Opinión

Construyamos un mejor país

Diógenes Armando Pino Sanjur

28/09/2016 - 03:00

 

Desde el inicio de los diálogos de paz del gobierno con la Farc, nos han alimentado la esperanza de que, al concretarse este proceso, tendríamos la solución al cumulo de problemas que azota nuestra patria. Con el anuncio de los acuerdos. Nos han avivado la ilusión y, con la opción de que el pueblo refrende estos diálogos mediante un plebiscito, nuestros sueños han sido nutridos con la promesa de la construcción de un mejor país, prospero e ideal.

Aunque la situación fáctica no es tan fácil, toda vez que la solución de los problemas que azotan nuestro país va más allá de la firma y refrendación del proceso de paz con un grupo guerrillero, pero debemos reconocer que puede convertirse en el punto de partida, en la piedra angular para que entre todos unidos comencemos a estructurar un mejor país, con igualdad, oportunidades y bienestar para su gente.

Pero, para eso se hace necesario que se concrete una gran reforma en el sistema de salud del país, que nos permita el acceso a una salud de calidad, eficiente, oportuna, que deje de ser un negocio para convertirse en un verdadero derecho, por eso debemos pensar en la unificación de los regímenes existentes y constituir un sistema universal, implementar un sistema diferencial de acuerdo a las zonas y poblaciones donde se preste el servicio, se debe establecer unos estándares mínimos de calidad en la prestación del servicio y atención de los pacientes, para garantizar un verdadero sistema integral de salud, que asegure una mejor calidad de vida a todos los colombianos.

La educación debe convertirse en el eje principal para proveer de conocimiento a nuestra gente, que le permitan edificar un ser humano con ideas firmes que le consientan la construcción de una mejor sociedad, por eso se hace necesario la inversión en la construcción de instalaciones locativas adecuadas y modernas, impulsar la investigación científica y tecnológica, para ello se hace necesario extinguir también ese pensamiento retrogrado que  afirma que las erogaciones en educación son gastos, para analizarla como inversiones productivas que coadyuvan a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y productiva.

La inversión social debe centrarse en satisfacer las necesidades de la población más vulnerable, acabando con la inequidad existente en la distribución de los ingresos e inversión de la nación, debemos apostar en el mejoramiento de las condiciones de vida y bienestar de las poblaciones más necesitadas, que permitan combatir la pobreza y desigualdad que nos han condenado al subdesarrollo, exclusión social y la violencia.

Pero el principal objetivo de nuestra patria debe ser la extinción de la corrupción, puesto que esta enfermedad ha sido la culpable de todo el deterioro social, político, económico y administrativo que vive nuestro país, por eso es necesario cerrar filas y hacer causa común contra este flagelo.

Los colombianos debemos tener la plena certeza que podemos soñar con la construcción de un mejor país, ilusionarnos con la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas o el mejoramiento de las condiciones de vida y el bienestar de todos, si no exigimos un mejor sistema de salud, una mejor educación, una inversión social transparente, equitativa y planeada y, sobre todo, si no logramos la erradicación de la corrupción en todos los niveles del estado, solo así podemos proyectar la construcción de una paz estable y duradera, de lo contrario todo se convertiría en un sofisma y el país seguiría en el letargo y problemática que nos azota.

 

Diógenes Armando Pino Sanjur

@Mafranpisa

 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur

Diógenes Armando Pino Sanjur

Tamalamequeando

Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.

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