Música y folclor

Santander Durán Escalona: el compositor enemigo de echar las Palabras al viento

Eddie José Dániels García

20/02/2023 - 05:15

 

Santander Durán Escalona: el compositor enemigo de echar las Palabras al viento
El compositor vallenato Santander Durán Escalona / Foto: créditos a su autor

 

Tenía sobrada razón el compositor Santander Durán Escalona cuando manifestó en su canción “Palabras al viento”, su composición más representativa, que él no quería echar sus palabras al viento. Y afirmo esto porque, con toda seguridad, la “morenita” que fue la razón inspiradora de la composición terminó aceptando los requiebros amorosos que, con tanta ternura y delicadeza, le dedicara el autor. Y supongo, además, que el texto de esta magnífica canción también favoreció a aquellas personas que, frente a los noviazgos indecisos o irrealizables, tomaron sus expresiones como modelo de conquista. Generalmente, esto sucede con muchas canciones vallenatas, cuyas letras son el fiel retrato de lo que se vive o se experimenta en un romance determinado. Y los autores son tan precisos en el relato de los temas, que los comprometidos en el idilio terminan desbordando sus sentimientos con solo bailar las canciones, inclusive, no necesitan hablar durante el encuentro, porque el texto se convierte en cómplice.  Por eso, cuando sale a la luz una letra como “Palabras al viento”, el ánimo y las emociones crecen, las pasiones se tornan más intensas y muchas personas se sienten realizadas.

“Palabras al viento” es un novedoso paseo de fondo altamente romántico, grabado por los Hermanos López y Jorge Oñate, el recordado conjunto que tantos placeres les produjo a los amantes de la música vallenata. Figuró en el elepé titulado “El cantor de Fonseca” que se lanzó a finales de 1973, y desde su aparición la gente consideró que se trataba de una especie de aguinaldo musical para que las fiestas navideñas alcanzaran el mayor grado de satisfacción.  Entre los doce temas que se incluyeron, la canción de Santander Durán Escalona hizo gala junto con “No voy a Patillal” de Armando Zabaleta Guevara, “Razón y olvido” de Emiro Zuleta Calderón, “No te vayas” de Julio Oñate Martínez, “Mi huerto” de Máximo Movil Mendoza, “El contrabandista” de Sergio Moya Molina, “El compadre” de Luciano Gullo Fragoso, “Los tres hermanos” de Tobías Enrique Pumarejo y “El cantor de Fonseca” y “Hermosos tiempos” de Carlos Huertas Gómez. Con este long play, los Hermanos López y Jorge Oñate conquistaron la máxima aclamación popular, fortalecieron su estructura organizativa y se posicionaron como el conjunto más famoso de la música vallenata.

Y, lógicamente, la aparición de Santander Duran Escalona en un disco de factura tan impecable, lo identificó en el acto como uno de los compositores más auténticos y consagrados del folclor vallenato. Y aunque su producción musical no es tan copiosa, nos basta con la grabación de “Palabras al viento” para decir que su nombre quedó impreso con letra de oro en las muchísimas páginas que integran el fantástico historial de la música colombiana.  El contenido de la canción, repartido en tres estrofas de doce versos de metros cortos, siete y ocho sílabas, es apasionante. En la parte inicial, el autor presenta el tema, empleando la primera persona y utilizando algunos recursos poéticos para afianzar su punto de vista: “Sé que lo que canto aquí, / que lo que canto aquí / puede ser mi tormento. / Porque la vida es así, / lo que hoy te hace feliz, / mañana es sufrimiento. / Hoy yo quiero decir, / yo no quiero decir, / mis palabras al viento, / son palabras para ti morenita, / hay palabras para ti morenita. / las que por ti yo siento”. Los versos que se repiten, enfatizan el contenido, a manera de ambientación, para llamar el interés de la persona invocada, en este caso la “morenita”.

En la estrofa siguiente, que sirve de enlace con el cierre, el autor recurre al recuerdo de ciertos momentos eróticos para calmar sus deseos: “Cuando estoy lejos mujer, / estoy lejos mujer, / me traes del pensamiento. / La tibieza de tu piel, / en tus labios de miel, / tus besos y tu aliento. / Soy un triste trovador, / que en noches de dolor / cantara su lamento. / Y viendo mi gran amor morenita, / ay viendo mi gran amor morenita, / también llorará el viento”. El último verso es extraordinario, pues reúne varios recursos estilísticos que son coherentes con los enunciados que lo anteceden. En la estrofa final, el autor cierra el pensamiento con un aire de satisfacción, pero alude nuevamente a la sentencia titular: “Canto sólo para ti / tan sólo para ti / este dulce lamento, / porque cuando estás aquí, / me siento tan feliz / que olvido el sufrimiento. / Volveré siempre a cantar, / porque no voy a echar / mis palabras al viento. / Son palabras para ti morenita, / hay palabras para ti morenita / las que por ti yo siento”.   Los tres versos finales de cada estrofa son cantados por el coro, modalidad que vuelve la melodía más sugerente. Y la canción culmina repitiendo los versos finales, de manera descendente, hasta llegar al cierre.

Desde la grabación de “Palabras al viento”, el nombre de Santander Durán Escalona siguió aquilatando prestigio en el ambiente vallenato. A finales de 1974, nuevamente se hace popular con el paseo “Las bananeras” que apareció en el álbum “Rosa jardinera” y se convirtió en una de las canciones más aclamadas, junto con “La muchachita” de Alejandro Durán, “Dubys Caballero”, un merengue de Enrique Calderón, “Patillalero de cepa” de Edilberto Daza Gutiérrez y la canción que le dio el título al elepé de Ildefonso Ramírez Bula. “Las bananeras” es un paseo de fondo crítico, que evoca la explotación del banano y la masacre de los trabajadores de esa zona, cometida por los extranjeros en diciembre de 1928. Los versos iniciales son bastante nostálgicos: “Se fueron, se fueron las bananeras, / que explotaron, explotaron la nación, / solo quedan los recuerdos de otras eras, / añoranzas y quimeras de unas penas y dolor”. Para completar el tema estrófico, siguen dos versos que se repiten a manera de coro: “Porque allá en la zona bananera, / allá sufre sin quejas un pueblo soñador. Con este recurso, el autor refuerza el valor y la resignación que asisten al pueblo bananero.

La estrofa intermedia, que se canta también al final, aparte de introducir una razón histórica, es un retrato perfecto de lo que es la idiosincrasia del habitante de la zona referenciada: “De nada sirvió al pelear dos guerras, / solo que hoy olviden su dolor. / Es el pueblo bananero, / de abarca y de sombrero, / que espera redención. / Es el pueblo bananero / de estirpe guerrillero / pilar de la nación. / Es el pueblo bananero / alegre y bullanguero / que espera educación. La reiteración de la expresión “es el pueblo bananero” se torna enfática para fortalecer con ello la serie de atributos que lo identifican, como etnia exclusiva de Colombia. En la parte final, el autor describe patéticamente el episodio sangriento, del cual nunca se precisó el número de muertos, pues el régimen gobiernista de Miguel Abadía Méndez mantuvo los datos ocultos: “Solo quedan los recuerdos escondidos, / de la cumbia, de la gaita y del tambor, / de las balas con que el pueblo fue abatido / en las plazas y caminos cuando la huelga estalló.  Aquí, el adjetivo “escondido” se toma como signo para referenciar la posición complaciente del gobierno con la empresa extranjera que propició la terrible masacre.

Tras la grabación de “Las bananeras”, las composiciones de Santander Durán Escalona siguieron en ascenso, siempre cantadas por “El Ruiseñor del Cesar”. En 1975, el tema “Cerro Murillo”, un paseo-lamento incluido en el elepé “Canto a mi Tierra”, el último de los Hermanos López con Jorge Oñate, alcanzó un éxito tremendo, sobre todo, por su letra de corte histórico. Más tarde, en 1977, las aclamaciones fueron para “Ausencia”, un paseo de tono lírico-elegíaco que figuró en el álbum “En la cumbre” grabado por Jorge Oñate y Colacho Mendoza. Y en 1978, el elepé titulado “Silencio”, honró la canción del mismo nombre, un extraordinario paseo, cuya letra nostálgica y la melodía sublime de Colacho Mendoza, causan un placer interminable en los oyentes. En esa misma época, Poncho y Emilianito Zuleta se hicieron participes de sus canciones. En el álbum “El reencuentro”, lanzado a finales de 1975, apareció el paseo “Diosa de la serranía”, que se convirtió, indiscutiblemente, en el éxito del novísimo trabajo musical y fue grabado posteriormente por Juan Piña y su orquesta “La revelación”. Y al año siguiente, el tema “Soy el pescador”, un paseo costumbrista, de corte social, que figuró en el elepé “Ídolos”, arrasó con los aplausos y el fervor de la fanaticada.

“Soy el pescador” es una magnífica canción que describe la vida triste, mísera y angustiada que viven las personas que se dedican a la pescadería.  Con una singular maestría, el autor narra en seis estrofas de cuatro versos endecasílabos que se repiten estas circunstancias. La entrada presenta el título a manera de identificación: “Yo soy el pescador que va bogando, / desnudo bajo la noche serena. / Ay! entre golpes de remos recordando, / historias de mi raza piel morena”. La siguiente estrofa pinta el paisaje: “La luna se refleja suavemente, / sobre las verdes aguas del remanso. / Ay! cantando el pescador lleva en la mente, / historias de miserias y quebrantos”. La tercera entrada se refiere a los ancestros: “Mi abuelo fue un esclavo que escapó, / una noche de invierno en Cartagena. / Ay! viviendo como esclavo sigo yo / de que sirve romper esas cadenas”. La cuarta estrofa sigue: “La luna ya muy alta se divisa, / cantando el pescador surca las aguas, / iluminando un momento su sonrisa / en la noche se pierde su piragua”. La quinta entrada describe el paisaje a través de una metáfora: “Ya la luna de enero entró a la playa, / las estrellas dan luz con gran derroche, / se puso el pescador y la atarraya, / se abre como una flor de media noche”. La entrada final cierra con una sentencia: “Yo soy el pescador que pesca un sueño, / un sueño libertario y de esperanza, / rebelde como el alma de mi pueblo, / rebelde como un canto de mi raza”

De la efímera unión de los Hermanos López con Freddy Peralta quedó la grabación de “La banqueña”, un lindísimo paseo lírico, dedicado simbólicamente a una garza de El Banco, el antiquísimo municipio ribereño, situado donde se une el río Cesar con el Magdalena grande. El concierto de notas brindado por Miguel López en esta canción es impresionante, lo mismo el sentimiento que le imprime Freddy Peralta en la vocalización.  El recordado “Binomio de Oro”, con la voz estelar de Rafael Orozco, popularizó el paseo “Mi vieja ilusión”, que figuró en el álbum “De caché” lanzado en 1980. El tema es una metáfora interminable, convertida en una súplica vehemente para revivir la presencia de una mujer deseada. También en sus inicios, los Betos grabaron el tema “Pintora”, un paseo de tema más bien prosaico que alcanzó una escasa popularidad. Lo mismo sucedió con “Frente al Sinú”, cantado por Otto Serge y Rafael Ricardo en 1985. Como nota curiosa apreciamos que en la lista de intérpretes de Santander Durán Escalona no figuran otros cantantes de mucho reconocimiento, como Diomedes Díaz, Iván Villazón, Silvio Brito y Miguel Morales.

La inauguración de Santander Durán Escalona como compositor la inició siendo muy joven y cuando aún cursaba los estudios secundarios en el colegio de bachillerato de la Universidad Libre de Barranquilla. En esa época surgió el tema “Añoranzas del Cesar”, un paseo de fondo crítico y revolucionario, que años más tarde fue la simiente para incentivar el movimiento separatista que consiguió la creación del departamento del Cesar en 1967. La inspiración del joven estudiante estuvo motivada por el abandono y la desidia en que permanecían las poblaciones que en ese entonces quedaban más alejadas de Santa Marta, la capital del Magdalena Grande, gracias a la corrupción política y administrativa que se vivía en ese territorio costeño. Para méritos del autor, “Añoranzas del Cesar”, por su contenido objetivo y revestido de mucha nostalgia, pasó a convertirse en el himno oficial que identificó a la campaña que culminó con la fundación del nuevo departamento el 22 de diciembre de 1967, y tuvo como primer gobernador a Alfonso López Michelsen. Hoy esta pieza es recordada con mucho entusiasmo popular y suele cantarse en las infaltables parrandas y encuentros callejeros ocasionales.

La participación de Santander Durán Escalona en el Festival de la Leyenda Vallenata también ha sido de mucha representación. En cuatro oportunidades ha ganado el concurso de la Canción Inédita, con temas de protesta, que reflejan problemas altamente sociales. En 1971, ganó con “Lamento arhuaco”, un paseo lamento que refleja la problemática vivida por ese grupo étnico. Su estrofa inicial expresa: “Allá en los picos de la Nevada, / en donde queda San Sebastián, / viven los indios de piel tostada, / de canto triste, sin sol ni pan”. En l987, triunfó con “La canción del valor”, un paseo de tono épico que valora la idiosincrasia del hombre caribeño y su lucha contra el invasor español: “Invoco a los espíritus del viento / de la guerra, de la paz y del amor / a la sombra de los antepasados / y a la poesía futura de un cantor, / para que cante la gesta de mi pueblo / cuando no exista ni el eco de mi voz”. En el 2000, venció con “Cantares de vaquería”, una alusión a estos cantos tradicionales, propios del medio caribeño, y en el 2007 el triunfo se lo dio “Entre cantores”, un paseo inspirado en una noche de bohemia, donde participan doce cantores que son asaltados por la chispa de la inspiración.

Santander Durán Escalona, llamado amigablemente “El Pibe” Durán Escalona y bautizado desde el 2007 con el título de “Rey de Reyes de la Canción Vallenata Inédita”, abrió los ojos en Valledupar, antiguo municipio del Magdalena Grande, el 4 de enero de 1944. Su nacimiento coincide con la época difícil que atravesaba el país, merced a la lucha encarnizada en que se encontraban enfrascados los liberales y conservadores por la conquista y el mantenimiento del poder. Su pasión musical le viene por la línea materna, pues tiene un cercano parentesco con el maestro Rafael Escalona Martínez, a quien siempre admiró por la versatilidad y elegancia de sus canciones. Le respeta su estilo, pero “se cuida de imitarlo”, como él mismo sostiene. Una de sus características peculiares es crear e interpretar personalmente sus composiciones, cualidad que lo convierte en un auténtico juglar.  Y cuando lo hace, los temas reflejan con mayor intensidad el lirismo y la animación que él, como su autor, naturalmente, les imprime. Se acompaña para ello con la guitarra, el instrumento que aprendió a tocar desde muy joven y maneja con una singular habilidad.

Además de los triunfos obtenidos en el Festival de la Leyenda Vallenata, “Santa”, como también lo llaman sus amistades, ha alcanzado otros reconocimientos en el interior del país. En 1980, quedó como finalista en el Festival Nacional de la Canción Colombiana que se celebra en Villavicencio, con el tema “Ensueños de un viejo son”. En 1982, también fue finalista con la canción “El último embaucador” y, en 1985, alcanzó el primer puesto con el tema “Bajo de luna”. Ese mismo año, la canción “Velero negro” fue finalista en la eliminatoria nacional para el festival de la OTI que se celebra en México. Asimismo, ha recibido algunas medallas y distinciones, en testimonio de su obra y de su larga trayectoria musical. Actualmente reside en Valledupar, y tras haber cumplido cincuenta años de vida artística, continúa dedicado al ejercicio de la composición, alternado, de vez en cuando, con algunas presentaciones artísticas, invitaciones sociales, encuentros parranderos y su desempeño de agrónomo profesional. El título que obtuvo en la Universidad del Tolima, pero que ha ejercido parcialmente por haber dedicado la mayor parte de su vida al cultivo de la música vallenata.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

1 Comentarios


HERNANDO DE JESUS DURANGO BALLESTERO 22-08-2023 05:18 PM

Felicidades y Felicitaciones por explorar, reflexionar y exponer con rítmica y retorica la historia musical y artística de uno de los grandes compositores de la música vallenata que ha marcado un hito y dejado huella lírica, sentimiento y realidad vivida, escrita con amor y verdad. Una muestra de profesionalismo musical, guarda de los valores vallenatos y narración limpia de hechos vividos y soñados escritos y complementados con una melodía que trasciende y reconforta el espíritu y la mente del hombre que siente y le corre por sus venas la alegría caribe de nuestro folclor. Estudiemos la posibilidad de aunar todos esos esfuerzos y composiciones musicales en un Álbum que haga honor a su compositor y exalte su obra musical.

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