Opinión
Editorial: La Afrocolombianidad y el fortalecimiento de una identidad
Tras una semana majestuosa en eventos culturales, hemos querido destacar en este editorial la labor de todos los que tratan de dar un espacio honorable a la Afrocolombianidad en el Cesar (y Colombia) y la consolidación de una comunidad que lucha por su reconocimiento y mejora social.
África tiene un peso importante en la cultura colombiana y americana en general. Los afrodescendientes han contribuido notablemente, con el sudor de su frente, en la construcción de la mayoría de los países americanos, desde Estados Unidos hasta Brasil y Argentina.
Por eso, cada una de las actividades centradas en la afrocolombianidad en Valledupar tiene su significado. Es el reconocimiento a un trabajo, unos aportes culturales destacables, un legado, una forma de ser, una dignidad.
La discusión del plan de desarrollo en el Concejo municipal aclaró la necesidad de dar prioridad en reparar ciertas injusticias y promover el desarrollo de la población afrodescendiente. Pero, también, y como lo comentaba el comunicador social Luis Alberto Díaz, es necesario hacerlo con profundidad y sin egoísmos, sin cerrar los ojos y sin hurgar en las heridas del tiempo.
Las distintas obras de teatro y las tertulias organizadas en la Casa de la Cultura son también un logro aplaudible que presentaron a la Comunidad afro desde otra perspectiva: la del diálogo y el talento artístico.
Es tiempo de entender que la africanidad no se encuentra sólo en algunos ritmos típicos del Caribe colombiano, sino que trasciende también el lenguaje diario, las costumbres, el humor, las calles, todo. El mestizaje ha hecho de Colombia una nación estrechamente ligada a la memoria afro.
Así como lo presentó el artista gráfico Moisés Zabaleta durante la inauguración de su exposición en la Alianza Francesa, la afrocolombianidad no va en contra de ninguna identidad.
La afrocolombianidad representa una necesidad de conocer y explorar su propia identidad, recordar lo mucho que ha sufrido un pueblo para que los mismos atropellos no se repitan, descubrir y dignificar a sus propios líderes y héroes, porque “si uno se respeta a sí mismo es más fácil que los demás le respeten”.
Queremos destacar en esta columna la admirable labor de María Lydyalu Perea quien, con el respaldo de la Asociación Mujeres en Acción ha permitido la organización de unas jornadas especialmente dedicadas a la Comunidad Afro en Valledupar.
La programación incluía todo tipo de actividades, tanto teatrales como educativas o religiosas, y en palabras del director de la Casa de la Cultura –uno de los grandes valedores de este evento–: fue un éxito rotundo.
Esperemos pues que la Afrocolombianidad siga por ese camino inevitable de rescate de su identidad para el gusto y el futuro de toda Colombia.
0 Comentarios
Le puede interesar
Los créditos FEDESCESAR y el problema del acceso a la Universidad Popular del Cesar
Por estos días, en la comunidad académica de la UPC, se vive una polémica alrededor del otorgamiento de los créditos condonables de...
Un Canto al Río con pasos de gigante
El pasado jueves 30 de noviembre se realizó la primera actividad oficial de la tercera versión del único festival ecológico y f...
Éxodo, ojalá con feliz retorno
Ya se volvió costumbre en los noticieros de Televisión, prensa escrita y demás medios masivos de comunicación colombianos, mostrar ...
Las bondades de la vida y la amistad
La vida es racimo de luz, y a veces de sombra de dolor; pero a pesar de todo es la vida, y la vida es bella. No te afanes en buscar d...
La suerte está echada
La suerte esta echada, se titula una poesía echa canción de la autoría del doctor Hernán Urbina Joiro, que Diomedes Díaz convi...