Opinión

Estigmatización de los registradores

Diógenes Armando Pino Sanjur

03/09/2015 - 05:30

 

En cada elección es común escuchar a la mayoría de candidatos -que no se beneficiaron del apoyo popular en las urnas- culpar a la Registraduría de haber realizado fraude en las elecciones, de intervenir, manipular y realizar acciones ilegales para beneficiar un determinado candidato que, en últimas, es el ganador.

Esta afirmación y creencia ha puesto en tela de juicio la honorabilidad, transparencia y reputación de los registradores a tal punto que en muchos casos ponen en riesgo su integridad física, su tranquilidad y la de su familia, ya que los simpatizantes de los candidatos que no contaron con el respaldo del constituyente primario lo tildan como el responsable de la derrota, lo que en muchos casos ocasiona que la horda embravecida decida arremeter contra instituciones y funcionarios en asonada y desorden público.

Preocupado ante esta creciente creencia, he querido establecer la actuaciones de los registradores durante las elecciones democráticas realizadas en nuestro país, y me encuentro que estos funcionarios actúan como directores y organizadores del procesos electoral, más no tienen incidencia directa durante los comicios, puesto que ellos, al momento de hacer entrega de los kit electorales a los jurados de votación, otorgan a ellos el proceso; por consiguiente son estos los que durante toda la jornada de votación lo llevan a cabo y realizan los escrutinios de los votos en las respectivas mesas. Así las cosas son ellos el pilar fundamental del éxito y transparencia de los comicios.

Terminada la jornada de votación y realizado el escrutinio correspondiente, en cada mesa los jurados devuelven al registrador los pliegos electorales, los cuales quedan bajo su custodia desde el punto de votación hasta el sitio de escrutinio, donde nuevamente el registrador hace entrega del proceso a los claveros, que son las personas encargadas de recibir e introducir en el arca triclave los pliegos electorales, de custodiar y velar por su seguridad y contenido.

Después de ingresar los pliegos electorales en el arca triclave, se procede a realizar el escrutinio general por la comisión escrutadora, la cual fue conformada por el Tribunal Superior del distrito Judicial integrada por jueces, notarios o registradores de instrumentos públicos del respectivo distrito judicial y el registrador municipal, el cual actúa como secretario de dicha corporación.

Es de aclarar y subrayar que en todo el proceso electoral los diferentes candidatos y/o partidos políticos cuentan con testigos electorales, para que supervisen y vigilen todos los comicios electorales, esto los convierte en pieza clave para garantizar la imparcialidad, pureza y publicidad de las votaciones.

En este orden de ideas no encuentro sustento y soporte para que algún candidato o sus simpatizantes indilguen conductas concernientes delictuales y culpen a los registradores de los resultados obtenidos por sus campañas en las elecciones, creo que por desconocimiento de la normatividad electoral es que se da el malentendido y la desconfianza ante los resultados adversos en la contienda electoral.

Es bueno tomar conciencia del verdadero papel del registrador en los comicios electorales y saber que la justa electoral es un mecanismo democrático donde varios actores apuestan a ganar pero que solo uno será el que obtenga el triunfo y, por ende, será el que rija los destinos de su colectividad y que otro u otros no alcanzarán la meta, estas son las reglas de nuestra democracia y hay que acatarlas y estar preparados para ganar o perder.

 

Diógenes Armando Pino Sanjur

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur

Diógenes Armando Pino Sanjur

Tamalamequeando

Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.

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