Literatura
La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo
Esta novela, en cierta manera, es una aproximación al conflicto interno que vive Colombia desde, por lo menos, cuatro décadas. Si bien es cierto que las sucesivas representaciones de asesinato e injusticia no se han registrado tal cual, lo que queda en evidencia es la aproximación simbólica de las acciones que se están dando en ese instante.
El deseo oculto es representar esa situación crítica desde un punto de vista innovador, en este caso no es una visión de un ente gubernamental sino de una persona común y corriente que llega a su país después de muchos años de ausencia y se horroriza al encontrar un país destruido. Estos cambios sociales y políticos hacen que el personaje se vuelva autocrítico y lleve esta insatisfacción al grado de la autoeliminación. En este último sentido, se va configurando poco a poco el gran tópico: la violencia.
Este tema se evidencia en cada acto y a partir de su propio reconocimiento recrea una serie de estrategias, es decir, la violencia crea su propio mundo donde el lenguaje, el estilo de vida, las normas y leyes impuestas abruptamente giran en torno a estos sujetos y su accionar.
Dentro de los mecanismos de representación, la violencia se configura en el acto deliberado de obrar según la voluntad del sujeto sin tener en cuenta las mínimas reglas de convivencia impuestas por la sociedad. Este hecho hace que la rutina se vea alterada. La gente, al salir de sus casas, son conscientes de que quizás ya no puedan regresar, es decir se vive en pleno estado de zozobra y desgobierno.
Este fenómeno de “violencia de tipo social y política” deja una huella indeleble en las conciencias de las personas, los niños por ejemplo ya no crecerán pensando en educarse, sino por el contrario, así como la Plaguita, solo pensarán en cobrar venganza por algún familiar asesinado, el deseo es ir por el mundo y seguir derramando sangre, porque en el fondo están convencidos que la sangre derramada se paga con más sangre.
Fernando Vallejo crea este mundo “apocalíptico” para darnos a conocer no solo lo que está sucediendo sino lo que podría suceder, por esa razón nosotros creemos que los miles de muertos y el río de sangre no solo se da en Colombia sino es la sangre que representa a toda la sangre vertida en el mundo como consecuencia de la violencia. Es una representación simbólica de lo que está sucediendo por las políticas aventureras y el devenir caótico de las sociedades, es un empobrecimiento de tipo moral y económico.
Todas estas profundas contracciones son analizadas desde un punto de vista muy particular. El personaje nos presenta su verdad sincera y directa por ello quizá la fuerza e impacto de sus sentencias. Fernando nos muestra Colombia tal como él cree que es, sus opiniones apasionadas muchas veces se contradicen; el mundo en que habita se está desangrando lentamente.
Abraham Prudencio
@AbrahaPrudencio
Sobre el autor
Abraham Prudencio
Los nuestros
Abraham Prudencio (Perú, 1979) es candidato a Doctor en literatura por la Universidad Paris X, Nanterre. Magíster en Literatura General y Comparada por la Universidad Paris III Sorbonne Nouvelle. Licenciado en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado La vida no vale nada (relatos, 2005) El día de mi suerte (novela, 2006) Hojas de Otoño (novela, 2009), Atahualpa, el inca que nunca muere (ensayo, 2011) Ella soñaba con el mar (novela, 2012).Ha dictado conferencias como profesor invitado en la Universidad Paul Valéry-Montpellier 3, Complutense de Madrid y en la Escuela Normal Superior de París. Asimismo colabora en diversos medios literarios. Ha sido finalista del Premio Internacional Juan Rulfo 2008. Desde el 2007 radica en Paris, Francia.
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