Música y folclor
La noticia de la muerte de Francisco Pacho Rada
La noticia de que Francisco “Pacho” Rada había muerto en San Jacinto, Bolívar, se esparció en Plato, como tierra que se levanta del suelo tras el paso de un ventarrón que avisa la llegada de la lluvia. Eso fue en los años cuarenta del siglo anterior, cuando la comunicación entre esas localidades carecía de la inmediatez que ofrece el celular y las redes sociales.
Los plateños, seguros de la muerte del acordeonero, queriendo conocer las circunstancias que rodearon este hecho abordaron a una persona que, periódicamente, iba de San Jacinto a vender abarcas, sombreros, hamacas y mochilas. Este, sorprendido, respondía a quien le preguntaba: “Carajo, cuando salí esta mañana, yo lo dejé parrandeando.”
Cuando le insistían que sí había sucedido, decía: “No señor, eso es mentira, hoy salí de allá y, por casualidad, lo dejé en la casa con José Manuel, allá estaban tocando”. Este se refería, a José Manuel García, conocido en San Jacinto como Compae Joso, acordeonero y técnico en reparaciones de este tipo de instrumento en esa zona de los Montes de María.
El vendedor al día siguiente de haberse difundido la noticia regresó a San Jacinto, y cumpliendo la función de correo de Pacho Rada, lo buscó en la casa de José Manuel García, ubicada en el barrio Santa Lucia. Estaba parrandeando, sonaba el acordeón, lo tocaba Compae Joso, quien lo tenía sobre sus piernas, las que cubría con una manta de lana.
Pacho Rada estaba sentado en un taburete sirviéndose un trago de ron, por lo que el vendedor debió esperar que se lo tomara. “Compae Pacho, hágame el favor”. Éste se levantó a atenderlo, convencido de que le traía alguna información de Plato, y tras saludarse le escuchó decir: “Ombe, Pacho Rada, voy a darle unas nuevas que allá en su tierra lo hacen a usté muerto.”
Este abandonó la sonrisa con la que saludó al informante, entonces en su cara se dibujó una expresión de sorpresa, miró al suelo y levantando la cabeza le preguntó: ¿Por qué? La respuesta lo dejó desconcertado: “Usté y que se murió y que los ricos lo habían enterrao, porque se volvió loco”. Entonces, riendo a carcajadas, dijo: “Me moriría sería jarto e ron porque eso es lo que hago, bebé ron. Porque desde que estoy aquí en San Jacinto no me he enfermado.”
“Noticias buenas, noticias malas,
Trajo el correo a la población,
Vino diciendo que Pacho Rada,
Ya se murió alcoholizado de ron”.
Álvaro Rojano Osorio
Bibliografía:
Llerena, R. (s. f). Memoria cultural del vallenato. Un modelo de Textualidad en la canción folclórica colombiana. (s. d).
Sobre el autor
Álvaro Rojano Osorio
El telégrafo del río
Autor de los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).
Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).
Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.
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