Historia

Pestes en el Caribe colombiano y canciones vallenatas

Álvaro Rojano Osorio

26/02/2023 - 22:20

 

Pestes en el Caribe colombiano y canciones vallenatas

Hechos que han rodeado la aparición en nuestro país de enfermedades, contagiosas y graves que causan gran mortandad, han sido narrados o descritos en composiciones musicales cantadas a través de los distintos géneros que conforman nuestra música tradicional y popular. Enfermedades como el cólera morbo, que en el siglo XIX dejó una estela de muertos en las principales ciudades del Caribe colombiano y a lo largo del río Magdalena, la fiebre amarilla, la gripa española, entre otras, debieron motivar a nuestros compositores a cantar sobre lo sucedido tras la aparición de cada una de estas pestes.

Con la grabación de canciones vallenatas, en distintas revoluciones por minutos, a partir de la década del cuarenta, del siglo XX, y la popularización de este género musical, conocemos canciones en las que se narran o describen hechos relacionados con la aparición de virus o pestes en el Caribe colombiano en tiempos recientes.

Rafael Escalona es el autor de un paseo llamado La Peste, grabado por Guillermo Buitrago en los años cuarenta para el sello discográfico Fuentes. Julio Bovea, con Los Piratas de Bocachica, grabó La Viruela de autoría de Luis E. Martínez. En 1970, el rey vallenato Alberto Pacheco, interpretó la canción La Varicela, cuyo autor es Arturo Molina. Asegura el escritor Alonso Sánchez Baute, que Leandro Díaz, de quien escribió una novela que lleva el nombre de este importante compositor, compuso una canción con el nombre de La Viruela.

Con el nombre de El Dengue, el acordeonero Enrique Díaz interpretó un tema musical incluido en la larga duración, La Pensión, grabado en 1974. Después, en 1977, Daniel Celedòn y Norberto Romero, grabaron El Dengue, cuyo autor es Rafael Manjarrez y, posteriormente, el Binomio de Oro graba El Dengue de tu amor, cuyo autor es Beto Murgas.

La peste

Rafael Escalona, en su canción, precisa la fecha en que comenzó a sentirse los efectos del virus, sin mencionar el año en que inició lo que llama genéricamente una peste: Oye del 15 de octubre en adelante, había personas que ya no conocían, y morían por la mitad del camino, y por ahí mismo tenían que regresarse. Debió ser en la década del cuarenta o antes cuando sucedió lo que narra el compositor, porque en 1949 se produjo la muerte de Guillermo Buitrago.

En la canción, el autor identifica las localidades donde la peste causaba estragos en la salud y la vida de los sus habitantes: De Villanueva, Urumita y el Valle, desde La Paz, El Molino y Sandiego, en El Tupe se consigue buen enfermo y la peste ha llegado hasta Manaure.

Como pestes se clasifican, según Jurado (s. f), enfermedades como el sarampión, la viruela, la fiebre amarilla y el cólera. Otros investigadores, Faccini y Sotomayor (2013), incluyen a la peste como una enfermedad independiente y la clasifican de tres formas: la bubónica, la peste septicémica primaria y la peste neumónica primaria.

Las primeras noticias sobre la peste que se tienen en América llegaron con los conquistadores, los microbios se embarcaron en las naves que partían desde Sevilla hacia tierras recién descubiertas y conquistadas. Las condiciones de insalubridad existentes en ese lugar, que para entonces era la ciudad ombligo del Nuevo Mundo, fueron caldo de cultivo para que las enfermedades contagiosas se desarrollaran y se convirtieran en conquistadoras de seres humanos que carecían de defensas contra ellas, los aborígenes de las Américas.

La influenza suina

Entre las enfermedades venidas con los conquistadores estuvo la influenza suina producida por el mismo virus de la gripa española (Sánchez, Guerra, s. f). Como viajera, esta se diseminó por las diferentes rutas marítimas y desembarcó en los distintos puertos del mundo. Pero, aquello no era nuevo entre la humanidad, las pestes han ido de un lado a otro, tal y como lo ilustra Buitrago en la canción Morales, en la que hace un símil entre la vida trashumante de este juglar de la música vallenata con las enfermedades.

Ay porque Moralito es una enfermedad.

Que está en todas partes y en ninguna parte está

Ay porque Moralito es una fiebre mala.

Porque está en todas partes y en ninguna está.

La fiebre amarilla o vómito negro

Una de las pandemias que dejó huellas entre los colombianos, en el siglo XIX, fue la fiebre amarilla o el vómito negro. En 1810 y 1823 se tuvo noticias de ella en Santa Marta y Cartagena que eran los puertos marítimos del país. En 1856 la enfermedad dejó una estela de muertos y enfermos en Riohacha, mientras que, en 1886, es registrada en Santa Marta, y, para1887, en todo el Magdalena Grande. En Colombia, los casos de fiebre amarilla se presentaron hasta 1912 (Goenaga, 2019).

El cólera morbo

Otra enfermedad incluida en la lista de las pestes es el cólera morbo, del que tuvieron noticias en Colombia, en 1832. Era esperado en nuestro país tras convertirse en pandémico en Estado Unidos, información que se desprende de algunos documentos de la junta de sanidad del puerto de Santa Marta (Solano, s. f). Fue en junio de 1849, cuando traspasó las murallas de Cartagena, venida de Chagres, Panamá, y comenzó a dejar víctimas en distintas provincias de este estado.

De cólera morbo en Santa Marta se refirió el semanario cartagenero El Porvenir diciendo que su presencia se sentía desde el mes junio de 1849, causando la muerte de pobres y ricos. Mientras que, en Barranquilla, según El Neogranadino (1849), solo en los primeros 18 días después de conocerse la existencia de la enfermedad entre los habitantes de esa ciudad, murieron seiscientas personas. En ese lugar el total de las víctimas fatales fueron mil trescientas personas. De esta epidemia se asegura que acabó con la vida de dos mil ciento cuarenta y nueve personas en el Magdalena Grande.

La peste bubónica

A principios del siglo XX otras fueron las noticias sobre enfermedades, entre ellas, la llegada de la peste bubónica a Usuacurí, Isabel López, Baranoa, en el departamento del Atlántico, Santa Marta y Aracataca en el Magdalena y Calamar, en Bolívar. La información nació en Cartagena y fue propagada en Barranquilla, era el año de 1913 y el terror se apoderó de los habitantes de la región Caribe, lo que llevó a que fueran dictadas medidas de salubridad, entre ellas una cuarentena (Márquez, s. f). Además, fue decretada la suspensión del trafico fluvial por el río Magdalena y los caños que comunicaban a Ciénaga y Santa Marta con este río. Sin embargo, todas las informaciones que llevaron a la toma de esta medida y de otras resultaron falsas.

La gripa española

En los primeros días de octubre de 1918 comenzaron a enfermarse las primeras personas de gripa, después por decenas y por centenas. Era la gripa española que, aunque no había nacido en ese país, le fue dado ese nombre debido al número de víctimas que allí dejó. A Colombia entró por los puertos del Caribe y se extendió por algunas regiones de nuestro país a través del río Magdalena y otras vías.  

Aunque de esta peste se conoce con detalles lo que sucedió en Bogotá y Boyacá, La Gaceta Médica de Cartagena registró 23 muertes en esa ciudad por gripa, 21 en noviembre, 1 en diciembre y 1 en septiembre. La prensa escrita de la época, como El Espectador en Medellín y Manizales, La Linterna y El Deber en Tunja, La República en Barranquilla, El Progreso en Túquerres y Quito, y La Palabra Católica en Bucaramanga, registraron la aparición de la pandemia, en esas ciudades, en fechas posteriores a las de la capital de la República (Manríquez, Martinez, Meléndez, Ospina, 2009).

El Sarampión

El investigador y escritor Venancio Aramis Bermúdez, encontró que esta peste apareció un martes de carnaval de 1938 en Aracataca, El Reten, Fundación, Buenos Aires y Ríofrio, ubicados en la Zona Bananera. En Ríofrio la primera víctima fue Rita Hernández, quien tenía 28 años de edad. El número total de muertos fue de treinta, en su mayor cantidad menores de edad, especialmente en los municipios de Aracataca y Fundación.

El paso de las pestes por regiones o localidades se narra a través del número de enfermos y de muertos que va dejando, a eso se refiere el maestro Escalona cuando dice en su canción La Peste: A mí me dijo un hombre de la Jagua, oye Buitrago después te contaré, allá en la Jagua no se puede vivir, allá en la Jagua se mueren de la peste. Lloran los pobres, lloran los ricos, lloran las madres con sus niñitos. Por o ahí pasaron tres villanueveros, y me dijo que el cura estaba mal.

La Viruela

De esta enfermedad, en la Nueva Granada se tiene un registro histórico que data en 1558, en el que se conoció el primer contagiado, y tras convertirse en una pandemia, dejó un número aproximado de cuarenta mil personas muertas. Otro registro histórico de esta enfermedad lo entrega la investigadora Nasly Goenaga, quien mencionó una epidemia originada en Cartagena para el año 1570, que llegó entre un cargamento de esclavos, que fue la misma que afectó a Bogotá, Santa Marta, Mompox y Honda.

En el territorio de la provincia de Santa Marta, la enfermedad estaría lejos de ser erradicada, debido a que después de su aparición en 1790, volvió a aparecer cuando había pasado casi cien años. Para entonces Valledupar fue una de los lugares con el mayor número de víctimas, tanto que generó un fenómeno masivo de trashumancia, sin distingo de clase social, hacia la zona rural de la ciudad, en aras de evitar la infección como lo asegura la escritora Nasly Goenaga.

Después reapareció en Mariquita, en 1588, muriendo la tercera parte de su población, luego, en 1688, en Boyacá y en el Cauca diezmando a la población indígena. En 1770 volvieron a tener noticia de ella y de sus consecuencias en la salud de los pobladores del interior de la Nueva Granada, durante casi tres años murieron setecientos de los dos mil habitantes de Santa Fe de Bogotá. Treinta y un año después aparece en la misma ciudad y mató al 13, 7 por ciento de sus 30. 000 mil habitantes (Acero, s. d).

En el territorio de la provincia de Santa Marta, la enfermedad estaría lejos de ser erradicada, después de su aparición en 1790, volvió a afectar a sus pobladores en 1885, siendo Valledupar una de las ciudades con el mayor número de víctimas. En ese lugar generó un fenómeno masivo de trashumancia, sin distingo de clase social, hacia la zona rural de la ciudad, en aras de evitar la infección (Goenaga, 2019). De esta enfermedad se volvió a saber en 1840 y se mantuvo vigente hasta 1841, en plena guerra de los Supremos (1839-1842) Al parecer la enfermedad se extendió con el movimiento de las tropas que participaban en la guerra, llegando a todos los rincones del territorio nacional. Tiempo en que la vacuna contra ella generó efectos secundarios como enfermedades venéreas y lepra, lo que hizo impopular al remedio; aunque había dado resultados (Goenaga, 2019).

La interpretación en vivo de la canción “La Viruela” por parte de Guillermo Buitrago, en Emisora Atlántico de Barraquilla, en la década del cuarenta del siglo pasado, generó una piquería entre éste y el acordeonero Luis Enrique Martínez, quien reclamó la autoría del tema musical que hizo inspirado en un brote de esta enfermedad que hubo en Fundación, Magdalena.

Del nacimiento de la piquería cuenta Edgardo “El Chichi” Caballero, biógrafo de Buitrago, que fue el animador del programa, donde éste se presentaba, quien, al anunciar la canción, señaló que era de la autoría de Jilguero de la Sierra Nevada. Luis Enrique conoció del hecho a través de Julio Bovea, quien, además, lo indujo a que le reclamara, a través de la canción, Rana blanca, al interprete el desconocimiento de su condición de autor. Julio Oñate Martinez cuenta que Luis Enrique cantó esta canción en un programa radial emitido por Emisoras Unidas de Barranquilla, donde, también, intervenía el músico Julio Bovea.

En La Viruela el autor menciona que la enfermedad no encontraba a quien caerle, que al mirar a las mujeres le daba tristeza, dolor. Debe referirse a las cicatrices que deja el mal en el cuerpo y en rostro de quien la padece. Huellas por las que las víctimas de la enfermedad en siglos anteriores al XX fueron estigmatizadas al ser vistas las cicatrices como un castigo de Dios.

Resalta, además: La viruela, la viruela en esa tierra, no está dejando muchacha, y al que le da primero, de segundo no se escapa. En el coro del paseo, Luis Enrique señala:

A la maldita viruela le tengo rabia (Bis)

A la maldita viruela yo le tengo odio (Bis)

El Dengue

Este virus, transmitido a través de la picadura de mosquitos infectados (Aedes aegypti), es al que más le han cantado en la música vallenata. El juglar Enrique Díaz interpretó una canción con el nombre de El Dengue constituyéndose en el primer registro sonoro, en el vallenato, en el que se hace mención de este padecimiento que sigue vigente en Colombia. La canción esta rotulada en la caratula de la larga duración La Pensión como un chandé; sin embargo, para el acordeonero y premio Grammy latino, Rodrigo Rodríguez, se trata de una combinación de chandé, garabato y tamborera.

En la composición se mencionan los síntomas con lo que inicia la enfermedad, no sin antes decirles a las mujeres que tuvieran cuidado con el dengue: empieza con fiebre, dolor de cabeza. Más adelante dice: el dengue, muchachas tiene gente manca. Dice, además, que es para hombre: El dengue, el dengue, el dengue.

Otra versión de El Dengue es la cantada, en 1977, por Daniel Celedòn y Norberto Romero, en el álbum musical Gira Mundo. Se trata de la experiencia del autor, Rafael Manjarrez, quien, tras ser víctima del virus consultó a un médico quien le aseguró que nada se podía hacer porque a Colombia no había llegado remedio para combatirlo. Señala, además, con sentido humorístico, que no la cura ni brujo ni san Gregorio, quien, incluso, le mandó decir que no había cura ni en el cielo ni en la tierra. Además, dice el autor, que el dengue tampoco se detiene a mirar la edad de la víctima, que no respeta pinta para darle a jóvenes y viejos.

Un año después el Binomio de Oro, Rafael Orozco e Israel Romero interpretan la canción El dengue de tu amor, que es de la autoría de Alberto Murgas.  En esta oportunidad el autor se queja de que su pareja sentimental le ha dicho que no lo quiere, que lo olvidó, y le achaca ese cambio a la enfermedad: La culpa es del maldito dengue, que llegó y me la trastornó. Asegura, además, que esta enfermedad atacó el corazón a su enamorada y por eso cambió con él. Al final de la trama, como si fuera una novela de amor, la pareja se reconcilia cuando ella se sintió mejor de salud.

Si usted no se ateza, se lo lleva el dengue, es la advertencia que hizo Enrique Díaz hace cuarenta y seis años y que aún está vigente. El que manda es el dengue como dice la canción, tuvo el año pasado record en número de contagiados en nuestro país.

 

Álvaro Rojano Osorio

 

Bibliografía:

Acero, M. (s. d). De la viruela y otras plagas en América. Revista Heraldo Médico. XXV no. 230

Faccini, A y Sotomayor A. (marzo de 2013). Reseña histórica de la peste en Suramérica: una enfermedad poca conocida en Colombia. Instituto nacional de salud. Revista Biomédica. Vol. 33. núm. 1. s. d.

González, N. (2019). Las epidemias en el Magdalena Grande: 1820-1900, en Santa Marta en el siglo XIX –primera parte- Tertulia Samaria- tomo III. Compilador Edgar Rey Sinning. Santa Marta.

Jurado, J. (s. f). Terremotos, pestes y calamidades. Del castigo a la misericordia de Dios en la Nueva Granada (siglos XVIII y XIX). Revista de historia Iberoamericana. (s. d.).

Manríquez, F, Martinez, A, Meléndez, B, Ospina, J. (2009).  La pandemia de gripe de 1918 -1919 en Bogotá y Boyacá, 91 años después. Revista Infecto. Volumen 13 No 3. Septiembre. Bogotá.

Márquez, J. (s. f). ¿Rumores, miedos o epidemias? La peste de 1913 y 1914 en la costa Atlántica de Colombia. (s. d).

Oñate, J. (2003). El ABC del Vallenato. Bogotá.

Sánchez, C y Guerra, F (s. f).  Pestes y remedios en la conquista de América. Origen de las pestilencias. (s. d).

Solano, J. (s. f). El combate medico a las epidemias en el Caribe colombiano. La lucha contra el cólera a mediados del siglo XIX. S. d.

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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