Opinión

Charlie Charlie a la colombiana

Diógenes Armando Pino Sanjur

03/06/2015 - 06:20

 

En las últimas semanas Estados Unidos y Latinoamérica se conmocionaron con un juego conocido como el Charlie Charlie Challenge, que es un juego en el que un lápiz divide una hoja de papel en cuatro partes, escribiendo dos veces la palabra “Sí” y dos veces la palabra “No” en esquinas opuestas. Una vez marcado el papel, se reposan dos lápices en forma de X sobre el papel.

El juego comienza cuando alguien pregunta: “Charlie, Charlie… ¿estás aquí?”. El lápiz que reposa encima debe, supuestamente, girar hacia el “Sí” o el “No” para revelar la respuesta del supuesto espíritu de un niño mexicano, y paso seguido, se hace cualquier pregunta. Luego se termina diciendo: “Charlie, Charlie, ¿podemos terminar?” y así culmina.

Pero como era de esperarse este juego ha despertado la suspicacia de líderes cristianos y padres de familia quienes han mostrado gran preocupación, por lo que no consideran un juego, sino una invocación real a las fuerzas demoniacas; es tanto la conmoción que se han afirmado y testimoniado casos de niños y personas poseídas por la práctica de este juego.

En la cotidianidad de nuestro país, encontramos que desde hace varios años nos han proyectado nuestro propio Charlie Charlie, solo que las palabras que se escriben cambian, no se utilizan el “Sí” y el “No”, sino “Santos” y “Uribe”, pero con el mismo espíritu de mantener un país divido en posiciones opuestas.

Mientras que el juego original inicia preguntando sobre si se encuentra el espíritu del niño, en nuestro país preguntamos sobre la salida a los más de 50 años de barbarie y guerra en que nos hemos sumido. Si el lápiz recae sobre “Santos”, el país quiere una salida negociada al conflicto, en cambio sí recae sobre “Uribe” desea reducir las acciones violentas de la guerrilla con más violencia.

Así como el Charlie Charlie ha despertado suspicacias en líderes cristianos y padres de familia, el juego Vivimos en Colombia ha suscitado el inconformismo y oposición del adalid de la fe el señor procurador Ordoñez, como también de muchos padres de la patria miembros del centro democrático, quienes consideran que la salida negociada no es una posibilidad que debemos brindarle a los colombianos, sino incrementar el pie de fuerza y las acciones militares para continuar en esta guerra sin sentido y que sigan corriendo ríos de sangre.

Paradójicamente, hemos conocido que el juego original -el Charlie Charlie Challenge- es una estrategia publicitaria que ha servido para promocionar la nueva película de terror de la productora Warner Bros, “The Gallows” (la horca), la cual cuenta cómo un grupo de estudiantes decide recrear una tragedia de hace 20 años invocando a un muerto mediante este ya popular juego.

Conociendo las coincidencia del juego original y el Charlie Charlie a la Colombiana, a mi mente le asalta la duda ¿este juego colombiano también será una estrategia política?, donde los Santistas y Uribistas para promocionar sus partidos políticos, lograr el poder y mantenernos bajo un letargo, olvidándonos de tantos problemas que afligen al país como la mala calidad en la salud, educación, servicios públicos y falta de oportunidades laborales.

¿Será que los seguidores del expresidente y ahora senador deciden perpetuar los más de 50 años de violencia que hemos vivido y que nos han impedido construir un país en paz, con desarrollo y progreso? ¿Será que los Santistas buscan en serio poner fin de una vez por todas a esta infamia llamada guerra? Amanecerá y veremos. 

 

Diógenes Armando Pino Sanjur

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur

Diógenes Armando Pino Sanjur

Tamalamequeando

Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.

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