Opinión

La política y la mentira

Diógenes Armando Pino Ávila

21/08/2015 - 07:05

 

La política, que debería ser el arte de servir a las gentes, se ha convertido en el arte de la mentira. El político miente al pueblo, lo agrede con sus falacias, pero, curiosamente, el pueblo se apasiona ante la agresión y la mentira y sigue ciegamente al mentiroso que le engaña.

En esta época preelectoral se puede, sin ningún esfuerzo, ver el modus operandi del político y sin tener una agudeza analítica excepcional, se detecta de inmediato poses fingidas, se encuentra el elector con el abrazo cariñoso (pero fingido) del candidato que le muestra su amistad (fingida) y la mano amiga extendida para ayudarlo (fingida) con propuestas de empleo para el futuro.

Encuentras que te saludan los que nunca te habían saludado, que detienen los carros y bajan los vidrios para saludarte, para hablar contigo en un inusitado intento de ser amables y se interesan por tu salud y tus problemas y tú, inicialmente, te extrañas y te inquieta tanta amabilidad y apelas a tu malicia indígena para medir el gesto, pero es tal el arte de la hipocresía y la melosa forma como te tratan que, finalmente, sueltas amarras y te dejas arrastrar por el saludo y abrazo zalamero que te prodigan.

Por estos días te visitan grupos de jovencitas agraciadas luciendo coquetonas gorras timbradas con logos de grupos políticos y visten camisetas con el nombre de un candidato que tú no conoces, y se toman la entrada de tu casa, y con frases corteses te proponen, con sus voces cálidas y entrenadas, el nombre y la propuesta de un candidato, y tú, entre risueño y burlón, las escuchas y te figuras que proponen un producto de tocador de esos que promocionan en las revistas y que dejan en las casas para pagar en cómodas cuotas.

Algunos grupos de éstas muchachas, que los políticos llaman avanzadas, son tan circunspectas y serias que semejan a esas parejas de joven de corbata y vestido formal y la muchacha de faldas largas y blusas amplias que calzan sandalias pasadas de moda y sombreretas tipo gringas, y con biblia en mano te asedian los fines de semana tratando de convencerte para que salves tu alma y así sacarte del mundanal abrevadero en que hemos convertido nuestras vidas, y que cuando amablemente les dices que no tienes tiempo ponen en tu mano con amabilidad folletos de Atalaya donde en forma apocalíptica profetizan el fin del mundo.

Así es en la política, esas avanzadas como las llaman, profetizan la salvación administrativa de tu municipio y si tu voto se inclina por otro candidato que no sea el que paga el trabajo propagandístico de estas chicas, entonces vendrán los caballos del apocalipsis destruyendo la moral pública y el despilfarro del erario será tal que no quedará piedra sobre piedra.

Te mienten en las caminatas, pues cada campaña exagera a la enésima potencia el número de asistentes, y manejan cifras de simpatizantes supremamente inflados, todo con el fin de atraer los incautos que dicen que no quieren perder y que, por tanto, votarán por esas mayorías ficticias. Te engañan con los discursos donde prometen solucionar toda la problemática local, y descubren que todo lo de tu pueblo está mal manejado por parte de los contrarios y que, afortunadamente, llegó este iluminado candidato a poner orden en la casa y salvar al municipio de la debacle que ocasionan los mandatarios de turno.

En este juego de “yo miento, tú mientes, todos mentimos” que se han creado los politiqueros de oficio, todos perdemos pues si los políticos mienten, y sus seguidores hacen de caja de resonancia magnificando sus mentiras y falacias, también es cierto que el pueblo, el votante raso también comienza a mentir y participa en esta farsa electoral construyendo sus propias mentiras, es por eso que encontramos a personas que en mi pueblo llaman “corre-comandos” visitando las sedes de todos los candidatos y formula en mano y una cara de tragedia mendigan una ayuda para un ser querido que tiene quebrantos de salud. Otros manifiestan su adhesión a varios candidatos al mismo tiempo y descaradamente les cogen camisetas y dineros a todo el que incautamente cree en ellos, aquí opera la lógica del cazador cazado.

Es ahí donde se dan las sorpresas electorales, cuando los resultados en las urnas demuestra que ese mundo de fantasía que urdieron con mentiras se derrumbó como castillo de naipes y el politiquero mentiroso no entiende el por qué fue derrotado. Es ahí donde el pueblo devuelve la mentira y cobra con réditos el engaño, es ahí donde se caen caciques y caudillos, es ahí donde se devela la verdad. Pero cuatro años después todo está olvidado y comienza un nuevo capítulo de esa saga mentirosa que es la política local.

 

Diógenes Armando Pino Ávila 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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