Ocio y sociedad

La vida de Pablo Escobar en pocas palabras

Redacción

01/06/2012 - 11:20

 

Pablo Escobar / Foto: VoxEstos últimos días, el nombre de Pablo Escobar ha vuelto a ocupar la primera línea de la actualidad colombiana. Pero ésta vez, por cuestiones televisivas.

La aparición de la serie “Pablo Escobar el patrón del mal” permite redescubrir un periodo sombrío de la historia del país en la cual los fines justificaban los medios y donde la muerte iba directamente ligada con el poder.

A través de este artículo queremos construir un retrato equilibrado y resumido de quien es Pablo Escobar sabiendo que en la brevedad de los escritos nacen también las imágenes simplificadas, pero la intención es aportar un poco de luz a este personaje odiado y querido durante muchos años.

Antes de todo, es preciso subrayar que –antes de participar en la creación de uno de los carteles más famosos del mundo (el de Medellín). Ese mismo cartel que controlaba en los años ochenta el 75% de la distribución mundial de los estupefacientes–,  Pablo Escobar nació en un hogar humilde alejado de las prácticas criminales que más tarde acabaría abrazando sin escrúpulos.

Sus inicios profesionales fueron discretos. Después de dedicarse a distintas actividades como la crianza de vacas y el lavado de carros, Pablo se dejó seducir por la venta de marihuana a pequeña escala. Desde los inicios, mostró un fuerte carácter y un paternalismo que fueron creciendo con las rivalidades y los delitos.

La venta de cocaína le aseguró, luego, mayores ingresos y nuevos mercados que extendieron paulatinamente su influencia en la ciudad de Medellín.

A principio de los años 70 (es decir con poco más de 20 años), Pablo empezó a involucrarse en delitos de mayor envergadura como el robo de carros, los secuestros y algunos homicidios. Eso le impulsaría definitivamente en un camino sin retorno que 10 años más tarde le colocaría entre los narcotraficantes más buscados del mundo.

En esa ascensión sin escrúpulos donde la muerte es una realidad diaria, Escobar refuerza dos facetas que acabarán siendo los emblemas de su compleja personalidad. Cruento y despiadado, el hombre no duda en eliminar a sus competidores, y por otro lado, su religiosidad y cercanía con las masas humildes le impulsan a apoyar obras de caridad o populistas.

A finales de los 70, Pablo Escobar emprende la vía política y se entrega a uno de los ejercicios que hace con más facilidad. Su carisma y proximidad le permiten ganarse poco a poco el apoyo de las clases humildes que lo consideran un “Robin Hood”.

La construcción de un barrio entero junto con iglesias y canchas de futbol le aseguraron el puesto de teniente de alcalde de Medellín y, más tarde, de representante a la cámara suplente para el Congreso de la República de Colombia.

En 1983, su ascensión política fue detenida en seco con la publicación en el diario colombiano El Espectador de ciertas evidencias que lo ligaban claramente con el narcotráfico. También el Departamento Antidroga de los Estados Unidos lo incluyó entre los destacados protagonistas del narcotráfico.

Resentido y herido en su proyecto político, “el Patrón” dio inicio en 1984 a una época de terror que queda reflejada en la muerte de Rodrigo Lara Bonilla (ministro de justicia de aquella época). Siguieron las muertes de Guillermo Cano en 1986 (director de El Espectador) o Luis Carlos Galán en 1989 (pre-candidato presidencial).

El fin de Escobar en diciembre de 1993 a manos de un cuerpo de elite del Estado colombiano supuso un alivio para unos y una desolación para otros.

Veinte años después, las imágenes televisivas vuelven a dar vida a un hombre que transformó la política en el peor de los escenarios imaginables: aquel donde la corrupción reina por encima de todo, y de la vida también.

 

PanoramaCultural.com.co

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