Música y folclor

“La tambora tiene una lucha con la música vallenata desde hace 50 años”: Diógenes Pino Ávila

Samny Sarabia

08/10/2018 - 09:40

 

“La tambora tiene una lucha con la música vallenata desde hace 50 años”: Diógenes Pino Ávila
El escritor DIógenes Armando Pino Ávila / Foto: Samny Sarabia

 

El foro ‘Tambora: universo mágico’ realizado en Valledupar fue el escenario propicio para expresar con fuerza el sentir de los cesarenses ubicados al sur del departamento, respecto a la práctica, el trato y salvaguardia en la música de tambora.

En la voz del profesor, gestor cultural y escritor Diógenes Armando Pino Ávila, panelista invitado al evento se escuchó una crítica sobre clasificación o la consideración generalizada de “vallenatos” que se da a los nacidos en el Cesar, ignorando las tradiciones de cada territorio y siguiendo un patrón que para los nacidos en los municipios situados en la cuenca de la Depresión Momposina, resulta agresivo y excluyente.

Para hablar del entorno geográfico e histórico de la tambora, necesariamente hay que hacer alusión a ese enclave territorial, bañado por los ríos Magdalena, San Jorge, Cesar y Cauca, y que ha influido y conectado a sus habitantes con sus prácticas sociales y culturales, lo cual es entendido muy bien por el profesor Pino; quien es reconocido por su trabajo a favor de la conservación y visibilización de la música  de tambora, desde la escritura, su labor como docente y por supuesto, como gestor de uno de los festivales de tambora de más tradición y renombre, el de su natal Tamalameque.

PanoramaCultural.com.co conversó con Diógenes Armando Pino sobre su participación en el foro, organizado por el Plan Departamental de Música para la Convivencia y la Reconciliación del Cesar.

¿En qué se centró su ponencia en el foro Tambora: universo mágico?

Luego que nos encuadramos y contextualizamos dentro de la Depresión Momposina, empezamos a hablar del Cesar. Nosotros (los del sur del Cesar) no estamos de acuerdo que nos cataloguen como parte del ‘País Vallenato’ porque el Cesar tiene unos componentes humanos claramente diferenciados: indígenas con los Koguis, Arhuacos, Kakuamos, Wiwas y los Yukpas. Tiene un componente santandereano con los pueblos que hicieron asentamientos a propósito de la violencia política colombiana en González, San Alberto, San Martín, Río de Oro, Aguachica, Pelaya, Pailitas e incluso, parte de Codazzi, también tiene un componente netamente vallenato con sus municipios de la parte norte con un entramado familiar entre el Cesar y La Guajira.

Por último, el componente del río, de la ciénaga compuesto por los municipios de Gamarra, La Gloria, Tamalameque, Chimichagua, Chiriguaná y El Paso. Entonces, hay unas connotaciones culturales y sociológicas muy diferentes en cada uno de esos componentes, por lo tanto, nosotros no encuadrábamos o ninguno de los componentes encuadra en ese gran ‘País Vallenato’ que están impulsando desde ese vallenatocentrismo desde hace 50 años (desde la creación jurídica del departamento) hasta esta parte. Lo nuestro es el río y nuestro acervo cultural son las tamboras, una oralidad impresionante con una tradicionalidad, con una visión de la vida y una cosmogonía muy diferentes a todos estos pueblos.

Para aterrizar, después se me pidió que hablara sobre la formalización del primer festival de la tambora en Tamalameque, que fue el que dio origen a este movimiento cultural de la Depresión Momposina porque estuvimos casi en un sitial de liderazgo en todo ese territorio. Tamalameque se hizo casi que el epicentro cultural de la Depresión Momposina, que debió serlo Mompox (Bolívar) o El Banco (Magdalena) porque contaban con la infraestructura para ello pero ellos han sufrido un desarraigo cultural. Los momposinos desde la colonia han sido arriscados nunca han aceptado ni al salvaje ni al negro, y a El Banco, no sabemos de dónde le llegó la cumbia porque todo su entorno toca tambora: Tamalameque, Chimichagua, El Peñón, Ríoviejo, San Martín de Loba, Barranco de Loba, Guamal y ni ellos saben por dónde les llegó la cumbia.

Esas discusiones las generábamos hace rato pero las hemos dejado de generar porque no conducen a nada, lo importante es reconocernos sin excluirnos pero tenemos una lucha con la música vallenata desde hace 50 años, porque han tratado siempre de excluirnos e ignorarnos a nivel cultural.

¿Usted está en desacuerdo con lo dicho por el historiador Tomás Darío Gutiérrez en su intervención en el foro?

Tomás Darío Gutiérrez dice que somos vallenatos sí o sí. Él no admite discusión en eso y se basa –de pronto con razón- en algunos documentos históricos que solo él conoce. La verdad es que nosotros no estamos tan duchos en la parte histórica – no he tenido la oportunidad, ni me interesa mucho- pero sí en esas manifestaciones culturales que son evidentes y que se han mantenido a través del tiempo y, que nuestros mayores nos han hecho conocer a través de la oralidad y que nosotros hemos seguido a través de la costumbre y la tradición.

Yo creo que ése es el sentir de los pueblos de la ciénaga porque nosotros tenemos mayor cercanía, mayor parecido a poblaciones de Bolívar como Arenal, Ríoviejo, El Peñón, Talaigua Viejo, Talaigua Nuevo, Hatillo de Loba e incluso, Altos del Rosario que es un enclave negro totalmente. Tenemos más cercanía en esa visión mágica del mundo que nos rodea. Si tú penetras hacia allá, encontraras cosas que no encuentras en otras partes, por decir algo, oraciones, rezos y creencias que no se encuentran por acá. Encontrarás un universo diferente en el vocabulario, nosotros tenemos palabras de uso cotidiano allá que no se utilizan acá, lo que ocurre acá con “el pangao”, nosotros no utilizamos ese vocabulario allá. Usamos otro dentro de una jerga natural de los pueblos campesinos y pescadores.

Entonces, somos diferentes dentro de la unidad que tenemos en el Cesar porque debemos ser unidos en eso. Nosotros tenemos unas diferencias conceptuales, culturales y de tradición que nos hacen diferentes y eso no es problema, tenemos que conocernos y auto reconocernos.

¿Cuál es la crítica más puntual que usted hace?

Mientras Barranquilla le ha dado más hospitalidad a toda la cultura del río a través de sus carnavales y todas sus fiestas, mientras han tenido la amplitud de pensamiento de un Museo del Caribe que recibe toda la cultura de una región, aquí estamos cerrando espacios con un Museo del Acordeón. Hay una estrechez mental respecto a eso y es lo que Tomás Darío Gutiérrez no acepta que yo lo diga públicamente. Se necesita ampliar los conceptos, el Cesar es multicultural y es pluriétnico y como tal, es lo que le da riqueza cultural al territorio pero cerrando los espacios y diciendo que todos somos vallenatos, no hacemos nada.

En el foro, usted utilizó la palabra “magia” para referirse a la tambora y, de hecho, el nombre de este espacio se tomó del libro ‘Tambora: universo mágico’ escrito por usted. ¿Qué es lo mágico que tiene la tambora para Diógenes Pino?

Absolutamente todo es mágico ahí. En primer lugar, cuando tú conoces la tambora no te puedes abrir más nunca de ella. Yo soy un elemento exógeno de la tambora: no bailo, no canto, no toco ningún instrumento, soy el cruce más raro porque mi papá es nortesantandereano y mi mamá una negra tamalamequera, la naturaleza fue esquiva conmigo, no sé bailar, no sé cantar, no sé hacer nada de eso pero me dotó de una observación y de un oído que educó mi mamá al escuchar las historias, ya que mi familia es portadora de tradición oral y eso me hizo enamorar de las tamboras.

Partiendo de ello, no conozco a nadie que se haya introducido en ese mundo de las tamboras que después se haya sustraído de él; pregúntale a Simón Martínez, Carlos Guevara, Nicolás Maestre o a cualquiera que haya estado involucrado en los festivales nuestros para que te des cuenta. Quedan amarrados con esa magia.

Lo otro es ese mundo mítico que se vive dentro de las tamboras, de que las tamboras se tienen que cubrir con cuero de chivo y no con cuero de tigrillo porque termina la fiesta en pelea, que la mujer tiene que usar la flor de coral de acuerdo a su posición, si es señorita a la izquierda y si es señora a la derecha para evitar la falta de respeto del hombre en el cortejo, en fin, hay tantas cosas que la hacen mágica, sobre todo ese entorno geográfico que vivimos allá.

Nuestra gente son pescadores y los pescadores tienen mucho tiempo para pensar y como no tiene una explicación racional para los fenómenos que ve, entonces, le da una explicación mágica a todas esas cosas. Nosotros hemos crecido dentro de esa magia, a todo le vemos esos visos mágicos y yo a las tamboras, se los veo a diario y si se hace en la noche, más todavía.

Se ha hablado de las diferencias en la interpretación e incluso, en el baile entre los pueblos de tradición tamborera. ¿Cuáles son esas diferencias más marcadas?

La tambora es igual y es la misma, lo único es que en cada sitio donde ha llegado se ha recreado y ha adoptado unos elementos propios del sitio donde llega. Encontramos que en Altos del Rosario (Bolívar) una tambora “bajera” porque los cueros del tambor están más flojos. La pregunta es ¿Por qué están flojos? Porque el sereno de la noche no los puede aflojar más para no desentonar, es más lenta y tiene más signos negroides en las voces, en los cantos.

Llegas a Hatillo de Loba, también en el departamento de Bolívar, y hay una tambora que ellos llaman “corrida” porque se adaptó al canto de una señora que se llamaba Venancia Barriosnuevos, ella cantaba más rápido, entonces, es se le llama tambora corrida porque los tambores necesariamente tienen que acompañar a esa voz pero llegas a Tamalameque (Cesar) y encuentras una tambora “alegre” que es dúctil, pegajosa, que le entra por los poros al oyente. Te pasas de aquel lado del río y llegas a Ríoviejo (Bolívar) y allá ellos le llaman tambora “brincada” porque tienen otra forma de bailarla y tocarla, es más ni siquiera usan la tambora de dos parches sino un instrumento hibrido entre tambora y currulao que llaman ‘tamborina’ que la tocan con baquetas.

Llegas a San Martín de Loba (Bolívar) y ellos le llaman tambora “redoblada” porque es como una reminiscencia de algunas marchas que los colegios de monjas y curas tenían en ese entonces y ellos adaptaron esa forma de tocar. Entonces, donde llegues, encuentras algunas diferencias, debes tener un oído muy entrenado para distinguirlas.

Usted es uno de los fundadores del Festival de Tamboras y Guacherna de Tamalameque, ¿cómo ve la evolución del festival, cómo ha sido ver ese relevo generacional de todos esos pueblos de la Depresión Momposina?

Unas de las condiciones que nosotros pusimos en el primer festival fue que hubiera grupos de niños con la idea de perpetuar la tradición. Si llegas a Tamalameque o a cualquiera de esos pueblos que hacen festivales de tambora en todo el río, ves una cantidad de escuela de niños que nos dan la tranquilidad y la alegría de que habrá tambora por cien años más pero ha habido algunos cambios y yo reconocía mi mea culpa en ese tema porque yo la monté por primera vez a una tarima, le puse micrófono, le puse uniforme y separé al público de la tarima y le di a la tambora una cultura más televisiva y ahora, no bailan abajo, no te cantan sin micrófono; es decir, yo soy culpable de haber roto parte de eso pero sin eso, no hubiera pervivido la tambora.

En cuanto al festival, yo digo jocosamente que el nuestro se volvió cristiano porque se hace cuando Dios quiere.

En pocas ocasiones, Valledupar ha tenido un acercamiento tan íntimo con la tambora como el logrado con este foro, para terminar, ¿qué considera usted que se requiere para seguir cultivando una proximidad y que los valduparenses no vean lejana la música de tambora?

Se requiere el apoyo institucional y la apertura. El actual gobernador ha escuchado porque de verdad, ha sido un sonsonete de nosotros desde el sur y él ha escuchado. Estos eventos de apertura son necesarios y no les cuesta mayor cosa. También que de aquí para allá, los apoyo no los hagan como los hacían antes, que nos mandaban un conjunto vallenato, que apoyen con instrumentación, con talleres con gente de allá, que apoyen a los festivales con las premiaciones, etc.

Otra cosa, es la vista desde la academia. Mientras la academia trate de refinar y mirar estéticamente el fenómeno y no como la estesis; que es porque nos gusta, porque es lo nuestro, que es por lo que yo vi y por lo que me enseñaron los mayores, mientras ellos la sigan viendo con ojos estéticos habrá ese choque, que hasta cierto punto, habrá algunos que tendrán que asumirlo, los que quieran hacer la música más comercial pero a nivel de estos pueblos creo que sería penetrarlos culturalmente en una forma desproporcionada y que la gente nuestra no tiene estudios y van a creer que eso es lo bueno, que es lo mejor y van a abandonar las  prácticas tradicionales. Es lo que yo opino de ese tema.

Que las personas sean campesinas y pescadores es parte de la magia. La naturalidad con que cantan y bailan es porque así la canta la mujer que pila y muele el maíz, que hace la arepa, que cocina el pescado, ella no tiene ningunas pretensiones estéticas para hacerlo sino que así lo escuchó de sus mayores y así como lo escuchó y lo aprendió de niña es que lo quiere hacer. Ahí es donde está la magia de la tambora.   

 

Samny Sarabia

@SarabiaSamny

4 Comentarios


CARLOS HUMBERTO MALDONADO PEÑA . 08-10-2018 07:19 PM

Diogenes esta equivocado, son dos generos diferentes y ambos han estado ahi siempre, si vamos al Paso, la familia de Alejo eran tamboreros y cantaoras de Bailes cantaos, mas sinembargo el y sus hermanos aprendieron a interpretar el Acordeon; en una ocasion que hablabamos con Sonia Bazanta, "Toto" su mamá me decia que el Acordeón habia entrado por mompos y que hubo varios interpretes, entonces el Acordeon tuvo que haber entrado por muchos puerto, afortunadamente el que entro por Riohacha fué el que mas se desarrolló. Por lo tanto no hay que estimatizar lo; lo que pasa es que cuando nacen los Concursos vienen los rencores y el vallenato de la Provincia siempre le han tenido su cariñito aparte; lastima que el moderador del foro no permitio que todos intervinieramos y nos hubieramos nutrido mas de nuestro Folclor que es muy Rico.CHMP. Folclorista.

Eduardo Rodríguez Vega 09-10-2018 09:09 AM

Como primero, es el punto de vista de Diógenes; en segundo término, no has dicho nada nuevo, Tercero estamos en rebeldía con las actitudes de todos los gobiernos que ha tenido el Cesar, han sido ajenos a la tambora. Conclusión, no entiendo en donde está equivocado.

Héctor el chichi Rapalino 13-10-2018 01:50 PM

La música folclórica tiene una importancia es en los pueblos dónde se vive y se goza ay unos género musicales que tú vieron unos buenos padrinos que buscaron que ese género pasará fronteras en caso del vallenato , la cumbia entre otros género que en riquesido nuestro bello folclor el valleto si no me equivoco su mejor madrina fue la señora Consuelo Araujo N la cumbia tu buenos exponente como el maestro pacho Galán y así nuestro gran compositor José Benito Barro componía canto en ritmo tambora si no que el lo adapto a otro ritmo como la canción la bruja de chimichagua

VICTOR CALERO GONZALEZ 16-10-2018 04:40 PM

No soy del Cesar, sino de Santa Marta y estoy muy de acuerdo con el sr Diogenes y en total DESACUERDO con el sr Maldonado Peña, al cual se le nota un "tufillo" despreciativo hacia la Tambora. Es que los cultores del vallenato creen que toda la costa norte es "amante del vallenato" y se equivocan. Si bien la musica vallenata gusta mucho, no quiere ello decir que los otros aires musicales no tengan sus cultores y seguidores, especialmente en las poblaciones pequeñas que son mucho mas tradicionalistas y cultoras de sus costumbre que las capitales en donde se ha perdido esa autenticidad. Y como colofon le digo que en una fiesta cualquiera el vallenato hace bailar pareja con parejo, pero con una tambora o " tambopapayera" es UN DESORDEN TOTAL. NADIE SE QUEDA SENTADO!

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