Música y folclor
Pedro García: el incansable parrandero del “Trovador ambulante”
Cuando los Hermanos Zuleta lanzaron el álbum “Mi canto sentimental” a mediados de 1973, se acababa de realizar la sexta versión del Festival de la Leyenda Vallenata, que había coronado rey al recordado acordeonista Luis Enrique Martínez Argote, y en el sentimiento de la fanaticada costeña y, sobre todo, valduparense, aún se percibía la tristeza que había producido la muerte del compositor patillalero Freddy Molina Daza a finales del año anterior. Por eso, el repertorio musical que incluyó el nuevo disco de los Zuleta fue un acontecimiento extraordinario que vino a motivar los ánimos decaídos y a traer nuevamente la alegría perdida a todos los amantes de la música vallenata. Y, aunque el título del long play honraba la bellísima canción de Poncho Zuleta, no puede desconocerse que, desde un comienzo, “El trovador ambulante”, el hermoso paseo del compositor Pedro García Díaz, se convirtió en la canción “por excelencia” que gozó y sigue gozando de un favoritismo singular y de una admiración incomparable en los todos los seguidores del folclor vallenato. Esto lo apreciamos cada vez que recurrimos al pasado para escuchar aquellas canciones inmortales, que hicieron historia y quedaron imborrables en la memoria del pueblo.
Por esa época, se comentó que, inicialmente, el nombre del álbum iba a ser “El trovador ambulante”, para darle el mérito a Pedro García Díaz, pero después hubo un cambio de parecer en Los Hermanos Zuleta, quienes terminaron escogiendo la canción de Poncho, que también es fuera de serie y fue grabada por Los Hermanos López con Jorge Oñate, para titular el disco. Entonces, a partir de esta publicación, “El trovador ambulante” pasó a ser la canción más significativa de Pedro García Díaz, y la que le dio un estatus de honor dentro del reino privilegiado que conforman los grandes creadores de la música vallenata Y aunque este compositor ya era bastante conocido en el medio folclórico por tener otras canciones grabadas, fueron Los Hermanos Zuleta quienes le hicieron la proclamación definitiva en el mundo vallenato. En el álbum, también figuraron otros temas excelentes, como “Paso a paso” de Ildefonso Ramírez Bula, “No hay dolor en mí” de Gustavo Gutiérrez Cabello, “La mala situación” de Lorenzo Morales, “La herencia” de Emiliano Zuleta Díaz, “Gavilán atanquero” de Juan Francisco Mindiola y “La piquería” de Emiliano Zuleta Baquero.
“EL trovador ambulante” es un hermoso poema de fondo elegíaco que relata la nostalgia de un cantante, que inicia una vida andariega el descubrir, a través de la quiromancia, que es víctima de una infidelidad. Se encuentra estructurado en cinco estrofas de versos pentadecasílabos, con rimas total y parcial alternadas, una métrica que no es común en el arte vallenato, ni en algún otro tipo de composición musical, debido a la dificultad que encuentra cualquier vocalista para cantar quince sílabas en solo grupo fónico. Sin embargo, la maestría vocal, el vigor pulmonar y la tesitura penetrante de Poncho, logran imprimirle un dominio singular a la extensión de los versos, que fluyen con una originalidad asombrosa. El primer apartado estrófico presenta la emoción del poeta alegrando las noches con sus cantos: “De plácido reposo disfrutaba mi bohío / mi canto dominaba la noche caliginosa / vestido de luz fiesta estaba el corazón mío / en ese campo donde todo era color de rosa”. El segundo apartado narra la llegada de la gitana, quien descubre la traición en las líneas de la mano: “Pero apareció la quiromántica gitana / en mi mano derecha leyó su infidelidad / desde ese momento dejé sola mi cabaña / me fui como criatura que persigue la verdad”.
El tercer apartado estrófico, que sirve de coro, es cantado, dos versos por los coristas y dos por el vocalista estelar. Narra la vida andariega que inicia el cantante, apenas se entera de la infidelidad: “Atravesé montañas, valles y praderas / como sombra intangible caminaba el cantante / se convirtió mi vida una quimera / por eso ahora me llaman el errante”. El cuarto apartado expresa la actitud y las consecuencias que la traición le produjo al poeta: “Ahora con su traición soy trovador ambulante / mi poesía es una queja y mi traición es un llanto / pregonando mis penas me la paso por las calles / llevando una amargura en mi melancólico canto”. Y en el último apartado, nuevamente, sigue dando muestras quejosas de la traición y de la actitud asumida por él: “Por su desamor, yo soy un cantor nefasto / porque traicionaste a mi sincero cariño / más seguiré cantando a sabiendas de tu engaño / más nada puedo hacer si ya todo está perdido”. Por un recurso poético, llamado sinécdoque, que suele ocurrir con suma frecuencia en el habla popular, y que consiste en mencionar una parte por el título de la obra, esta canción también es llamada comúnmente “la quiromántica gitana”, haciendo alusión a la expresión similar que se cita en uno de los versos del segundo apartado.
La primera aparición estelar de Pedro García Díaz en el entorno musical ocurrió a comienzos de 1969, cuando figuró en el álbum “Romance vallenato” que lanzó Alfredo Gutiérrez Vital en la antesala del Festival Vallenato de ese año, que se realizó del 27 al 30 de abril y coronó como rey a Nicolás “Colacho” Mendoza. Figuró como autor del tema “Por qué te marchaste”, un paseo rápido dedicado a una mujer de nombre Micaela. Su primera estrofa dice: “Ya se marchó Micaela / la novia que yo tenía / y me ha dejado una pena / y en el alma una agonía”. En 1970, nuevamente “El Rebelde del acordeón” hace honor al nombre de Pedro García Díaz y le graba el paseo “Dime por qué”, que apareció en el álbum “Matilde Lina, lanzado a finales de ese año. La galería de este álbum toda fue exitosa. En ella figuraron también: “El quedao”, “Cuando un amor se aleja”, “La primera novia” y “Angelito” de Alfredo Gutiérrez, “Acuérdate” de Enrique Aguilar, “El troyano” de Juan Severiche Vergara, “Indiferente” de Freddy Molina, “El ramillete” de Abel Antonio Villa, “La que se va” y “Matilde Lina”, la canción que bautizó al long play del maestro Leandro Díaz Duarte.
“Dime por qué” es un hermoso paseo, profundamente lírico, cuyo tema es un interrogante que le hace el autor a una mujer que lo abandonó. Su estructura presenta varias estrofas de versos variados con rima parcial alternada: Su primera estrofa introduce una interrogación: “Por qué razón mataste / aquel amor divino / aquellas ilusiones. / Dime cuál fue el motivo que encontraste / para dejarme solo en el camino / si mi único pecado fue adorarte”. La segunda entrada es una petición: “Déjame bendecir tu despedida / así como bendije tu llegada / no te guardo rencor, vete tranquila / yo creo en la conciencia de las almas. / Pero dime por qué, dime por qué me abandonaste/ no me atormentes, no me mates/ ten compasión dime por qué”. La tercera estrofa expresa: “Si alguna vez recuerdas / que yo te quise mucho / que te amé locamente / no des un paso atrás sigue tu senda / olvídame otra vez, alza tu frente / y sigue caminando como yo / por el camino de los sufrimientos / que aquél que sufre con resignación / mata poquito a poco su tormento”. Y cierra con un deseo: “Adiós amor, que seas feliz toda la vida / me entristece esta despedida / cuánto me duele en el corazón”. En 1984 esta canción fue cantada por Jorge Oñate y Juancho Rois, y apareció en el álbum “Canto y Tradición” de ese año, y también fue interpretada por Ismael Rivera y su orquesta.
Asimismo, Pedro García Díaz hizo parte del álbum inaugural del conjunto de Los Hermanos Zuleta titulado “Mis preferidas” lanzado en 1971. Figuró con el tema “La rutina”, un paseo rápido donde narra que está retirado de la música, un don que es heredado, a causa de un luto que está viviendo. Su estrofa inicial dice: “Hace tiempo que estoy retirado / del ajetreo musical / el luto me tenía callado / por eso no podía cantar”. Después sigue el coro, donde introduce el título de la canción: “Aquí les traigo mi rutina / con esta bella melodía / mientras mi cuerpo tenga vida / vivo cantando noche y día”. Después continúa: “Nunca dejo de componer / porque yo heredo este don / es que siento mucho placer / cuando hago una composición”. Esta canción gozó de poca aceptación y no logró superar a ninguno de los temas más llamativos del trabajo musical. Más bien, pasó inadvertida. Entre los temas más escuchados del long play figuraron: “La molestia” y “La experiencia” de Emilianito Zuleta, “La suerte de Juana” de Antonio Orozco, “Callate corazoncito” de Tobías Enrique Pumarejo, “La negra de Felipe” de Simón Salas, “Desencanto” de Alfonso Zuleta Díaz y “La enfermedad” de Rafael Escalona Martínez.
En 1974, Pedro García Díaz funda el conjunto “Los Cañaguateros”, actuando él como vocalista estelar y Florentino Montero como acordeonista. A mediados de ese año, lanzaron su primer trabajo discográfico titulado “Vendaval”, que incluyó doce temas fabulosos, entre los cuales fueron muy escuchados: “La negra Carmen” de autor reservado, “Tristeza India” de Antonio Serrano Zúñiga, “La provinciana” de Gustavo Gutiérrez Cabello, “Caño lindo” de Adriano Salas Manjarrés, “Canto a la sabana” y “Vendaval”, la canción que le dio el título al long play, ambas de Pedro García Díaz. Dos años después “Vendaval” fue el título de una telenovela colombiana, en la cual participaron los grandes actores de la época. Su tema, profundamente romántico, se refiere a la confesión amorosa que el autor le hace a una mujer. Su primera estrofa dice: “Quiero decirte a ti una cosa mi vida / aunque tú sabes verdad lo que yo siento / esta inestable pasión fue concebida / en este amor que llevo yo por dentro”. Sigue el coro: “Muchas mujeres he besado en esta vida / muchos sueños han reposado en mis brazos / siempre he sido un hambriento de caricias / pero la nostalgia de perseguirme mis pasos”.
La producción discográfica de “Los Cañaguateros” siguió conquistando simpatía en la fanaticada y la agrupación continuó posicionándose con altura al lado de los otros conjuntos existentes: Los Hermanos López con Jorge Oñate y Los Hermanos Zuleta. Al comienzo de 1975, lanzaron el álbum “Linda Margarita”, en el cual aparecieron dos temas de Pedro García Díaz: “Rosa samaria”, un hermoso paseo romántico dedicado a una mujer de Santa Marta. Su estrofa inicial canta: “Oh! Rosa samaria que adornas el mar / y que ha motivado mi composición / con toda mi alma te voy a cantar / líricas estrofas de mi inspiración / quisiera que fueras mi jardín florido / para acariciarte rosa perfumada / y entre tu fragancia viviría escondido / cantando canciones sobre la mañana”. Y “Vallenato en Europa”, un paseo rápido que narra la nostalgia que siente una persona cuando oye la música vallenata en otro continente. En el long play también aparecieron otros temas excelentes, como “Princesa encantadora” y “Trébol legendario” de Adriano Salas Manjarrés, “Amor atormentado” de Álvaro Cabas Pumarejo y “Linda Margarita”, la canción que tituló el long play, de Ignacio “Nacho” Paredes.
En 1979, Pedro García Díaz participa en el concurso de la Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata, que se realizó del 26 al 30 de abril. Presenta el tema “El poeta pintor”, firmado con el seudónimo “El Tío”. Los miembros del jurado, José Jorge Arregocés, Raúl Moncaleano, Rodolfo Bolaño y Ramón Martínez, no tuvieron reparos en escoger esta canción como la merecedora del primer puesto y el público aplaudió la decisión. “El poeta pintor”, grabado en ritmo de paseo” es un poema elegíaco dedicado a la muerte del pintor Jaime Molina, uno de los personajes más queridos y apreciados de Valledupar y la región. Su estructura presenta cinco estrofas de metros irregulares con una ligera rima vocal alternada. La primera estrofa introduce la noticia sobre la muerte del pintor: “Trágica noticia la que yo recibí / una mañana de agosto / que no quiero recordar / el pintor molina acaba de morir / seguro la bohemia de luto se vestirá”. La segunda entrada manifiesta la tristeza e introduce una reflexión: “En esos momentos me quedé pensativo / me llené de tristeza y me cubrí de dolor / ¡hombe¡ cómo es posible que haya desaparecido / ése mi gran amigo / llamado el poeta pintor”.
En el tercer apartado, que se introduce a manera de coro, el autor hace una reflexión y se consuela hablando de la muerte, como razón inevitable para todos los seres humanos: “Pero yo sé que algún día / nos tenemos que encontrar / y entonces se escucharán / bellos sones y poesías”. La cuarta estrofa hace un recorrido por los principales compositores y personajes parranderos de la región: Gustavo Gutiérrez, / Hugues Martínez / y Moncaleano / ya no parrandearán en la avenida / Darío Pavajaeu y Roberto su hermano / sentirán nostalgia / de la ausencia de Molina”. La quinta entrada es anecdótica: refiere un compromiso que hizo Rafael Escalona cuando el pintor falleció: componerle una canción, y, con toda seguridad, se la compuso: “El maestro Escalona que tanto lo estimaba / en estos momentos tiene una deuda con él / me contó José Jorge / Rafa le va a componer un son / homenaje a su amigo que se marchara”. La última entrada, a manera de coro, hace mención a dos personajes parranderos, entrañables del desaparecido: Armando Uhía y Jique Cabas / dos amigos parranderos / hoy llevan sus recuerdos / en lo profundo del alma”.
En la serie anual “Fiesta Vallenata”, que inició la disquera CBS desde 1975, figuraron dos temas de Pedro García Díaz que tuvieron una acogida monumental. El primero fue “Alma perdida”, un paseo lento de tono romántico, que figuró en el álbum “Fiesta Vallenata”, Volumen 9 de 1983. Su primera estrofa dice: “Hombe, dame aquel beso morena / ese que me quedaste debiendo / para calmar esta pena / esta pena grande / que yo estoy sufriendo”. Y continúa: “Cuando yo te vi aquella mañana / pensé que tú a mí me sonreías / pero solo eran quimeras / tan solo quimeras de hipocresía”. El segundo fue “La promesera”, un hermoso paseo lírico que figuró en el elepé “Fiesta vallenata”, Volumen 10 de 1984. El tema es una crítica, o más bien un llamado a una mujer para que regrese al lado del autor. Su primera estrofa dice: ”Cariñito de mi vida vuelves a mi lado / porque tú eres el motivo de esta inspiración / y si no regresas pronto seré un fracasado / tampoco quiero morirme de esta decepción”. Y sigue: “Desde el día que te marchaste vivo delirando / ando perdido en el mundo sin ningún consuelo / cómo es posible que a este hombre tú lo estés matando / tú te has vuelto promesera y no escuchas mis ruegos”.
Pedro García Díaz, llamado fraternalmente “El gavilán atanquero”, calificativo que le dio el compositor Juan Francisco Mindiola, nació el 19 de abril de 1937 en Atánquez, Cesar, un pueblo ubicado a varios kilómetros de Valledupar, y que, actualmente, hace parte del resguardo Kankuamo, constituido en abril del 2003. Su fecha de nacimiento coincide con la plenitud de la “Revolución en Marcha”, la política de gobierno adelantada por el presidente Alfonso López Pumarejo desde su llegada al poder en 1934. Para esta época, el país se encontraba en un proceso de modernización, que buscaba situar a Colombia a la altura de otras naciones suramericanas que ya mostraban ciertos adelantos tecnológicos. Siendo muy joven demostró grandes aptitudes para la música, por eso se entretenía cantando las canciones más llamativas de la época, siguiendo el ritmo de algunos instrumentos musicales y haciendo sus primeros pinitos en la composición. Y se comenta que apenas contaba quince años cuando hizo su primera canción, la cual vocalizaba en escenas improvisadas, pero nunca tuvo el privilegio de llegar a un estudio de grabación.
Después de haber cursado la escuela primaria, y con el interés primordial del estudio, ingresó al Colegio Loperena, como todo vallenato que se respete, donde se graduó de bachiller en 1958. En este plantel, su nombre se hizo famoso en el ambiente estudiantil, por la participación musical que desempeñaba al lado de otros grandes amigos, amantes también de la composición. En 1959, viaja a la capital de la república e ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, donde recibe el título de abogado en 1964. Estando en este claustro, en 1962, fundó el “Conjunto Los Universitarios”, del cual hicieron parte Víctor Soto, natural de Cañaverales, Guajira, en el acordeón, Pablo López Gutiérrez, de La Paz, Cesar, en la caja, Esteban Salas, de Colosó, Sucre, en la guacharaca, y Pedro García Díaz como vocalista. La vida artística del conjunto comienza realizando presentaciones en el programa Meridiano de la Costa, que se transmitía por Radio Santafé de la capital, y tocando en fiestas y parrandas menores cada vez que se presentaba la oportunidad. Esto le fue dando cierta fama al conjunto, no sólo en Bogotá, sino también en la costa Caribe, a donde venían con frecuencia.
“Los Universitarios” alcanzaron a realizar algunas grabaciones en el acetato. Para ello contaron con la ayuda del maestro Calixto Ochoa Campos, quien, en 1964, los presentó en el sello Vergara, donde él era conocido, para que realizaran su primera grabación. EL maestro Calixto tocó el acordeón y lanzaron el tema “Canto al Tolima”, una canción que inicialmente figuró como autoría de Pedro García Díaz, pero después se comprobó que era de Guillermo Valencia Salgado, folclorista monteriano, que también vivía en Bogotá por esa época y era amigo de los integrantes del conjunto. Más tarde, ingresó al conjunto, en reemplazo de Víctor Soto, el barranquillero Alberto Pacheco Balmaceda en el acordeón. Con éste se adaptaron fácilmente y realizaron algunas grabaciones. En discos Orbe, lanzaron “La pérdida de mi acordeón” de Pedro García Díaz, un paseo sentimental que gozó de mucha acogida en su época. Con la separación de los miembros del conjunto, motivada por su condición de profesionales, la agrupación no alcanzó a perdurar mucho tiempo en el ambiente. Hoy se recuerda y se considera como uno de los conjuntos precursores de la música vallenata.
A finales de los años sesenta, Pedro García Díaz se radicó en Valledupar y comenzó a ejercer la profesión de abogado, actividad que alternaba con el arte de la composición musical. En 1970, se desempeñó como director de la Oficina de Turismo del Cesar, la entidad que en ese entonces coordinaba la realización del Festival Vallenato. Junto con Pablo López Gutiérrez realizó varios viajes al exterior con la intención de difundir el folclor vallenato en los países europeos. En ese periplo, estuvieron México, Rusia, Suecia, Francia, España, donde dejaron muestras agradables de lo que es la música colombiana, dignificada por el acordeón. También estos viajes les sirvieron para escribir un fabuloso anecdotario de las experiencias encontradas y vividas en su recorrido. En el 2007, participó en el concurso Rey de Reyes de la Canción Inédita, una modalidad que tiene vigencia cada diez años. Para ellos se presentó con el paseo “La prepago”, un tema jocoso, a la postre, su última canción. Un paro cardiaco fulminante acabó con su vida a las pocas horas de haber hecho la presentación. Era sábado 28 de abril y hacía escasos 10 días que había cumplido 70 años de edad.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor
Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
3 Comentarios
Excelente artículo, muy buena investigación. Pedro Garcia también trabajó duro por el Festival vallenato. Su muerte en medio del Festival Vallenato contribuyo tal vez a que sus exequias en la Catedral del Rosario no tuvieron mucha asistencia, por eso recuerdo muy bien que su amigo el Dr. Evelio Daza, en un discurso maravilloso, al final de la ceremonia, se quejó amargamente de que no se le habian hecho las honras fúnebres que Pedro Garcia Díaz merecia.
Siendo compañeros del colegio de bachillerato Simón Bolivar de Bogotá nos graduamos de bachilleres en Diciembre del 1959 Tanto en quinto y sexto años en el colegio Pedro García cantaba en el internado y lo acompañaba tocando en los pupitres Pablo López quien también era interno en el Colegio y después un famoso maestro de ka caja Pueden verificar estos datos con Pablo López y yo tengo foto del mosaico de los bachilleres del 59 con foto de Pedro Garcia
Hermoso relato, gracias.
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