Opinión

Es que no me gusta perder

Diógenes Armando Pino Ávila

31/07/2015 - 06:10

 

Se ha dicho desde siempre que la política despierta pasiones, y a veces de las peores, pues aflora sentimientos ocultos, resentimientos y rencores, pero también es justo decirlo, aflora solidaridades, afectos y amistades.

Independiente a eso, es bueno darle una mirada curiosa a un sector que no toma partido inicialmente por ningún candidato hasta no ver el desarrollo de la contienda y, al final, toma la decisión de acompañar al que aparentemente tiene las mayorías, esta tendencia o inclinación la afirman con el argumento de que no les gusta perder.

¿A quién le gusta perder? A nadie, por supuesto que una persona mentalmente sana no le gusta perder, lo que pasa es que uno escoge candidatos por razone tan variadas que sería largo enumerar, entre ellas, las propuestas, las ideas, las simpatías personales, el color político, el amiguismo, el compadrazgo, el interés económico o político, la tradición, la costumbre, el sometimiento, el constreñimiento, el pago corruptor del voto, en fin, hay tantas y tantas razones y cada una de ellas con diferentes variantes.

Me detendré en dos, la primera de ellas, los que votan por que han analizado las propuestas del aspirante en favor de su colectividad, que han mirado la experiencia y el historial del nominado, su seriedad, sus buenas costumbres, su origen, su preparación, que no académica sino de capacidad y manejo de la cosa pública, pues al final lo que nos interesa tener claro y que comprenda a cabalidad es que su función social y de servicio debe ser equilibrada y estar al servicio de la comunidad porque “no es lo mismo tener UN CARGO PÚBLICO que ser UNA CARGA PÚBLICA". El simpatizante de este sector no mira con cálculo polítiquero la posibilidad de perder, mira con esperanza las potencialidades que podría desarrollar su comunidad si las ideas, las propuestas y el programa de gobierno de su político  llega al cargo, siempre hay un halo de esperanza que ilumina su accionar en la contienda política.

La segunda de ellas es curiosa y compleja, el que vota por el que aparentemente tiene las mayorías, ¿Y cómo supone este votante que ese candidato tiene las mayorías? La respuesta es curiosa, dice que fue el que más gente mostró en las caminatas, olvidando o desconociendo los trucos que esto implica, tales como pago de activistas y animadores, acompañamiento de menores de edad que no tienen cédula y, por tanto, no tienen decisión de votos, el constreñimiento que hacen jefes de oficinas y patrones a sus empleados, el pago de moto taxistas y bici taxistas para que acompañen y hagan bulto dentro de la caravana y otros trucos viejos y conocidos a más de los que cada día se inventan en este juego de marrulla y engaño en que se ha convertido la política.

Este último votará atraído por la aparente mayoría mostrada en una caminata y lo empuja ese íntimo deseo de no perder, y que a la postre lo denota como un perdedor, pues ¿cuándo ha ganado? ¿Cuándo ganará? Este votante potencial no se ha dado cuenta que nunca ha ganado, que nunca ganará, pues goza en el triunfo de otro y se aferra a la ilusión de que esta vez sí lo tendrán en cuenta, olvidando que personas como ellos son insignificantes ante su candidatos, pues éstos conocen su sentimiento anti derrotista y lo utilizan y lo ponen como escudo de su campaña.

Conozco amigos de ésta condición que cifran su esperanza de vida en los candidatos “de las mayorías” y votan entusiastamente, se enemistan, bravuconean, agreden, ofenden, pelean por su favorito esperanzados en que, esta vez sí, les van a dar la oportunidad de un empleo y pasa la campaña y pasan los cuatro años de gobierno y nada, entonces lleno de rencores y decepción esperan la otra campaña y vuelven y juegan su mismo rol de que no le gusta perder y vuelven y hacen su apuesta por el que va a ganar, y pasa lo mismo, y van ocho años de su vida perdidos y esperando nueva elección para seguir jugando su rol de ganador perdido.

Contrario al elector anterior, el elector correcto debe votar por ideas, por propuestas, por el interés colectivo antes que por el interés personal, este votante llega a una campaña atraído por las ideas, llaga proponiendo cambios, aspira que las costumbres políticas de su pueblo sean renovadas, desea que su comunidad progrese, desea que haya equidad.

¿A cuál de esos dos grupos perteneces?

 

Diógenes Armando Pino Ávila

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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