Opinión

El espuelú

Arnoldo Mestre Arzuaga

29/07/2019 - 05:45

 

El espuelú
La casa maestre en la plaza Alfonso López de Valledupar

Después de un mes de vacaciones, hoy regrese a la clínica a continuar con mis ejercicios cardiovasculares. Mi llegada causó alegría entre los compañeros, enfermeras y terapistas, todos de alguna manera me manifestaban su afecto con un abrazo o una expresión efusiva en su rostro.

Mientras hacía la legalidad de las ordenes de la EPS, escuché que alguien me gritaba desde el fondo del gimnasio: “Nondo, ven, ven”. Me giré lentamente y pude darme cuenta que se trataba de mi amigo Moisés Perea. Me esperaba con los brazos abiertos invitándome a que me acercara donde él se encontraba. Después de darme un abrazo “rompe-costillas”, me dijo: “Vee nondo, ¿y tú dónde estabas? Tú sí has hecho falta aquí. Vamos a sentarnos que voy a contarte algo”.  

Hace mucho tiempo, cuando las calles de Valledupar eran destapadas, llenas de piedras y cascajos, apareció un personaje muy temido por hombres y mujeres. Se decía que quien lo veía recibía una maldición. Era un hombre alto, de ojos verdes, tez blanca y su boca estaba adornada con dientes de oro, además, vestía de una forma peculiar, botas y polainas que le llegaban arriba de las rodillas, las suelas de las botas estaban protegidas con carramplones de acero, pero lo que más llamaba la atención era unas filosas y relucientes espuelas que siempre llevaba puestas. Al caminar rozaban con el suelo lo mismo que sus carramplones de sus suelas, produciendo chispas de candela, que en las noches oscuras se veían a lo lejos. Esto causaba tanto terror en los Vallenatos, que muchos afirmaban que se trataba del mismo lucifer en persona.

Para esa época las mujeres se volvieron cachonas, muchos hombres maricas y otros vagos y borrachones, tanto las mujeres como los hombres echaban la culpa de su mal proceder al misterioso personaje. Las mujeres pilladas infraganti por sus maridos les decían que no sabían porque hacían eso, que todo empezó desde que habían visto al espuelú.

El misterioso hombre era tan terrorífico que la gente dejó de ir a las tiendas para no encontrarse con él, pero agobiadas por el hambre, las mujeres acudieron en forma masiva a las tiendas para surtir su cocina, lo que desató de nuevo la proliferación de hombres maricas, vagos, borrachos y mujeres cachonas.

Hasta el obispo monseñor Roig y Villalba intervino rezando y regando agua bendita en todas las tiendas. De esta forma el espuelú se retiró asustado a san José de Oriente, allí llegó procedente de Ocaña. En realidad, era un inofensivo hombre que escogía las tiendas donde vendían churro para mitigar sus ganas de beber.

Ahora que volvió a desatarse una lluvia de cachonas, vagos borrachones y maricas, se dice que el espuelû regresó regando su maldición por todas partes.

 

Arnoldo Mestre Arzuaga

Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga

Arnoldo Mestre Arzuaga

La narrativa de Nondo

Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

La salud en Colombia está en cuidados intensivos

La salud en Colombia está en cuidados intensivos

Ante la dolorosa noticia del fallecimiento de una guerrera de la vida, una joven con inmensas ganas de vivir, quien reclamó y denunc...

Editorial: Un gesto alentador para la Cultura del Cesar

Editorial: Un gesto alentador para la Cultura del Cesar

Después de una serie de desencuentros que no favorecieron a nadie, el acercamiento entre el nuevo gobernador del Cesar, Franco Ovall...

Los Compositores las interpretan mejor

Los Compositores las interpretan mejor

Uno de los nefastos efectos de la piratería en la música vallenata fue la sustancial disminución y casi desaparición de las mal lla...

Parangón entre el río y mi vida

Parangón entre el río y mi vida

  En la parte alta de la cordillera nace el río. Allí es pequeño, corre lento, tímido, como temeroso de ser tragado por un abismo...

Nos falta un doliente, habilidad divina de empatía

Nos falta un doliente, habilidad divina de empatía

Fechas especiales de no olvidar para un hombre son los aniversarios, cumpleaños y algún acontecimiento trágico que salga del conte...

Lo más leído

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

Los Pacabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Pueblos

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Armando Zabaleta: el fecundo compositor de “No voy a Patillal”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados