Opinión
De atípico a típico: regresó el festival
De nuevo, con más bríos y en la fecha original en que lo programaron sus creadores, regresa el festival vallenato. Después del último festival atípico debido a la pandemia que nos azotaba, este festival en el que se van a batir en franca lid los reyes del acordeón, para elegir al rey de reyes, y donde se va a homenajear al extinto cantante Jorge Oñate, pinta ser uno de los mejores en su género.
Sus organizadores se esfuerzan para que este evento perdure y sea interminable en el tiempo, que las nuevas y venideras generaciones conozcan sus orígenes, y que la oralidad vaya de boca en boca para aumentar la participación de cada ciudadano y las generaciones presentes añadan nuevas anécdotas.
De nuevo nuestra ciudad se viste de gala, ya las trinitarias están florecidas y el cerro de hurtado se cubrió de verde para recibir a los visitantes. Las piloneras alistan sus polleras floridas para bailar al ritmo de los versos del “Amor-amor”, en los patios de los barrios tradicionales se escuchan ensayos y prácticas de algunos participantes, para hacer lo mejor en la tarima el día de su presentación.
El festival regresó de nuevo poniendo en jaque a sus depredadores. No habrá fallos judiciales ni expulsión de su coliseo que lo detenga, el festival es del pueblo y para el pueblo. Si algún día no tuviera lugar donde realizarse, se haría al aire libre o debajo de un frondoso árbol de mango como fueron sus inicios. Se puede cambiar de sitio por un fallo legal, pero jamás se podrán callar los acordeones y las voces estruendosas de sus cantantes espontáneos.
El festival está más vivo que nunca, ya se siente en las calles de la ciudad la bizarría de todos los que lo hacen posible: los vendedores de artesanías, los saltimbanquis y maromeros callejeros montaron su espectáculo en los semáforos y sitios concurridos. El gran público empieza a llegar, los hoteles y los hostales completaron sus reservas y muchas residencias particulares ya están arrendadas, de modo que el espectáculo está listo para ser presentado a los asistentes.
El festival regresó para bien del país y orgullo de los vallenatos. Ya los acordeones empiezan a fluir notas claras, como un manantial de aguas cristalinas e inagotables, los cajeros y guacharaqueros, están listo para acompasar con su toque, al son, al paseo, al merengue y a la puya. La gran parranda vallenata este año despide al temible covid, a la muerte y a todas sus malas influencias que lo tenían opacado.
Arnoldo Orlando Mestre Arzuaga
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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