Opinión

Critica y política

Diógenes Armando Pino Ávila

20/07/2018 - 06:15

 

Critica y política

A punto de terminar los ocho años del gobierno de Juan Manuel Santos, periodos plagados de la más acérrima critica. Este gobierno recibía ataque por todos los flancos, con una contundencia demoledora, en la creencia de que el presidente se amilanaría en las decisiones de gobierno que, equivocadamente o no, tomaba. Las críticas se daban a granel y en forma desproporcionada trataban de opacar el accionar del gobierno.

Desde un comienzo, desde su posesión y nombramiento de gabinete, se le vino una andanada de ataques que todo el mundo creyó era fuego amigo, luego se hizo la claridad sobre lo acontecido: Juan Manuel Santos, miembro de una familia burguesa que históricamente ha manejado poder y opinión, se hizo elegir bajo la sombra de Uribe (un montañero cerril y camorrero antioqueño, quien desde sus inicios en política se había visto envuelto en escándalos, investigaciones y líos judiciales por cosas no precisamente santas). Se veía venir el desencuentro, primero por sus orígenes, entre el que había nacido en el seno de familia adinerada, dueños del diario El Tiempo, dueños de la opinión publicada, ésa que manejaba la opinión pública y, por el otro lado un exdirector de la Aerocivil, que tuvo serios cuestionamientos éticos y judiciales en dicho cargo, un exgobernador cuestionado por la creación de Las Convivir y lo que se derivó de ellas, hijo de un ganadero cuestionado por sus amistades y negocios y luego asesinado por los guerrilleros de La FARC.

Parece que Uribe y sus seguidores no entendieron que la “agachada de lomo” de Santos en el ministerio que Uribe le dio, era una estrategia para escalar y ganarse un espacio que políticamente no podría ni soñar, pues nunca había sido elegido popularmente en cargo alguno. No entendieron que ese “Jugador de póker” como lo llamaba la prensa, era un hombre astuto y sagaz, frío y calculador, que se había trazado como destino la presidencia y que en el fondo veía a Uribe como un advenedizo, como un gamín con estudio que había llegado a más. La distinción de cuna y crianza de Santos contrastaba fuertemente con los orígenes de Uribe y que tarde que temprano se daría el rompimiento.

La manzana de la discordia, o las manzanas, fueron los ministerios, parece que Uribe se sintió herido en su ego al ver que Santos pensaba y actuaba con independencia, que escuchaba, pero no obedecía sus órdenes. Que Santos desde un comienzo, y con decisión, marcó la diferencia y, poco a poco, mostró que el presidente era él y no su mentor. Esto desembocó en la crítica y la oposición más irracional que se haya visto en los últimos años, esta animadversión arreció cuando comenzaron los diálogos de paz con Las FARC, pues para Uribe y los sectores de ultraderecha era una apostasía contra su clase, pues creían y siguen creyendo que la guerrilla hay que acabarla con las armas, es decir exterminarlas a sangre y fuego, mientras que Santos prefirió la salida negociada y el fin por la vía política.

La izquierda colombiana se sumó al coro y fue terriblemente persistente criticando los actos del gobierno desde el Congreso y en todas y cada una de las fortuitas ocasiones que los medios de derecha le daban la oportunidad de mostrarse en cámaras o mojar titulares de prensa. A la izquierda no le importó los esfuerzos de paz y la apuesta por terminar la guerra que hacía el presidente, los izquierdistas veían la rentabilidad política de la crítica y no dieron cuartel en ningún momento, salvo contadas excepciones. Creo que la izquierda se equivocó en el enfoque critico que hizo, no marcó diferencia ni puso algunos filtros que apoyaran las cosas buenas y criticaran las malas, siempre estuvieron lanza en ristre contra todo lo que viniera del gobierno.

El resultado a la postre fue que le dieron fuerza al uribismo para seguir dominando un sector mayoritario de las masas populares, los que el Centro Democrático rindió con creces al acaparar la atención de la iglesias llamadas cristianas, que llenas de fanatismo siguen como rebaños las órdenes políticas que da su pastor, los que entre diezmo y adoctrinamiento, sumen en el más absoluto oscurantismo al pueblo, para dominarlo y ponerlo al servicio de los sectores de ultraderecha más retardatarios del país.

Lo que no se entiende a estas alturas del campeonato es la posición del CD, que sale a atajar como sea las críticas que desde ya se le hacen al gobierno que entra el siete de agosto, y cualquier meme, chiste, sarcasmo que circula en las redes es objeto de amenazas e insultos contra quienes los comparten. La pregunta es la siguiente: ¿Si en ocho años no dieron cuartel en su crítica despiadada, por qué ahora dicen que la crítica genera violencia y odio? ¿Será que son intocables? ¿Será que Colombia dejó de ser un país democrático y no se puede criticar al gobierno? ¿Será que una caricatura, un meme, una imagen modificada, una opinión jocosa y bien pensada, una frase sarcástica genera odio? Que me lo expliquen mejor, porque yo no lo entiendo así.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

@Tagoto

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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1 Comentarios


Joaquín Rodriguez 20-08-2018 08:37 PM

Son las incongruencias del grupo ultraderechista de Uribe Vélez que solo piensa en mantenerse en el poder a como dé lugar. El método no importa, solo cuenta el miedo para inutilizar a los que no estén de acuerdo.

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