Literatura
La ciudad del pecado
En las primeras páginas de “Margarita entre los cerdos”, de Pedro Badrán (Random House, 2017), se avanza a tientas, pero con paso firme. Después de algunas páginas, se arriba a un lugar en el que las imágenes son nítidas, luminosas a pesar de que transcurren en la noche o bajo la lluvia. Imágenes que crean una Bogotá de calles sucias, ventanas rotas, hoteles de mala muerte:
“Noche sin lluvia.
Cuatro, cinco pisos.
En el segundo, un bar de gays. En el primero, videos y cabinas: sexo con animales, interracial, enanas, bukkake, masturbaciones, asiáticas, latinas, etcétera. En el tercero yo debía representar mi papel de drogo viejo […] Una puerta, una contraseña, un calvo con cara de chupada y ojos enrojecidos, un pasillo estrecho, música pesada y, después de una puerta de metal, una sala circular con cojines satinados”.
Es inevitable sentir que se camina por La Ciudad del Pecado de Frank Miller: prostitutas, ladrones, asesinos, policías, jueces y fiscales corruptos. Corrupción en todos los niveles, en todas las formas. Bogotá se transforma en el escenario de la corrupción que traba todos los engranajes, que oxida todas las bisagras. La corrupción que se transforma en una hoz asesina para quien se ponga en su camino.
Al comienzo la corrupción es opaca, apenas un pasillo en el que se oyen rumores, se ven sombras, pero a cada paso se va haciendo más nítido el horror de sus efectos, la perversidad de sus métodos. De esta manera, Pedro aprieta la tuerca hasta que la atmósfera, el lenguaje y los argumentos construyen un pantano que el lector cruza a brazadas.
En este universo putrefacto, Ulises Lopera es una luz que ilumina algunos rincones a pesar de que es igual de corrupto a policías, jueces y senadores. Ulises duda, piensa, se arrepiente y administra justicia cuando está a su alcance: no es la venganza del héroe norteamericano ni la redención del místico: es una justicia leve, insuficiente en la mayoría de casos. Una justicia que administra con métodos que están por fuera de la órbita de la legalidad, pero que son los métodos aceptados en un universo sin dios ni ley. El mismo Ulises que se enamora de la mujer equivocada: una muchacha de cabello rojo, como sangre coagulada, y quien lo arroja al infierno en el que todo tiene precio: desde la libertad hasta la vida. Un infierno que recuerda a la Colombia de desfalcos millonarios, políticos que huyen de la justicia, jueces que se venden al mejor postor. La Colombia del todo vale y de la malicia indígena.
Diego Niño
@diego_ninho
Sobre el autor
Diego Niño
Palabras que piden orillas
Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.
0 Comentarios
Le puede interesar
Civilización y barbarie en la Literatura Latinoamericana
La Literatura Latinoamericana tuvo que superar la tradición hispana en los inicios, para luego vagar en la indefinición de una ac...
En el café de la République, de Juan Gabriel Vásquez: un cuento sobre el miedo al abandono
«Tu nombre y tu dirección aparecen mecanografiados en el sobre, pues he querido evitar que conozcas mi letra y tires la carta a l...
Tres poemas con aromas del Valle
Mangos de Mayo Ricos los mangos de mi calle, cual besos que me da mi amor, de quien guardo siempre ese candor al tender mi ...
De las estancias del Jaguar al camino de la novela
Clinton es autor de una obra narrativa que, sin alardes, se ha abierto espacios. Es un escritor, sin embargo, de pocos lectores. ...
Abre sus puertas el Festival Internacional de Poesía de Santa Marta
El Festival Internacional de Poesía de Medellín tendrá su primera versión en la ciudad de Santa Marta entre los días 27 y 30 d...