Ocio y sociedad
El papel cultural de la mujer en Aracataca, un legado de resistencia y creatividad

En un mundo donde las redes sociales y la inmediatez informativa dominan la narrativa cultural, es fácil perder de vista la riqueza que se encuentra en localidades pequeñas y en sus personajes.
Aracataca, un emblemático pueblo en el departamento del Magdalena, Colombia, tiene entre sus tesoros más preciados a las mujeres que, con su trabajo y dedicación, mantienen vivas las tradiciones y la cultura de su comunidad. Este trabajo se adentra en los relatos de mujeres emprendedoras y culturalmente significativas que son el corazón palpitante de esta tierra, buscando darles la visibilidad y el reconocimiento que merecen.
Aracataca no sólo es conocida por ser la cuna de Gabriel García Márquez. Es, además, un espacio donde la creatividad y el arte se entrelazan con la vida cotidiana. Un lugar donde el legado literario se encuentra con la cultura popular, a través de las manos de mujeres que son guardianas de la memoria y la tradición.
Uno de los puntos más visitados en el pueblo es la calle que alberga la Casa Museo Gabriel García Márquez. Este espacio se ha convertido en un cruce de caminos para visitantes y locales, donde las mujeres artesanas exhiben sus productos y expresan sus historias a través de la creación. A estas mujeres las une un mismo propósito: preservar y proyectar la cultura de Aracataca día a día, buscando mantener su legado cultural.
Jenifer Silgado o la cultura como modo de vida
Entre las voces más reconocidas se encuentra Jenifer Silgado, una mujer que ha hecho de su pasión por el arte y la cultura su modo de vida. Jenifer nació en Cartagena, llegó a Aracataca hace cinco años y rápidamente se integró en la comunidad cultural del pueblo. Su especialidad es el trabajo en arcilla, una técnica que ha perfeccionado y que utiliza para crear piezas inspiradas en el universo literario de García Márquez, como aretes y souvenirs en forma de mariposas amarillas, evocando la simbología presente en Cien años de soledad. Así mismo, como aporte social, Jenifer ayuda a los encarcelados, les enseña a hacer pulseras que promociona y vende en su puesto de trabajo.
“Cuando llegué aquí, sentí una conexión inmediata con la cultura y el legado de García Márquez”, comparte Jenifer, mientras muestra con orgullo sus creaciones. Y agrega: "Quiero que mis piezas sean un puente entre las nuevas generaciones y la literatura que ha dado tanto a este pueblo".
Su compromiso no se limita sólo a su trabajo como artesana. Jenifer ha sido una líder dentro de su comunidad, participando en proyectos culturales que buscan fortalecer los lazos entre los habitantes y fomentar el aprecio por las tradiciones locales. Además, ha trabajado de la mano con la alcaldía y diversas ONG, buscando recursos y oportunidades que beneficien a otras mujeres en su situación.
En su opinión, las mujeres son el pilar fundamental de la cultura en Aracataca. “La mayoría de las trabajadoras culturales son mujeres. Nos enfrentamos a muchos desafíos, pero también tenemos la responsabilidad de mantener vivas nuestras tradiciones”, sostiene con determinación. Ella es consciente de que, aunque existen obstáculos, su papel en la comunidad es indispensable.
El impacto de las mujeres en la cultura local
Jenifer no es un caso aislado. En Aracataca, muchas mujeres siguen su ejemplo, tejiendo una red de creatividad y resistencia. Conocer sus historias es revelador: desde las cocineras que mantienen viva la gastronomía tradicional, hasta las artistas que utilizan la música y el arte para contar sus propias narrativas.
El testimonio de Emilia Salcedo, una mujer que desde que llegó a Aracataca se ha dedicado a la elaboración de dulces y postres típicos, reafirma esta idea. “Cada dulce que hago es una forma de contar la historia de mi familia. No es solo comida, es cultura”, dice Emilia, mientras ofrece muestras de su trabajo. Ella participa activamente de los festivales locales, donde presenta sus dulces, fusionando tradición y modernidad, lo cual acerca a las nuevas generaciones a sus raíces.
La labor de estas mujeres trasciende el ámbito económico, ya que su trabajo fomenta un sentido de comunidad y pertenencia. Como menciona Sharit Joiro, otra emprendedora de la zona: “cuando una mujer vende su trabajo, no solo se beneficia a sí misma; también promueve la cultura, mostrando lo que somos a quienes nos visitan”.
La educación y el empoderamiento
Un aspecto crucial que se destaca en estas mujeres es la relación entre la cultura y la educación. A ellas les preocupa el poco interés que los jóvenes prestan a sus tradiciones. Por ello, varias han comenzado a implementar talleres donde enseñan a las nuevas generaciones las técnicas artesanales tradicionales y la importancia de preservar la cultura local.
“Quiero que aprendan a valorar lo que significa ser parte de Aracataca. No sólo les enseño a hacer artesanías; también les hablo sobre la historia de este lugar, de García Márquez y de nuestras raíces,” explica Jenifer. Con esa mirada a futuro las mujeres están empoderándose y asumiendo el rol de educadoras, dejando un legado que va más allá de lo material.
Desafíos y luchas por el reconocimiento
No obstante, las mujeres de Aracataca también enfrentan desafíos. La insuficiente representación en espacios de toma de decisiones y la dificultad para acceder a recursos económicos limitan su capacidad de desarrollo y crecimiento. “Es frustrante ver que, a pesar de nuestro esfuerzo, aún necesitamos luchar por un lugar en la cultura. Pero no vamos a rendirnos”, asegura Jenifer, con una determinación compartida por mujeres que quieren seguir cultivando lo mejor de las expresiones culturales cataqueras.
El contexto socioeconómico del país añade presión a esta situación. Sin embargo, la resiliencia y el empoderamiento son actitudes que se han gestado en el corazón de estas mujeres, quienes buscan también dejar un legado significativo para las futuras generaciones.
El relato de Jenifer Silgado y de tantas otras mujeres de Aracataca es un reflejo nítido de cómo la cultura y la lucha por el reconocimiento de un legado pueden entrelazarse de manera poderosa. Estas mujeres no solo representan la cara de la cultura local, sino que son embajadoras de su historia, sus tradiciones y su identidad.
Al realzar el papel de la mujer en la preservación y difusión de la cultura, el futuro de Aracataca parece alentador. A través de su creatividad, trabajo y compromiso, están moldeando no solo su presente, sino el futuro de su comunidad con amor y esfuerzo. En un mundo que a menudo ignora la importancia de lo pequeño, sus historias son un poderoso recordatorio de que la cultura, en su forma más pura, se encuentra en las manos de las personas que la viven y la trabajan cada día.
Así, Aracataca sigue siendo un lugar donde, a través de las voces de sus mujeres, el legado de Gabriel García Márquez y la diversidad cultural de Colombia encuentran un hogar lleno de esperanza y con un compromiso inquebrantable con su historia.
Michell Karina Arias Rodríguez
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