Opinión
Indignación y aullidos o recoja lo que se merece
"Normalmente cuando las personas están tristes, no hacen nada. Se limitan a llorar. Pero cuando su tristeza se convierte en indignación, son capaces de hacer cambiar las cosas". Malcolm X
Nuestra querida Colombia es la nación donde la indignación prevalece por muy poco tiempo como respuesta a las atrocidades que, de tiempo en tiempo, se presentan, comúnmente un aborrecible acto o suceso opaca el primigenio causante de irritación popularizada, siendo el anestésico temporal que anula la pesadumbre naciente de esa multiplicidad de formas de violencia, salvajismo o fatalidades, se remite al olvido lo descubierto en redes sociales, medios o manifestaciones públicas.
El corazón de habitantes, autoridades y gobernantes tiene ya incrustado ese carácter de indiferencia colectiva perfilada en la indolencia, por ejemplo, ya se ha desdeñado el seriado de accidentes mortales causados por ebrios al volante, los crueles ataques con ácido por intolerancia y desequilibrios emocionales, muchas acciones terroristas causadas por grupos armados y delincuenciales, el reclutamiento por las Farc de infantes, secuestro y extorsión, masacres, asesinato de militares, civiles y utilización de niños bomba sin ningún escrúpulo y respeto social.
Ahora se percibe una indignación nacional, por los desafueros políticos del momento, aflora el desconsuelo, resentimientos y odios, como producto mercadotécnico del concepto de propaganda negra y campaña electoral sucia, importado e instituido por un apátrida docto-asesor político, que ha saturado el ejercicio democrático con marrullerías, estratagemas, falsías, tirrias, rencores y más, hasta enmarcarlas en conductas delictuosas.
Queda así de lado y rezagado, el control de las consecuencias económicas, solidarias y de gobernabilidad por la corrupción administrativa partiendo del carrusel de la contratación, el acorralamiento jurídico de la justicia por el insubordinado alcalde, el imprudente accidente que aniquiló la infancia muchos en el Magdalena, tragedia nacional en cualquier otro país culto.
Cómo no sentir indignación, si la narco-guerrilla miente y engaña desfachatadamente, genera incertidumbre mediante la dilación sistemática del dialogo, además de violentar toda consideración de los derechos humanos, no hay tal tregua unilateral electoral, continúan los atentados menguados por la mano de un gobernante permisivo.
Se somete a la población marginal a la intimidación violenta para que ejerza su derecho al voto favoreciéndole, sin importar ese sentimiento nacionalista que implora una verdadera reivindicación social en real paz de la colectividad y hasta de la misma insurgencia fratricida que ha polarizado la sociedad en cómplices, detractores y ex dignatarios.
También es causa de indignación el despropósito periodístico de algunos medios, como el de la influyente revista Semana en abierta revelación abusiva de la libertad de expresión, apadrinando su director la confabulación de la ignominia con el desenfreno mermeladezco, en otra forma de afrenta e irrespeto a las mismas instituciones que lesiona la opinión pública por cuanto inicialmente no distingue entre el rumor perverso y la información objetiva y cierta.
Se llega el domingo de elección presidencial, momento propicio para que el civismo desestime los insultos, imprecaciones y el posible fraude electoral, cerrándole las puertas al chismorreo político y mal intencionado, apartándolo de las propuestas y el programa de gobierno posible para el pueblo.
Excepcionalmente es éste día, justo para que el ciudadano colombiano empiece por aullar y exteriorizar esa indignación, votando y eligiendo un gobernante subordinado a la Constitución, que atine a dar seguridad, confianza, respeto soberano en contraste de los malos gobiernos y falsas promesas, porque paradójicamente se puede concluir que de aquí en adelante el pueblo colombiano obtendrá con el elegido el pasaporte para el hambre o la ruta de la prosperidad, lo que merezca.
¡Vote bien!
Alfonso Suárez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
0 Comentarios
Le puede interesar
Ambigüedades de la política
Estas son una serie de preguntas que se deberían hacer a los aspirantes a cargos públicos de elección popular. Muchas de las respu...
La ropa sucia se lava en casa
El refrán popular de “Sacar los trapos al sol” es precisamente aquel contrario al de “La ropa sucia se lava en casa” o “Los ...
Editorial: Periodismo y pluralismo informativo en el Cesar
La reciente desaparición de uno de los dos grandes periódicos impresos de la ciudad de Valledupar (Vanguardia-Valledupar) ha sumido l...
Editorial: Impresiones de un Festival Vallenato
Durante el Festival (y en los días previos), la ciudad de Valledupar se convirtió en el mayor escenario de músicas de acordeón de C...
La mermelada, el término con el que quieren endulzar a la maldita corrupción
La captura del senador del partido Centro Democrático, Ciro Ramírez, la noche del 14 de diciembre de 2023, por ordenes de la sala...