Opinión
Entre el perdón y estrictos controles migratorios
El sistema de gobierno democrático, representativo y participativo de Colombia ha sido una de las mayores conquistas de nuestra sociedad, aunque muchas veces ha sido cuestionado por las decisiones que toman nuestros representantes en nombre de la gran mayoría de colombianos.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el gobierno de Gustavo Petro y el que preside Nicolas Maduro en Venezuela es una decisión que muchos celebran y muy pocos cuestionan. La reapertura de los pasos fronterizos, las negociaciones comerciales, la reactivación de los vuelos entre sus capitales inyectan una dosis de esperanza a una de las economías que, en el pasado, fueron las más dinámicas en la región. Es una noticia que llena de tranquilidad y expectación a los habitantes en ambos lados de la línea fronteriza.
La violencia que sacude a Colombia por más de medio siglo ha tenido nuevos protagonistas con la migración desaforada y sin control de ciudadanos venezolanos en nuestro país, sucesos como los cadáveres encontrados en bolsas plásticas en la ciudad de Bogotá, las casas de piques que muchos hablan de su existencia en ciudades como Cúcuta y que, de acuerdo a las investigaciones de las autoridades, señalan a bandas criminales conformadas por ciudadanos venezolanos que delinquen en nuestro país y que se disputan el control territorial por las rentas de las encomias ilícitas, como es el caso de la temible banda delincuencial conocida como “el tren de Aragua”.
Tras la masacre de un profesor y su familia en el municipio de Landázuri, Santander a manos de ciudadanos venezolanos, lo que desencadenó un caso de justicia propia, ya que la ciudadanía enfurecida se organizó y emprendió la búsqueda de los presuntos homicidas, encontrando y asesinando a 4 sujetos que señalaron por haber perpetrado el múltiple crimen del profesor y su familia. Este hecho de sangre nos debe llevar a la reflexión sobre la exhortación del ministro del interior de Colombia, Alfonso Prada, quien aseguró que “Colombia debe pedir perdón por la estigmatización y discriminación que han sufrido los ciudadanos venezolanos en nuestro país”.
Sería importante que el ministro Prada con argumentos en el presente, no pase por alto la historia y se dedicara por unos minutos a investigar, cómo era y cómo es el trato actual que se les da a los ciudadanos colombianos en el vecino país de Venezuela, y no sólo por el ciudadano de a pie de Venezuela. Parece obedecer a una política sistemática por las autoridades de ese país sobre nuestras mujeres, sobre nuestros hombres, en su gran mayoría labriegos, gente honrada que, con sudor, siembra esperanza y lleva pan a la mesa de los venezolanos.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela no debe fundamentarse sobre el arrodillamiento ni la “melosería”, debe ser sobre el respeto mutuo, la cooperación en materia de justicia, el fortalecimiento de las reglas y leyes en materia migratoria, la eficiencia en los trámites binacionales, a lo cual invito mediante este artículo: “pedimos perdón por la estigmatización y discriminación o controles estricto en migración y así evitar que no solo el tren de Aragua, si no todo una infraestructura criminal con tentáculos desde Venezuela es decir un gran ferrocarril de violencia arrolle la famélica justicia de nuestro país”.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor
Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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