Opinión

Editorial: Esa violencia que discrimina y mata a las mujeres

Redacción

09/06/2014 - 11:55

 

Editorial: Esa violencia que discrimina y mata a las mujeres

La muerte de Silvana Maestre, anunciada el pasado 28 de mayo, generó en Valledupar un dolor y una incomprensión enormes que tardarán mucho tiempo en digerirse.  La partida de esta mujer joven, madre de hogar, nos remite tristemente a sucesos anteriores –como el de Rosa Elvira Cely–, que generan indignación y que, muy tristemente, se diluyen en medio de las actividades y las preocupaciones diarias.

Ante este nuevo suceso triste, es necesario que allegados, comunicadores, autoridades, pero también la comunidad en general se pregunten: ¿Qué circunstancias permiten que esto ocurra? ¿Qué fue lo que impidió a la víctima exponer su situación, acudir a las autoridades o, simplemente, tomar las decisiones necesarias para evitar la tragedia? ¿Qué leyes amparan a una mujer víctima de un trato doméstico violento? Y ¿Qué puede hacerse para que la víctima se concientice acerca de sus derechos?

La violencia contra la mujer es algo que afecta a todos los estratos sociales, sin discriminaciones étnicas o de edad, y se cultiva en la intimidad del hogar, mezclándose u ocultándose a menudo dentro de los hábitos agresivos de una pareja.

La violencia no sólo se materializa en los golpes. También se expresa a través de la palabra, los gritos, la intimidación, la humillación, el silencio, la privación de simples derechos como salir, hablar o mirar a alguien. Es algo que puede estar presente pero que a menudo se subestima o ignora y, sin embargo, lo constatamos una vez más: el maltrato a la mujer causa muerte y destruye familias.

Pensemos en la víctima y en todas las mujeres que no debieron irse así. Pero también en sus hijos o hijas que quedan huérfanos y solos. El dolor es compartido y el destino de quienes se ven privados de una madre, de una hija o de una hermana, también se resiente.

No se puede resumir la muerte de una mujer por causas domésticas como un simple accidente, el infortunio de una “mala hora”, o el resultado de una espiral incontrolable, y mucho menos responsabilizar a una mujer por no haber acudido a las autoridades o tomar decisiones drásticas. No juzguemos el miedo de una mujer. Sólo ella sabe lo que vive.

Ante un hecho como éste, todos somos culpables, toda la sociedad, por tolerar el dolor, por ignorar el calvario de un vecino o de un familiar, por no acudir a su ayuda, por no orientar y prevenir, por no sentir compasión y por desinteresarse de las acciones organizadas en su memoria.

Recordemos que existe una ley (la ley 1257 de 2008 para prevenir los abusos y las amenazas) y emulemos el ejemplo de mujeres como Jineth Bedoya o plataformas como “Párala ya” quienes han decidido salir y enfrentar ese grave problema social.

 

PanoramaCultural.com.co

 

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

La utopía de la Paz Total en Colombia

La utopía de la Paz Total en Colombia

  La Humanidad, desde el momento mismo en que se autodetermina como una especie inteligente con la necesidad de dar orden a su organi...

Editorial: Muerte de un mural

Editorial: Muerte de un mural

  ¿Hay algo peor que ignorar o herir un artista en vida? Sí: borrar su obra después de muerto. La fatídica noticia de la desapa...

Oiga, ¿Y si conciliamos?

Oiga, ¿Y si conciliamos?

“Más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Reflexión. El acertijo expuesto es, ¿Que se necesita para encender una vela? la ...

La política y la pringamoza son la misma cosa

La política y la pringamoza son la misma cosa

  En los tiempos de la cometa del Macondo de mi alma, los días transcurrían con la intensidad propia del que pareciera vivir siet...

Del manjol brota poesía

Del manjol brota poesía

  Caminar por las calles de Valledupar es un acto de encuentro del hombre con la naturaleza. Al paso, los mangos que se yerguen sob...

Lo más leído

Vida y trayectoria de Rafael Pombo

Redacción | Literatura

La Muerte de Abel Antonio

Álvaro Rojano Osorio | Música y folclor

Origen del Festival de la Leyenda Vallenata: un viaje en el tiempo

Simón Martínez Ubárnez | Música y folclor

La parranda vallenata como un ritual de amistad

María Ruth Mosquera | Música y folclor

La Parranda vallenata

Carolina Rosa Guerra Ariza | Patrimonio

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados