Opinión

Como res al matadero

Diógenes Armando Pino Ávila

25/10/2019 - 04:45

 

Como res al matadero

 

Esta contienda electoral, diferente a las anteriores, ha estado bastante movida y ha caldeado los ánimos de las diferentes campañas. Lo que antes se denominaba fiesta democrática, en esta oportunidad ha tenido unos ribetes melodramáticos propios de la república bananera que somos. Mientras que en otros países latinoamericanos se ha convulsionado la protesta, por medidas económicas que afectan al pueblo, aquí en nuestro platanal nos tienen mirando embobados a Venezuela con el dedo acusador de la tal “Martuchis”, infundiendo miedos y temores de un castrochavismo en bancarrota que sobreagua por la voluntad de un pueblo indomable como el bolivariano de la hermana república.

Los medios de comunicación tuercen la nuca del pueblo para que no miren a ese Chile convulso y digno que se ha puesto de pie ante el atropello del gobierno y que, a pesar de la violenta represión desatada por los carabineros, se manifiesta valiente en las calles. Los medios de comunicación tratan de manipular al pueblo para que no vea el despertar ecuatoriano ni los brotes de rebeldía en Panamá, ni el resquemor creciente que se comienza a sentir en ese gigante del sur llamado Brasil, mientras que aquí seguimos pendientes de La Merlano y del abogado Cadena defensor del ex presidente Uribe.

A nivel local las cosas andan peor, se desata la polvareda en cada pueblo y se asiste al espectáculo grotesco de compra venta, ya no de votos, todavía, sino de candidatos a alcaldía y a consejos municipales, lo vergonzoso es que compran candidatos y estos se venden a un alto costo aduciendo que la voltereta la hacen con su caudal electoral. No logro comprender que un votante, por apasionado que sea, no maneje su propia miseria de venderse y que tenga que ser vendido por alguien que se vendió a un alto precio. Si se pone dentro de este contexto, lo justo, por indigno que parezca, es que cada quien de los simpatizantes se vendieran a motu propio, pero acrecentando sus miserias y su indigno proceder prefieren ser vendidos por su candidato.

No sé en los otros municipios, pero en el nuestro prometen contrato para quinientas escobitas, de un supuesto proyecto gubernamental, en un pueblo con empresa privada de aseo, donde barren el pueblo con cuatro empleados y un camión. Pero la necesidad y el nivel escolar de nuestra gente es aprovechado para enredarlos con la promesa de salarios por barrer, nuestra humilde gente no analiza con desconfianza que de eso “tan bueno” que les ofrecen no puede ser cierto.

Andan de corregimiento en corregimiento, de caserío en caserío, de vereda en vereda, ofreciendo un plan de quinientas viviendas, lo hace una candidata desmontada en beneficio de otro candidato, se hace acompañar por un ingeniero, no sé si lo es, y el discurso que hace el tipo con un paraguas en la mano es de ofrecimiento de casas cambiadas por votos. Nuestras amas de casa, campesinas asisten atraídas por el ofrecimiento y dan a la vista de quién comprende del engaño un cuadro que produce indignación contra los timadores que embaucan a estas mujeres humildes y nobles que comprometen su voto con la esperanza de una vivienda para su familia.

Por el otro lado, encuentra uno en las redes sociales una sensibilidad a flor de piel, de algunos usuarios que se erigen como destinatarios de las opiniones que lanzan los contrarios y como respuesta, sueltan sus demonios con agresiones convertidos en una andanada de insultos que tocan hasta la intimidad familiar. En las redes, sobre todo en Facebook, se han especializado los que yo he llamado los “Salta muros” que como arañas informáticas rastrean los comentarios y estados de los contrarios para atacarlos y comunicar la jauría de lobeznos para que salgan al ataque aleve e intimidatorio contra el que en el ejercicio democrático de la libre opinión ose, según ellos, a manifestar un análisis, opinión o comentario que ellos crean ser contrario al candidato al cual ellos son proclives.

Por último, están “los asalta muros” que cuando detectan su presa contraria asaltan con perfiles falsos los muros de quienes no son de sus afectos, todo esto, sin medir consecuencias y daños morales causados, solo por el placer de hacer daño o complacer a su candidato en una labor ramplona y baja que ellos creen que es política. Con razón, leía hoy en las redes, que el nivel educativo no se mide con las pruebas del Estado, sino con la forma como votan las personas.

¡No botes tu voto!

 

Diógenes Armando Pino Ávila

@Tagoto

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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