Opinión
Catedrático: ejemplo de trabajo por horas
El trabajo por horas existe: así trabajan buena parte de los docentes universitarios y los médicos generales. Desconozco el ámbito laboral de los médicos, pero sé que los docentes de hora cátedra firman contratos de prestación de servicios por 16 semanas.
Para ilustrarlo, asumamos que la universidad le paga a $40.000 la hora y que le ofrecen tres cursos de 4 horas cada uno. Por tanto, trabajará 48 horas al mes y recibirá $1’920.000. A ese valor debemos restarle seguridad social, por lo que queda 1’660.000. Esto significa que el docente recibe $13’280.000 en los 8 meses de trabajo (recuerden que los contratos son para 16 semanas. En consecuencia, el docente contará con $1’106.666 para cada mes del año.
Se dirá que no está mal ganarse más de un millón de pesos por trabajar 48 horas al mes o no trabajar en absoluto. Pensar que sólo se trabajan las 48 horas es igual que asumir que el atleta sólo trabaja los 15 segundos que tarda en correr cien metros planos. Detrás de la competencia (detrás de la clase) hay horas de entrenamiento (de preparar clase). El otro punto es que ese sueldo estaría bien para un bachiller recién egresado, pero no para una persona que tiene maestría, publicaciones y experiencia (además de deudas y obligaciones).
Como imaginarán, ese sueldo es insuficiente para cubrir sus gastos, por lo que debe buscar trabajo en otras universidades. No son pocos los que trabajan en cuatro universidades para cubrir sus necesidades. En el ejemplo hablé de tres cursos, pero lo normal es que ofrezcan uno o dos cursos de cuatro horas. Rara vez ofrecen tres cursos y casi nunca cuatro. Hay un detalle adicional: por cada contrato deben pagar salud y pensión. Es decir, si tienen cuatro contratos, deben pagar cuatro veces la seguridad social.
Frente a este panorama cabe preguntarse: ¿los profesores sienten pertenencia por alguna universidad? ¿Un docente recuerda a sus alumnos si trabaja en cuatro lugares? ¿En qué tiempo investiga o se actualiza? Pero el asunto no termina ahí: los bancos no les conceden préstamos porque tienen contratos temporales, por lo que ni siquiera tienen posibilidad de aspirar a tener vivienda propia por una vía diferente al ahorro.
Como dijo una tuitera: “con la situación de los docentes me parece un milagro que no se hayan alzado en armas”. En este punto, me asalta una duda: ¿ése es el panorama que ofrece el decreto 1174 del 2020 para todas y todos los profesionales?
Diego Niño
@diego_ninho
Sobre el autor
Diego Niño
Palabras que piden orillas
Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.
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