Música y folclor
El universo visual de Cumbia Queen: tarot, cumbia y relatos de alma

El debut de Cumbia Queen con su álbum Llegó la Cumbia no solo marca una declaración sonora poderosa, sino que también revela una propuesta visual rica en símbolos, narrativas íntimas y un hilo conductor estético basado en el imaginario del tarot. En los tres videoclips lanzados hasta ahora —A Curarte el Alma, No se lo da y Rocío— se despliega una suerte de mapa espiritual, emocional y político, en el que cada pieza audiovisual actúa como un “arcano” que ofrece una visión particular del alma humana.
Una estética conectada por el simbolismo y la sensibilidad
Desde la primera toma se percibe una dirección artística cuidada, con un lenguaje visual coherente: el uso del color, el vestuario ceremonial, el recurso del primer plano como exploración interior, y una atmósfera que combina lo ritual con lo cotidiano. En los tres vídeos hay un juego entre lo místico y lo narrativo: personajes arquetípicos (la sanadora, el amante, la madre, la buscadora) actúan como cartas del tarot vivientes, permitiendo una lectura simbólica de las emociones que se cantan.
Los tres videoclips oficiales no solo destacan por su estética poderosa, sino también por la profundidad de sus letras y la manera en que dialogan con símbolos de la identidad caribeña, el feminismo popular, la espiritualidad y la memoria histórica. Cada canción se convierte en una narrativa visual donde el lenguaje simbólico del tarot sirve como columna vertebral y puente entre lo emocional y lo colectivo.
A Curarte el Alma: El arcano de la sanación
En esta pieza, Cumbia Queen encarna una figura chamánica rodeada de elementos naturales: plantas, fuego, agua. La letra habla desde una primera persona que ofrece consuelo, como si se tratara de una guía espiritual. Las palabras remiten a la curandería tradicional, con imágenes como “plantas”, “mirada”, “palabra”, todas ellas herramientas de cuidado ancestral. Hay una ternura firme en el tono, que no busca salvar, sino acompañar, lo cual se refuerza con la invitación al baile y el aprendizaje de la tejeduría: oficio mediante el cual muchas mujeres de los Montes de María no sólo han curado sus almas, sino que han dado testimonio de su sobrevivencia al conflicto armado.
La fotografía cálida y la paleta terrosa refuerzan la sensación de refugio y medicina. El video emplea encuadres estáticos y ralentizados que invitan a la contemplación en medio de los paisajes rurales del caribe. Técnicamente, destaca el uso de planos detalle para enfatizar texturas (manos, piel, tierra), lo cual apoya la letra que habla de una sanación emocional profunda. Las transiciones suaves y las superposiciones visuales evocan sueños o recuerdos, como si la canción ocurriera en un espacio entre mundos. Sanación, cuerpo y tradición oral se dan cita entre estos.
No se lo da: El arcano de la desconfianza y la libertad
Este video destaca por su teatralidad, con una puesta en escena que recuerda tanto al teatro popular como al performance callejero. La cámara permanece casi siempre fija, lo cual permite que sean los actores quienes construyan la acción mediante una serie de cuadros vivos, coreografiados con ritmo y comicidad. Las transiciones se generan por los mismos cuerpos en movimiento, que entran y salen del encuadre como en una obra coral.
El relato, claramente exagerado, se apoya en una mamadera de gallo constante, ya sugerida en la letra de la canción, y potenciada por recursos visuales como los avisos tipo meme, los emojis flotantes, los carteles de “te clavaste” o “déjala quieta”, y los cambios de luces que dividen las “rondas” del enfrentamiento entre géneros. Esta elección estilística enmarca la canción en el universo del humor popular caribeño, donde la risa es herramienta crítica y de sobrevivencia.
La repetición constante de la frase-mantra “cuando no quiere la mujer no se lo da”, lejos de ser solo pegajosa, se convierte en una consigna feminista envuelta en picardía, que desarma las estrategias masculinas de conquista a través de la burla. La cumbia se transforma aquí en escenario de una lucha coreográfica entre hombres y mujeres, donde al final la autonomía femenina no se discute: se celebra bailando.
Rocío: El arcano de la memoria
Este es el más íntimo y doloroso de los videos. Está dedicado a las personas desaparecidas y parte de un duelo personal. Se construye visualmente a partir de la alternancia entre dos planos temporales o simbólicos. Por un lado, las escenas donde Cumbia Queen baila y camina frente al mar, vestida de blanco, con una ofrenda floral en las manos, están filmadas en una paleta natural, luminosa, que resalta el azul del agua y la claridad del día. Allí, el movimiento es fluido y la cámara sigue sus gestos con suavidad, acompañando una acción ritual: la entrega del dolor al mar, en un acto de limpieza espiritual.
Por otro lado, intercaladas con estas imágenes, aparecen escenas en tonos sepias —cálidos y terrosos— donde la artista se muestra en espacios interiores, en un altar doméstico, rodeada de velas, flores, fotografías. Estos momentos están trabajados mediante la técnica de los cuadros vivos, inspirados claramente en la tradición de Galeras (Sucre), declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En ellos, la quietud de los personajes —mirando al frente o sosteniendo objetos significativos— transforma la memoria en imagen estática, casi sagrada.
La letra es una elegía íntima, que no solo nombra directamente una pérdida concreta, sino que canta o nos sirve para cantar cada ausencia de alguien que aún duele. El nombre “Rocío”, aparte de ser el nombre propio de quien inspiró la canción, alude a lo que queda tras la lluvia: lo sutil, lo que humedece la piel sin ser visible. Hay una voz femenina que recuerda, que honra, que suelta. Las imágenes de archivo y los retratos intervenidos visualmente refuerzan el carácter de homenaje. Pero lo que podría ser solo lamento, aquí se convierte en acto de resistencia amorosa: la mujer no se queda en el dolor, sino que lo ofrece al mar, lo baila, lo nombra.
Tres cartas abiertas de una misma baraja
Los videoclips de “A Curarte el Alma”, “No se lo da” y “Rocío” componen una trilogía audiovisual que va más allá del acompañamiento musical. Son tres cartas abiertas, tres escenas rituales, tres expresiones del alma femenina que se cura, se afirma y recuerda. Aunque cada video tiene una identidad propia — sanación, autonomía, memoria — los une una estética cuidadosa que bebe tanto del tarot y el simbolismo ritual, como de las tradiciones culturales del Caribe colombiano: el performance festivo, los cuadros vivos, las ofrendas al mar, el lenguaje popular.
Visualmente, estos trabajos combinan teatralidad, coreografía y sensibilidad documental, sin perder la frescura de lo popular. La cumbia aquí no es solo música y baile: es una forma de estar en el mundo, de narrarse con fuerza, con gracia, con cuerpo y con historia.
Estas tres piezas —como cartas de un arcano— dibujan un recorrido emocional completo: rescate, rebeldía y recordación. Visualmente están conectadas por una paleta emocional, cercana, simbólica, centrada en el rostro como narrador, y recursos como encuadres íntimos, transiciones sugerentes y atmósferas rituales. Esto consolida a Cumbia Queen como una voz potente no solo musical, sino también visual y cultural. No se presenta como una intérprete más, sino como una contadora de historias, una artista que transforma cada canción en una ventana hacia un universo de símbolos vivos, en donde el dolor se canta, el deseo se baila y la memoria se honra.
Luis Carlos Ramírez Lascarro
Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Luis Carlos Ramírez Lascarro (Guamal, Magdalena, Colombia, 1984). Historiador y gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena y Maestrante en Escrituras audiovisuales en la misma universidad.
Autor de los libros: Confidencia: Cantos de dolor y de muerte (2025); Evolución y tensiones de las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (en coautoría con Xavier Ávila, 2024), La cumbia en Guamal, Magdalena (en coautoría con David Ramírez, 2023), El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica (en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza, 2020).
Ha escrito las obras teatrales Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien también lo representa. Su trabajo poético ha sido incluido en antologías como: Quemarlo todo (2021), Contagio poesía (2020), Antología Nacional de Relata (2013), Tocando el viento (2012), Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Polen para fecundar manantiales (2008) y Poesía social sin banderas (2005), y en narrativa, figura en Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021).
Como articulista y editor ha colaborado con las revistas Hojalata, María mulata (2020), Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023), y ha participado en todos los números de la revista La gota fría (No. 1, 2018; No. 2, 2020; No. 3, 2021; No. 4, 2022; No. 5, 2023; No. 6, 2024 y No.7, 2025).
Entre los eventos en los que ha sido conferencista invitado se destacan: Ciclo de conferencias “Hablando del Magdalena” de Cajamag (2024), con el conversatorio Conversando nuestra historia guamalera; Conversatorio Aproximaciones históricas a las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (2024); Primer Congreso de Historia y Patrimonio Universidad del Magdalena (2023), con la ponencia: La instrumentalización de las fuentes históricas en la construcción del discurso hegemónico de la vallenatología; el VI Encuentro Nacional de Investigadores de la Música Vallenata (2017), con Julio Erazo Cuevas, el juglar guamalero; y el Foro Vallenato Clásico (2016), en el marco del 49º Festival de la Leyenda Vallenata, con Zuletazos clásicos.
Ha ejercido como corrector estilístico y ortotipográfico en El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), donde además participó como prologuista.
Realizó la postulación del maestro cañamillero Aurelio Fernández Guerrero a la convocatoria Trayectorias 2024 del Ministerio de Cultura, en la cual resultó ganador; participó como Asesor externo en la elaboración del PES de la Cumbia tradicional del Caribe colombiano (2023) y lideró la postulación de las Procesiones de semana santa de Guamal, Magdalena a la LRPCI del ámbito departamental (2021), obteniendo la aprobación para la realización del PES en 2023, el cual está en proceso.
Sus artículos han sido citados en estudios académicos como la tesis Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021); el libro Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020) y la tesis El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017).
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