedaron las calendas romanas, que rigieron la vida europea durante más de quince siglos, sin embargo, la falta de cuidado en la implementación del calendario egipcio devino en un desfase que sólo pudo ser solucionado cuando en 1581 el papa Gregorio XIII encargó una comisión de matemáticos y astrónomos, la cual solucionó el asunto eliminando por única vez diez dÃas entre el 4 y el 15 de octubre de 1582, e instaurando lo que hoy se conoce bajo el nombre de año bisiesto. El resultado más notable de aquel cambio fue una discordia con el mundo ortodoxo de más de tres siglos, que perduró hasta la revolución de octubre (noviembre para los rusos) en 1917.
La imprenta de Gutengerg popularizó los calendarios. Asà el espÃritu de la ilustración ingresó a la medición del tiempo, desde entonces cualquier ciudadano pudo tener en su hogar este invento que en los paÃses de habla hispana también se conoce como almanaque (amén de la invasión mora a la penÃnsula ibérica). Con la expansión geopolÃtica de Europa, el calendario gregoriano se impuso a las colonias; los últimos paÃses en adoptarlos como sistema oficial fueron China en 1912, Rusia en 1917 y TurquÃa en 1920, todos ellos tras proclamar la república.
Los ecos del pasado suelen verse en la historia humana como los rudimentos de la evolución en la historia natural, es el caso de la gran festividad cristiana llamada semana santa, celebración basada en el calendario lunar y ligada a la pascua judÃa, es por esto que el domingo de ramos unas veces cae en marzo y otras en abril.
El porqué y el cómo se llegó a esta peculiaridad de la historia lo conoceremos en nuestra próxima entrega, donde abordaremos una breve historia del calendario hebreo.
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José Luis Ropero de La Hoz
@roperodelahoz
Sobre el autor
José Luis Ropero de La Hoz
Enfoque directo
Valledupar (1985). Profesor y comunicador por vocación, su columna “Enfoque directo” ofrece una mirada del acontecer cultural sin formalismos. Admirador de la naturaleza y el talento humano.
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