Opinión
Resucitó Joselito Carnaval
Un decreto del señor alcalde acaba de resucitar a Joselito Carnaval a dos años exactos de su aleve muerte a manos de otra decisión municipal. Inicia bien el año. Momo, Baco y Arlequín están de regreso.
Y, es que nada hay menos autoritario y más democrático que el carnaval. Una fiesta de tradición y raigambre popular, con más de 100 años de historia en Valledupar, música y coreografía propia, y con raíces tan profundas en nuestro folclor que es difícil matarla o revivirla a punta de decretos.
Quizás por eso el Alcalde ha nombrado a Carlos Maldonado, reconocido trabajador de la cultura, para que lidere las acciones que faciliten su retorno. Este año no habrá desfiles y el jolgorio se limitará a recintos cerrados. Una diversión a medias, un carnaval con corsé, mutilado, pero algo es algo.
Algunos reducen esta fiesta a unos días de bailes, tragos e irreverencias, pero el carnaval es, por supuesto, más que mamagallísmo. Por eso hay que prepararlo con tiempo, no un mes antes. El año entrante debe organizarse con la gente, desde abajo, como lo merece una ciudad con la magia de Valledupar.
Sí, el carnaval es mucho más. Es una expresión de cultura, arte, danzas y academia que genera una dinámica económica no desdeñable. Ya comienzan a moverse en los barrios las modistas, tamboras, bailarines, conjuntos, artesanos, coreógrafos, empresarios de la música, actividades todas que generan trabajo y benefician a miles de personas.
Los carnavales mueven la economía de la ciudad, como lo hace el Festival y lo harían una serie de eventos lúdicos, culturales, religiosos, académicos, gremiales, deportivos, que se organicen para atraer visitantes durante todo el año, que dejen ingresos, creen empleo, prosperidad, bienestar, buen vivir.
Para que esto sea posible se requiere un mínimo de institucionalidad. Es un error, por ejemplo, organizar el carnaval con una junta central a la vieja usanza, cuando lo que se necesita es replicar el modelo organizativo exitoso de Barranquilla, y, crear un instituto de cultura y turismo, con amplio presupuesto y capacidad técnica, para que venda a Valledupar como ciudad turística.
Vivimos un boom de la construcción en vivienda, obras públicas, centros comerciales. Se siente un aire de prosperidad y cambio, pero todo está lamentablemente matizado por una cultura de la ilegalidad y la intolerancia que hace a la ciudad invivible.
Por eso, nada es más necesario que un programa de cultura ciudadana que mejore la convivencia, el respeto a las normas y leyes, vuelva sagrado el espacio público, reduzca la contaminación visual y auditiva y, en fin, haga la ciudad más amable y acogedora para sus habitantes y los turistas que la visiten. O nos civilizamos o nos civilizamos. No hay alternativa. La vida es un carnaval.
Rodolfo Quintero Romero
@rodoquinteromer
Sobre el autor
Rodolfo Quintero Romero
Causa común
Rodolfo Quintero Romero. Agrónomo. Máster en Economía, especialista en Derecho del Medio Ambiente y Profesor Universitario. Su columna nos invita a conectar con la actualidad cesarense y entender los retos a enfrentar para lograr un crecimiento sostenible y duradero en el departamento.
0 Comentarios
Le puede interesar
Almas en libertad
“Cuando le pregunté a Isabella (La hija): “Cuál de todas estas obras se parece más a Yarime (La Madre)?” Ella dijo sin d...
Los mensajes de los vallenatos de hoy
Nuestra música vallenata históricamente ha pasado por varias etapas y sin duda alguna en todas ellas los mensajes contenidos en las...
Economía Naranja: la creatividad como salida a la crisis
“Exprimir al máximo la naranja y extraer su jugo, que sin dudarlo, nos dará desarrollo y progreso social”. En ese ejercicio del ...
Los mejores libros de febrero de Valledupar
Iniciamos el primer bimestre con la selección de los 12 mejores libros aparecidos en Valledupar y el Cesar, escrito por autores locale...
Estampillas para el bienestar social
Las estampillas son un impuesto territorial que recae sobre los contratos y convenios, que se suscriban con las entidades que confo...