Música y folclor

Adolfo Mejía Navarro: el sinceano universal

Hernán De La Ossa Benítez

19/04/2023 - 00:10

 

Adolfo Mejía Navarro: el sinceano universal
Adolfo Mejía Navarro nació en 1905, un cinco de febrero, en San Luis de Sincé (Sucre) / Foto: cortesía

 

La lírica de un músico nacido en la población de San Luis de Sincé, en el antiguo Bolívar grande (hoy departamento de sucre) ha recorrido los más conspicuos teatros del mundo donde se entonan sus excelsas obras musicales.

Cuentan que nació en 1905, un cinco de febrero, bajo la cobertura del hogar conformado por Adolfo Mejía Valverde, momposino de nacimiento, joyero y orfebre por vocación y María Francisca Navarro. Desde infante, Adolfo Mejía Navarro vislumbraba la grandeza que a la postre florecería, donde por su época prístina, a sus ocho años, acompañaba a su padre en un grupo musical, donde interpretaba la guitarra. Deja Sincé huyendo de sí mismo, exhortado por la incertidumbre de un padre ausente de casa y llega a Cartagena, buscando un promisorio futuro. Para algunos de sus coterráneos, es éste el aspecto que lo desliga de Sincé. Mucho después, siendo ya una figura ampliamente conocida en el mundo del arte, las lenguas y opiniones se dispersaron despotricando en su contra, adjudicándole la ignorancia de sus orígenes, aun sin saber, que para los que nacimos en esta tierra, es casi imposible borrar la impronta del letrero que llevamos en la frente de “Soy Sincé”, así lo demostró cuando nació de su guitarra “sinceanita” y unos primeros versos: “ yo soy un mozo de Sincé/ no he venido aquí de mago/ aunque vengo de farra/ solo toco la guitarra”.

Esotérico, místico, bohemio, Adolfo Mejía cumplió con la tipología característica de los grandes genios del arte. Se le recuerda siempre por su afición a la magia, donde se le dejó ver en una inconmensurable fotografía, vestido de chamán. Sincé, Cartagena y Colombia tienen el honor de percibir al único musico nativo incluido en la enciclopedia musical, y es reconocido como tal, tanto así que el antiguo teatro Heredia de Cartagena, después de un sistemático detrimento y posterior resurgimiento, pasó a llevar el nombre del egregio sinceano. Una guitarra fúlgida la de Mejía, mismas de donde nacieron piezas conocidas como “Acuarela” y “Pequeña suite” y otras no tanto como “Largo largo” y “Gitanerías”.

Del músico y de la persona hay mucho que abonar y esgrimir. Deambulan por el anecdotario social muchas opiniones en su entorno y recuerdos que engrandecen su mito. En Sincé, en 1995, se le rindió homenaje póstumo a la memoria del músico, donde se erigió un busto en su nombre, hecho de manos de Alfredo Tatis Benzo recordando con beneplácito el legado musical del que aun, las postreras generaciones, nos sentimos orgullosos. Sus panoplias musicales se extienden por todo el mundo, su intelectualidad y espíritu aventurero convergieron haciéndolo un irremplazable. Un señero Adolfo Mejía Navarro queda para la historia, un Sincé recordado cada vez que su nombre aflora, una guitarra sonora que lo evoca y una Cartagena agradecida con el músico que tanto la amó, son las características que describen su vida y obra en pocas palabras. Un personaje más que goza del orgullo colombiano, que por su universalidad quedó escrito en letras indelebles para las postrimerías y que funge como ejemplo a seguir de los nacientes músicos.

 

Hernán De La Ossa

Sobre el autor

Hernán De La Ossa Benítez

Hernán De La Ossa Benítez

La bitácora del naufrago

Hernán Duley De La Ossa Benítez, nacido en Sincé, departamento de Sucre el 7 de agosto del 2000. Actual estudiante de la facultad de Ciencias jurídicas de la Universidad del Sinú, sede Montería. Escritor por vocación desde sus primeros años. Autor del libro “¿A dónde van las gaviotas?”, publicado por la editorial Torcaza en 2021. Asiduo lector de prensa, literatura contemporánea y amante de la poesía clásica. Poeta y columnista, refiere en sus líneas inquietudes sociales y exalta la cultura de la región sabanera con un ambiente raizal y espontáneo, sencillo y atrapante para el lector. Cursó bachillerato en el Liceo Panamericano campestre de la ciudad de Sincelejo, donde reafirmó su vocación de escritor.

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