Opinión
Carta de un artista a una doctora de hospital
Usted no sabe, doctora, lo que tiene en la mano: es un artista. Lo más preciado de la sociedad, por lo general cuando se muere, porque vivo es una urticaria para el sistema dirigido por funcionarios que solo se rascan.
Ellos, los artistas, representan su lugar de origen: ya sea Borges a la Argentina, Neruda a Chile, Vallejos al Perú, Gabriel García Márquez a Colombia, Rulfo a México y siguen..., y todos juntos a la humanidad.
El artista crea nuevos horizontes donde la belleza del pensamiento, bien expresado, por cualquier manifestación artística, es cuchillada que abre la panza de la vida para que salga lo entrañable: ¡La confirmación del ser!
En cada obra, el artista se hace el harakiri para mostrar sus profundas verdades. Es un suicidio silencioso y cotidiano empollando luz que iluminará del presente al futuro, entrando así a participar del pasado resplandeciente de la historia.
Él no se queja de nada, solo recurre a Usted para que le aleje el dolor físico y le permita vivir unos años más para poder terminar su obra y partir como llegó: solo y desconcertado, porque, cuando nació, no sabía a donde llegaba. Ahora que no vuelve, no sabe a dónde va.
Doctora, no está enfermo, está agotado de su lucha con el mundo exterior que le quita las migajas del banquete y por el mundo interior donde la mediocridad, la envidia, la corrupción le perturban.
Con sus voces interiores, ahora, y esas migajas que le negaron, camina solo el artista, orgulloso, asombrado, rodeado de su propia tranquilidad iluminada, por el horizonte sin tropiezos que da la sabiduría.
Francisco Ruiz
Sobre el autor
Francisco Ruiz
Los espejos de América
Vallenato que hace 69 años se fue a nacer a Salta, Argentina. Por medio de esta columna refleja dibujos escritos en palabras pensadas, realidades e irrealidades que habitan en el valle y dentro de sí mismo. Mundos que se alojan en la metáfora “Los espejos de América”, donde pinta y escribe lo que siente. Contacto: franciscoruizsalta@gmail.com
0 Comentarios
Le puede interesar
El centro histórico de Valledupar (I)
Fui con mi papá y mis hermanos Álvaro e Ismael, al inolvidable Ateneo el Rosario, en 1964, cuando inició su histórica como enalte...
Editorial: Hacia un Valledupar más musical
La música es un aliciente para la vida. Donde hay música hay alegría. No son palabras nuestras, sino las del director del ballet val...
Ellos son blancos y se entienden
Nadie va a negarnos la vida, el ingreso de nuestros hijos al futuro, protegeremos con nuestra vida la Esperanza, esa mujer bella ...
La RAE: ¿Perfecta imperfección?
Siempre he escuchado que la perfección no existe, pero si no existe: ¿Por qué se consideran algunas premisas como verdades absolut...
Nos falta un doliente, habilidad divina de empatía
Fechas especiales de no olvidar para un hombre son los aniversarios, cumpleaños y algún acontecimiento trágico que salga del conte...