Literatura

José Saramago, el escritor de nuestro tiempo

Abraham Prudencio Sánchez

04/07/2017 - 06:40

 

José Saramago

 

La primera y última vez que lo vi fue cuando tuvo la amabilidad de visitar el Perú. El motivo no era otro que presentar su libro “la Caverna” en la universidad de Lima donde no cabía un alfiler más.

Recuerdo que en ese momento estaba en clases con miras al examen de admisión a la universidad San Marcos, tuve que decir que mi abuela se estaba muriendo para poder salir de la academia. Pocas veces he sentido una conmoción tan grande como ese día. Siempre me ha gustado leer pero no siempre he tenido dinero para comprar libros originales y en ese momento solo me quedaba dinero para regresar a casa, pero algo en mí me decía que esa noche sería inolvidable.

Fue en ese instante cuando sentí, una vez más, cómo el espíritu demoníaco se apoderaba de mí, y como presa de una reacción mecánica, me acerqué a un stand donde se exhibían los libros del querido José Saramago y en un descuido providencial el libro se hizo humo entre mis manos. Traté de caminar con tranquilidad y cuando ya estuve en medio de toda esa multitud recién ahí saqué el libro nuevo y lo hice relucir con orgullo como si se tratara de un trofeo muy bien ganado.

Ese día, durante su presentación, Saramago una vez más se mostró indignado con lo que estaba pasando en el Perú y en el mundo, hasta el punto que si él hubiese podido cambiar con la literatura esa realidad estoy seguro que lo hubiera hecho.

He olvidado muchas cosas pero en mi mente se quedó grabado el instante en que Saramago pidió que prendieran todas las luces porque si bien era cierto que nosotros lo veíamos él no nos veía a nosotros y en ese momento todo el mundo aplaudió ese gesto y en ese instante comprendí que estaba frente no solo a un gran novelista sino también frente a una gran persona.

No solo se mostró cordial sino también me autografió el libro robado que conservo como si fuera el tesoro perdido de los Incas, por eso la tarde en que me enteré de su muerte sentí una gran tristeza, y como dijo Borges cuando muere alguien, en este caso José Saramago, el mundo se hace más pobre. Sin embargo, el maestro que siempre vivió indignado de esta sociedad ya pasó a la inmortalidad. No sé si la literatura tenga el poder de cambiar o no pero a mí, libros como el de José Saramago, me han ayudado a vivir y ser otra persona.

Después de “El evangelio según Jesucristo” José Saramago volvía al ataque con este nuevo libro “Caín”, y este texto ha despertado la cólera más furibunda tanto de creyentes como de no creyentes.

El autor confiesa que, como nunca, el libro lo escribió en tan solo cuatro meses, como si estuviera en un estado de trance total. No cabe duda que Saramago nos ha dejado durante su estadía en estos parajes, una obra maravillosa de reflexión y crítica que traspasa generaciones.

El mito de Caín tiene referencias literarias anteriores, ha sido visto por autores como Byron, Steinbeck, Unamuno, etc. La peculiaridad de Saramago es el de hacer un personaje que recorre el tiempo y cuestiona directamente a Dios.

Saramago nos relata el primer asesinato de la historia de la humanidad, se sirve de este fratricidio para atacar abiertamente a la iglesia. A través de los ejemplos demuestra la crueldad divina y argumenta que Dios se convirtió en asesino de niños con la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Caín, el personaje principal, viaja en el tiempo convirtiéndose de esa manera en el testigo presencial de la humanidad.

Uno de los argumentos centrales del libro es que esta muerte se hubiera evitado si el todopoderoso hubiera recibido sin quejas ni menosprecios la ofrenda de Caín.

El personaje principal de Saramago sufre destierro, acepta el destino trágico que Dios ha deparado para él. Caín rueda por el mundo, es consciente que él no fue el culpable, se pregunta sobre su destino, su visión desesperanzada del mundo le hace dar cuenta de su individualidad como ser humano víctima del poder divino.

Le atribuye a Dios la responsabilidad directa, sería en nuestro tiempo el autor intelectual del crimen, Caín, en ese sentido pasaría a ser simplemente una marioneta, es así como, partiendo de estas premisas, se cuestiona el papel de Dios.

Durante este retorno a las fuentes bíblicas se muestran y evidencian sus contradicciones. Es una novela en que se cuestiona y reprocha el poder celestial.

Es un Caín indignado con su Dios. Al no ser Caín el culpable de la muerte de Abel, Dios es quien asume toda la responsabilidad. La conclusión final a la que llega el escritor es que Dios solo existe en nuestras cabezas.

Esta obra polémica está construida a base de humor ironía y cruda verdad y esa es una cualidad indiscutible de este escritor portugués.

Dicen que José Saramago ha muerto pero, desde el cielo y en compañía de Caín, está más vivo que nunca.

 

Abraham Prudencio Sánchez

abrahamprudencio2011@gmail.com

Sobre el autor

Abraham Prudencio

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Los nuestros

Abraham Prudencio (Perú, 1979) es candidato a Doctor en literatura por la Universidad Paris X, Nanterre. Magíster en Literatura General y Comparada por la Universidad Paris III Sorbonne Nouvelle. Licenciado en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado La vida no vale nada (relatos, 2005) El día de mi suerte (novela, 2006) Hojas de Otoño (novela, 2009), Atahualpa, el inca que nunca muere (ensayo, 2011) Ella soñaba con el mar (novela, 2012).Ha dictado conferencias como profesor invitado en la Universidad Paul Valéry-Montpellier 3, Complutense de Madrid y en la Escuela Normal Superior de París. Asimismo colabora en diversos medios literarios. Ha sido finalista del Premio Internacional Juan Rulfo 2008. Desde el 2007 radica en Paris, Francia.

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