Música y folclor
Vallenato romántico clásico: en vías de extinción
Indiscutiblemente, el romanticismo que prevaleció en las canciones vallenatas nació del amor por el campo, el paisaje, el entorno y la conquista. Esa generación le hablaba al oído y susurraba a la mujer sus sanas intenciones. La mujer nunca fue objeto de maltrato verbal ni de ofensas; al contrario, se le extendía una alfombra de versos que se convertían en poesía. Muchas de estas composiciones eran llevadas hasta la ventana de la mujer que se pretendía conquistar y, con guitarra en mano y unos buenos amigos, se ofrecía la serenata. Luego, la enamorada salía, se asomaba o encendía las luces si el pretendiente era de su agrado. Cuando esto sucedía, uno se sentía aceptado, y era motivo de seguir parrandeando por la alegría que este acontecimiento producía.
Cuando usted visita las estribaciones de la Sierra Nevada o la Serranía del Perijá y se deleita contemplando los paisajes, comienza a imaginar cómo se componían esos clásicos. Entonces, entiende por qué se dejaban cautivar por el entorno paisajístico que habla por sí solo. Únicamente se describía la hermosura que presentaba el paisaje: los murmullos del agua, los remolinos formados por las burbujas del río, la puesta del sol, las mariposas revoloteando, los parques del pueblo, la iglesia… En fin, todo un cúmulo de riquezas literarias utilizadas por los poetas y escritores en vivo y en directo, apreciadas por los ojos del ser humano y plasmadas en un papel.
Luego, el tiempo también jugaba un papel importante en la descripción del tema, pues las estaciones —otoño, verano, invierno y primavera— se mostraban al hombre como un abanico de comportamientos tanto de la naturaleza animal como de la flora y fauna. En primavera, por ejemplo, los animales se apareaban y las plantas florecían. Esto daba pie para comparar la primavera con el amor. En otoño, el cambio de hojas de los árboles al secarse motivaba a escribir sobre la tristeza, la soledad, el ocaso y la vejez. El invierno era inspiración de abundancia: crecían los ríos, los animales engordaban, y se cantaba a la alegría, a la siembra, a los cultivos y a la lluvia. Por último, el verano inspiraba composiciones sobre la soledad del hombre y la tristeza; los ríos se secaban, los alimentos escaseaban, y los momentos de angustia quedaban reflejados en las estaciones del año.
En medio de tanta belleza y colorido que nos presenta nuestra madre tierra y nuestro Padre Creador, vivimos cada momento extasiados por el entorno, dejándonos seducir para escribir una letra convertida en poesía. No podía faltar el ser que Dios nos dio por compañera: la mujer. Gracias a ella nació el vallenato romántico. En un principio, nuestros juglares componían canciones dedicadas a la parranda, al amigo o a los acontecimientos del pueblo. Pero cuando utilizamos la inspiración para escribir sobre aquella mujer de la cual nos enamoramos, ahí nació la poesía y las canciones con un contexto literario dirigido a la conquista.
Recuerdo que así conquisté a mi mujer, y muchos de mis amigos también enamoraban a sus novias llevándoles serenatas. Pienso que fuimos una generación de gustos exquisitos para tratar a una mujer. Jamás se irrespetó al ser femenino con palabras soeces, vulgares o discriminatorias. Por muy mal que le pagaran al hombre, no se recurría al maltrato verbal ni a la vulgaridad; los reclamos se hacían respetando su dignidad.
La generación de hoy en día utiliza una terminología despectiva y vulgar, tratando a la mujer infiel como lo peor. Las melodías carecen de construcción melódica y texto literario; se vuelven repetitivas y se han dejado contaminar por el vulgarismo mediático que emplean otros ritmos. Incluso, dan rienda suelta a la pornografía infantil y juvenil, van redactando y describiendo poses sexuales, lo cual genera gran preocupación, ya que las emisoras y las llamadas redes sociales, con el afán de ganar sintonía, las difunden.
Recientemente, como lo prometí en esta revista Panorama Cultural, hice el lanzamiento del libro "Mi vida en pareja", donde narro precisamente la forma en que conquisté a mi esposa, así como de un audio-libro que incluye nueve canciones de mi autoría y dos de compositores que escogí en aquel tiempo: Octavio Daza y Fernando Dangond Castro.
Este audio-libro es una presentación en vivo que hice en un auditorio de la ciudad de Valledupar, lo he enviado a la revista, autorizándolos para que lo publiquen y los lectores puedan descargarlo, escucharlo y disfrutarlo.
Luis Carlos Guerra Ávila
Tachi Guerra
Sobre el autor
Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
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