Ocio y sociedad
El padre José Valentín Mestre
Sin lugar a dudas, la historia ha sido injusta con muchos personajes que en una u otra forma contribuyeron con nuestra mística, y a la vez fueron troncos que dieron origen a reconocidas familias del Valle de Upar.
En la antigua calle de la Nevada, al frente de las instalaciones del Diario El Pilón, exactamente en la casa donde funcionan las oficinas de Corfimujer, vivió y fue su propietario, José Valentín Mestre González, hijo de Juan José Mestre y la criolla hija de españoles María Petronila González.
Valentín, como siempre se le conoció, desde niño fue influenciado por un tío sacerdote al estudio de la teología, mas tarde, con el beneplácito y apoyo de sus padres, inició su carrera sacerdotal. Una vez culminados sus estudios, pero sin ordenarse, regresó a su ciudad natal.
En esta prueba de fuego que le hacían antiguamente los sacerdotes antes de su ordenamiento, fue cuando conoció a la distinguida Dama Vallenata María Dominga DeOñate, de quien se enamoró locamente, imponiéndose el amor a su vocación eclesiástica, así que abandonó sus potenciales oficios sacerdotales y aceptó el llamado del arquero Cupido. De esta unión nacen sus hijos: María Josefa, Vicente Sebastián, Francisco Javier, María Gregoria, María Victoria y Rafael Antonio Mestre DeOñate.
El destino de Valentín parece que ya estaba escrito, su esposa muere intempestivamente, viudo y con la carga de su prole, decide terminar lo que había empezado, vuelve de nuevo al seminario y es ordenado sacerdote, tiempo después regresa como presbítero y capellán de la capellanía asignada a Santo Ecce Homo, con sede en la casa que al comienzo de este escrito hicimos mención. El padre Valentín vivió siempre en esta casa, aquí oficiaba misa, alojaba religiosos y laicos hasta su muerte el once de mayo de 1876
A la edad de 67 años fue trasladado a la vecina población de La Paz, donde ejerció como párroco del lugar, allí conoció a Martina Calderón, quien despertó nuevamente sus dones de conquistador, pero esta vez decide compartir sus servicios a Dios y los favores de la mujer amada, con ella tuvo varios hijos, pero solo tenemos información de uno, al que bautizaron con el nombre de su abuelo: Juan José Calderón, ya que no podía llevar el apellido del padre Valentín, por ser éste un sacerdote reconocido en toda la región.
El padre José Valentín Mestre González, desafiando el poder que ejercía la iglesia en la colonia y a principios de la independencia, lo mismo que al murmullo de la sociedad dominante, casó a sus hijos y bautizó a sus nietos.
Su hijo Vicente Sebastián Mestre Deoñate, fue senador de la provincia de Valledupar, hizo parte del congreso que expidió la constitución de La Nueva Granada el veinte de mayo de 1853 a inicios del gobierno del general José María Obando.
227 años después de su muerte, todavía a los sacerdotes no se les permite casarse, ni mucho menos vivir en concubinato públicamente.
Pero la gran verdad fue que el padre Valentín, dos siglos atrás supo educar a sus hijos, quienes ocupaban la primera fila de la iglesia, mientras oficiaba la santa misa, y gracias a su osadía, hoy los apellidos Mestre Y Calderón abundan en todo el valle de upar.
Arnoldo Mestre Arzuaga
nondomestre@hotmail.com
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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