Opinión

Vivo ahora en mi casa en el aire

En Valledupar, un día 13 del mes de mayo, la tarde caía y con ella un torrente de agua procedente de las nubes en forma vehemente, estruendosa.

Con la caída de las aguas, partía una leyenda: el inolvidable Maestro de cuentos y leyendas, de prosas anecdóticas, cantadas en paseos y reuniones familiares, de glosas fantásticas y mágicas, que un día otros interpretaron e inmortalizaron, visibilizaron a esta tierra macondiana rodeada de valles, bañada del agua dulce y pura que desciende de la Sierra de los hermanos mayores.

El techo de Valledupar aquel día se derritió. El deshielo de llantos y pesares así mismo anunciaba la partida y la llegada, el ocaso y el renacer de aquel personaje de glorias que sentimos como propias.

Partía físicamente de estas tierras que lo vieron y a la cual engalanó con sus dones y proezas musicales. Partía para llegar a la tierra del nunca jamás, a la tierra del padre celestial.

Partió para llegar, llegar a aquel espacio mágico al que todos de una u otra manera anhelamos contemplar y disfrutar.

Aquel paraíso narrado y poéticamente habitado por uno de los retoños de este osado maestro de las letras que combinan, sin tocarlo, lo habitó en sus años juveniles, construyendo en sus rimas musicales  una majestuosa edificación que sólo a un maestro del amor, de la fe, de la esperanza del trascender, se le pudo ocurrir: una casa en los aires.

Esa casa que antes construyera en su mundo de ilusión, es la que lo espera: esa casa donde aquel 13 de mayo llegó ese maestro de cuentos y leyendas musicales.

Una casa llena de rosas y jazmines, de colores vivos en cuadros pintados por su gran amigo Jaime, de custodias, de parrandas celestiales, de cuentos, de música de leyenda.

Una casa de cascadas, las cascadas celestiales de aquellas aguas cristalinas que en otrora lo inspiraren.

Partió el gran Maestro Escalona, partió para llegar, llegar a su morada. Llegar para habitar su propia Casa en el Aire... 

Yarime Lobo Baute

@YarimeLobo