Música y folclor

Octavio Daza: el genial inspirador del “Río Badillo”

Eddie José Dániels García

10/08/2021 - 04:55

 

Octavio Daza: el genial inspirador del “Río Badillo”
El compositor Octavio Daza Daza / Foto: créditos a su autor

 

Apenas habían transcurrido siete años de la muerte de Freddy Molina Daza en Patillal, cuando la música vallenata se vio sorprendida por otro acontecimiento parecido: el asesinato del reconocido compositor Octavio Daza Daza, el 12 de enero de 1980 en la ciudad de Barranquilla. El crimen se produjo cuando éste transitaba en un automóvil por las calles de esa populosa urbe, donde había sido invitado por un amigo incierto con la intención de realizar unas diligencias. La noticia fue desgarradora y el mundo vallenato no podía darle crédito a semejante hecho, ni lograba reponerse anímicamente para superar el desconcierto. Aun se conoció el infausto suceso, las emisoras de todas las ciudades de la Costa y de otras regiones de Colombia, en auténtica señal de duelo, dieron rienda suelta a sus canales para difundir la música del malogrado compositor. Lo mismo hicieron en sus residencias, aquellas familias que admiraban y valoraban sus canciones. Fueron muchos los que derramaron lágrimas escuchando las sensibles notas de “Nido de amor”, “Río Badillo”, “Frente a mí”, “De rodillas”, “Sanandresana” y otras bellas composiciones que hacían parte de su exquisito compendio antológico.

Los funerales se llevaron a cabo a los dos días del crimen en el cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, donde el compositor estaba residenciado con su familia hacía varios años y ejercía con mucho acierto su profesión de ingeniero civil, y, según los comentarios, éste ha sido hasta uno de los sepelios más concurridos en los últimos tiempos. El pueblo entero se volcó en masa para despedir a su compositor querido, aquel que había logrado meterse en el corazón de los colombianos, gracias a la sensibilidad y el romanticismo de sus canciones. Los grandes conjuntos, con sus insignes cantantes estuvieron presentes: Jorge Oñate cantando “Nido de amor”, Poncho Zuleta interpretando “Río Badillo”, Rafael Orozco vocalizando “De rodillas” y Diomedes Díaz, casi llorando, balbuceando, “Sanandresana”. También asistieron todos los grandes compositores de la música vallenata y las autoridades más reconocidas del folclor. Muchísimas personas de los pueblos cercanos y de otras ciudades llegaron ese día, deseosos de ver, por última vez, el catafalco con los despojos mortales del célebre compositor que en muchísimos momentos los había motivado y embriagado con los temas exquisitos de sus canciones estelares.

El nombre de Octavio Daza Daza  empezó a tener reconocimiento en el ambiente vallenato a finales de 1977, cuando Diomedes Díaz y Elberto el “Debe” López le grabaron el paseo “Frente a mí”, que fue incluido en el álbum “De frente”, el segundo trabajo discográfico lanzado por esta efímera agrupación. Desde un comienzo, la canción resultó exitosa y junto con “Me deja el avión” de Héctor Zuleta, “Mi profecía” de Diomedes Díaz y “La montañita” de Fabio Zuleta fueron los temas más aclamados. “Frente a mí” es un hermoso paseo lírico, donde el autor recurre a unas comparaciones metafóricas para significar la presencia del amor. La melodía presenta un ritmo lento que hace más sensible y llamativa la canción. La parte inicial dice: “Siento tu amor frente a mí / como el marino que regresa al puerto / como estudiante en su desespero / cuando en vacaciones a su pueblo va / llega en busca de su amor / allí lo espera su novia querida / ese anhelo tengo yo / y así te siento amor de mi vida”. Este cuadro, con toda seguridad, fue sentido por el autor y describe una situación que vive, o han vivido, todas las personas que se marchan de sus pueblos a cursar sus estudios superiores en otras ciudades.

Al año siguiente, es decir en 1978, Octavio Daza Daza se dispuso a participar en el concurso de la Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata que tendría lugar del 27 al 30 de abril. Para ello presentó el tema “Río Badillo” firmado con el seudónimo “Cantor del río”. El jurado de esta modalidad, integrado por Raúl Moncaleano, José Jorge Arregocés y Mauricio Portnoy, acertó al escoger como ganadora, entre las veinte participantes, la canción de Octavio Daza Daza. El veredicto fue respaldado y aclamado por el público, al tiempo que pidió se repitiera la interpretación. Este triunfo terminó de proclamarlo entre su gente y de prodigarle el reconocimiento de “compositor excelente” a nivel nacional. A los tres meses, la canción fue grabada por los Hermanos Zuleta y apareció en el elepé “Tierra de Cantores” que fue lanzado en julio de ese año. En el álbum, lógicamente, también figuraron otros temas que hicieron historia, como “No me guardes luto” de Armando Zabaleta Guevara, “Dios no me deja” de Leandro Díaz Duarte, “Isabel Martínez” de autor desconocido, “Emma González” de Poncho Zuleta y la canción que honró el título del long play, de Carlos Huertas Gómez.

El “Río Badillo”, es un hermoso paseo romántico-descriptivo, que con un lenguaje delicado pinta y narra el romance que mantuvo una pareja de enamorados a orillas de sus aguas. Su estructura es irregular: versos de diferentes medidas y estrofas de variados versos. Presenta una rima parcial que se distribuye regularmente para embellecer la composición. Asimismo, dos estrofas distintas sirven de coro. En el apartado inicial, se presenta la introducción: “El río Badillo fue testigo de que te quise / en sus arenas quedó el reflejo de un gran amor / de una pareja que allí vivió momentos felices / que ante sus aguas juro quererse con gran pasión”. El segundo apartado, anuncia la llegada de la noche: “De pronto llegó la noche / se ven los astros en el firmamento / mira la luna allá atrás del cerro / que nos trae su luz de amor / no tengas miedo”. Sigue el coro, con una expresión bastante romántica para lograr el deseo definitivo: “Mira el paisaje, contempla el cielo / la luz radiante de aquel lucero / oye las aguas del río / que están haciendo coro para divertirse / porque ellas se han dado cuenta / que yo sufro mucho, cuando tú estás muy triste. / Entonan las aguas, su bella canción / dicen que esta noche, llena de encantos / convida al amor”.

El tercer apartado presenta la satisfacción del pretendiente: “El río Badillo con su canto me convenció / y tú accediste sensiblemente a quedarte allí / esa es la noche que más recuerdo y veneró yo / porque apacible fuiste conmigo al decir que sí”. El cuarto apartado describe el amanecer, cómplice del romance: “Ya llegó el amanecer / cantan las aves al despertar el día / mira los rayos del astro rey / que vienen saliendo de la serranía”. Continúa el último apartado que sirve de coro, donde se recrea una posible culminación del idilio: “Oye el cantar de los campesinos, / mira un turpial haciendo su nido, / mira aquella mariposa / como juguetea a orilla del río / pero, muéstrame una cosa / que sea más hermosa que el cariño mío. / Si algún día peleamos / por cualquier motivo, / si reconciliamos, que sea a la orilla / del río Badillo”. Los últimos versos cierran, de manera circular, la argumentación textual. Y, a propósito de esta canción, se comenta, sobre todo, en Patillal, que no se conoce quien fue la mujer inspiradora de este hermoso poema, porque el autor nunca le confesó a ningún amigo o familiar, quién había sido la protagonista del romance. El secreto se lo llevó a la tumba.

Ese mismo año, 1978, Octavio Daza Daza participó en el Festival Bolivarense del Acordeón que se celebra en Arjona, un municipio situado en las cercanías de Cartagena. Presentó el tema “Nido de amor”, vocalizado por su entrañable amigo Armando Moscote, hoy también fallecido, y el autor, punteando la guitarra. Después de una competencia reñida, el jurado calificador decidió proclamar ganadora la canción de Octavio Daza. Éste fue el segundo triunfo que terminó de llevarlo, definitivamente, a la fama ese año. Enseguida, “Nido de amor” fue grabado por la nueva agrupación de Jorge Oñate y Raúl “Chiche” Martínez, y apareció en el elepé “El cambió de mi vida” que se lanzó a finales de ese año. Otros temas del álbum, que también hicieron historia, fueron: “Corazón chantajista” de Beto Murgas Peñaloza, “Amor comprado” de Armando Zabaleta Guevara, “El copete” de Rafael Escalona Martínez y “Amor gigante” de Emiro Zuleta Calderón. Sin embargo, la crítica vallenatófila, especializada en la valoración musical, no vaciló en reconocer la canción de Octavio Daza como la más sobresaliente del trabajo discográfico.

“Nido de amor” es una composición fabulosa, romántica en exceso, cargada de mucha simbología, y narrada y cantada con una exquisitez única. En ella, el autor describe un día lluvioso que impide a su novia ir al colegio. Una costumbre muy peculiar en la Costa Caribe, diferente a la idiosincrasia de los pueblos de clima frío donde llueve permanentemente y los estudiantes asisten a los colegios sin problemas. La canción se estructura en seis estrofas de siete y ocho versos desiguales con rima parcial alternada. La ubicación de los acentos que marcan el ritmo es perfecta. La introducción expresa: “Amor de mi vida no te vayas pa’l colegio / di que estás enferma y quédate un rato conmigo. / Mira pa’l cielo que se están formando negros nubarrones / y están cayendo las primeras gotas de un fuerte aguacero. / Y tú sabes que cuando llueve / nunca hay clase en el colegio”. La segunda estrofa refleja un lirismo cargado de evocación: “Al cerrar tus labios / veo cerrar tus ojos / te noto muy triste, mañana me voy / pero aquí en el alma yo me llevo / el recuerdo eterno de tus besos / donde deposité todo mi amor. / Ese amor que heredé de mis abuelos / y que en mi pecho más se engrandeció”.

La tercera entrada, que es el coro, presenta una comparación: “Mira mi amor / por muy alto que vuele y se eleve el águila / siempre regresa a su nido con precisión / por muy lejos que yo me vaya / pronto regreso a tu lado / porque tú eres mi nido de amor. / Amor que vas a perder / cuando ya estemos casados”. La siguiente estrofa expresa la inocencia de la pretendida, una colegiala: “Ahora está escampando se han mojado hasta los libros / tiemblas en mis brazos azotada por el frío / quiero fundirme en tu cuerpo de niña y brindarte el calor / tú eres muy joven llena de secretos, no sabes de amor. / Cuando te bese no tengas miedo / eso no se aprende en el colegio”. La penúltima estrofa recrea la intimidad con la descripción del paisaje: “Ya cesó la lluvia, aparece el sol / brindan los árboles que tarde bella / mira como se crece el arroyito / como corren alegres sus aguas / hacía mucho tiempo que no le llovía. / Así debe crecerse nuestro amor / ser un ejemplo de pureza vida mía”. Y continúa el coro para cerrar la interpretación: “Mira mi amor / por muy alto que vuele y se eleve el águila / siempre regresa a su nido con precisión / por muy lejos que yo me vaya / pronto regreso a tu lado / porque tú eres mi nido de amor. / Amor que vas a perder / cuando ya estemos casados”.

En 1979, ya la fama de Octavio Daza estaba consolidada. Entonces, dispuesto a ganar, decide participar en el “Primer Encuentro de Acordeones” que se realizó en San Andrés Islas en el mes de abril, y para ello presenta el tema “Bella sanandresana”, el cual cautivó la rigidez del jurado y resultó vencedor. La canción fue grabada por Diomedes Díaz y Colacho Mendoza en el álbum “Los Profesionales” que se lanzó a mediados de ese año. “Sanandresana”, como aparece en el long play, salió acompañada de otros temas fabulosos como “El profesional” y “El 9 de abril” de Diomedes Díaz, “Penas de un soldado” de Héctor Zuleta y “Yo soy el indio” de Romualdo Brito. El tema, al igual que las otras composiciones, está dedicado a una bella mujer de la Isla. La introducción es metafórica: “Luna de septiembre que siempre me acompaña / por favor decidme dónde está mi morenita. / Tú que bien conoces los secretos de esta Isla, / dime dónde está mi linda sanandresana. / La noté indecisa ya su luz no era la misma, / un poco enojadas se pusieron las estrellas, / tal vez comprendieron que si yo daba con ella, / se perdía el tesoro más hermoso de la Isla”.

 

La culminación de ese año fue aún más aclamada para Octavio Daza. La hizo con la canción “De rodillas” que grabó “El Binomio de Oro” en el álbum “Súper vallenato” lanzado en el mes de octubre. Este tema junto con “Tu dueño” de Rosendo Romero Ospino, “Confesión” de Julio Oñate Martínez, “Luz Mary” de Hernando Marín Lacouture y “Juro que te amo” de Euclides Gómez, fueron los más significativos del long play. “De rodillas” es un hermoso paseo, profundamente lírico, cargado de metáforas y otros recursos poéticos, que utiliza el autor para manifestar el gran amor que siente por una mujer, también ignorada, como la de “Río Badillo”. En una época, se dijo que esta canción era una fiel copia del español Gustavo Adolfo Bécquer, por la similitud que presenta con la Rima LXXXI de este autor. La entrada de “De rodillas” dice: “Podrá desviarse la corriente de un río, / podrá no haber más nubes en el cielo, / podrán morir muchas regiones por frío, / podrá cambiarse la costumbre de un pueblo”. Y, el poema de Bécquer reza: “Podrá nublarse el sol eternamente, / podrá secarse en un instante el mar, / podrá romperse el eje de la tierra, / como un débil cristal”. Como apreciamos, la igualdad se da en la forma anafórica de ambas estrofas, pero esto es común en poesía, y no significa que haya habido copia.

Octavio de Jesús Daza Daza nació en San Juan del Cesar, Guajira, el 15 de abril de 1948, es decir seis días después del asesinato del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán en la Capital de la República. Por eso, su madre siempre le decía que “él tenía que ser de ideas revolucionarias como las de Gaitán”. Desde muy niño vivió en Patillal, porque sus padres, Samuel Daza, ganadero y agricultor, y Palmina Daza, maestra de escuela, se trasladaron allí, por ser naturales de esta población. Aquí recreó su niñez, cursando la escuela primaria, haciendo rondas infantiles con los amigos y armando travesuras con sus primos Freddy Molina Daza y Edilberto Daza Gutiérrez. También se entretenía apreciando los encuentros parranderos que organizaba su padre, llamado cariñosamente “Chame”, con los músicos y compositores que solían visitarlo. Desde entonces pudo conocer a Rafael Escalona Martínez, José María “Chema” Guerra, Leandro Díaz Duarte, y a otros más jóvenes, como Gustavo Gutiérrez Cabello, que de vez en cuando aparecían. Y, por supuesto, fue apreciando estas reuniones festivas, donde algunos de los participantes punteaban la guitarra, que Octavio se apasionó por el aprendizaje de este instrumento.

A comienzos de los años sesenta, Octavio Daza Daza inicia los estudios de bachillerato con la ilusión de cursar más tarde una carrera profesional. Para ello se matricula en el prestigioso Colegio Nacional Loperena, donde cursa hasta el cuarto año. Deseoso de cambiar el ambiente, o por “novelería”, como afirma su hermana Emilia, se trasladó a Bucaramanga e ingresó al Colegio Cristo Rey donde obtuvo el título de bachiller. En este colegio se hizo famoso por las presentaciones musicales que realizaba en las veladas culturales. Apenas culminó el bachillerato inició la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Santo Tomás de la Capital de la República. Estando en este claustro, y con la vena musical ardiente, se decidió a fundar un conjunto con su pariente Horacio Daza, quien tocaba el acordeón. Su fama de compositor se regó en el ambiente universitario y, con frecuencia, participaban en los actos culturales del alma mater. Por esta época también ejerció la docencia en algunos colegios de bachillerato capitalinos, siempre con el deseo de conseguir algunos pesos para sobrellevar los gastos que exige la costosa y desesperante vida bogotana.

Con su título profesional a cuestas, se ubica en Valledupar donde comienza a ejercer la profesión de ingeniero civil, acompañada con la cátedra universitaria que dictaba en el Instituto Técnico del César y el tiempo que destinaba para la composición.  Aquí siente el flechazo del amor y contrae matrimonio con la socióloga María Cristina Terán en 1977. Enseguida nació su primer hijo, Adriana Cristina, y más tarde, el segundo, Octavio de Jesús, quien solo tenía dos meses largos cuando ocurrió el asesinato. En esta ciudad, sus relaciones musicales fueron creciendo y logró hacer amistad con los grandes compositores del momento: Carlos Huertas Gómez, Leandro Díaz Duarte, Armando Zabaleta Guevara, Beto Murgas Peñaloza, Santander Durán Escalona y Gustavo Gutiérrez Cabello, entre otros. Asimismo, tuvo la oportunidad de ejercer algunos cargos públicos, como Secretario de Obras Públicas de Valledupar, Director Seccional del ICCE e interventor de la obra del edificio de la Gobernación. Por esa época, también creció su fama de serenatero, pues, con sus amigos entrañables, solía irse de ronda para dedicarles algunas letras a las novias imaginarias.

Después de su asesinato, a comienzos de 1980, sus canciones inéditas fueron cristalizadas por sus amigos del alma: Jorge Oñate con Raúl “Chiche” Martínez grabaron el tema “Oye tú” que apareció en el elepé “Noche de estrellas” lanzado a mediados de ese año. También, “El Binomio de Oro” proclamó las canciones “Mi novia y mi pueblo” que figuró en el álbum “De Caché” y “Dime pajarito” del elepé “Clase aparte”, ambos de ese año. Diomedes Díaz con Colacho Mendoza grabaron el tema “La tierra tiene sed” que figuró en el long play “Tu serenata”, publicado también ese mismo año. Esta canción, en 1979, había obtenido el tercer lugar en el Festival Nacional de la Canción que se realiza en Neiva a mediados de año. Asimismo, otras agrupaciones, como Rafael Ricardo y Otto Serge y “Las Universitarias” interpretaron sus canciones. Daniel Celedón y Armando Moscote grabaron el tema “El sentido de mi vida” que gozó de mucha simpatía y admiración. Y sus letras estelares, como “Nido de amor”, “Río Badillo” y “Dime pajarito”, se llevaron el honor de ser grabadas por conjuntos y orquestas internacionales.  Claudia de Colombia, por ejemplo, hizo una versión muy peculiar del “Rio Badillo”, que mereció muchos aplausos.

Sin embargo, la desaparición repentina de Octavio Daza Daza, que acaba de cumplir 41 años, no ha sido obstáculo para que se olvide su legado musical, porque su talento artístico quedó visible en sus hermanos Julio Cesar y Emilia, ambos, compositores reconocidos en el medio vallenato. Julio Cesar tiene varias letras grabadas y Emilia, también con algunos temas grabados, ha sido finalista de la Canción Inédita en distintas ocasiones, y continúa dedicada con entusiasmo al arte de la composición.  Lo que significa que la dinastía musical de los Daza mantiene viva la impronta del cantante desaparecido. Y otros parientes cercanos, también se desempeñan con mucho acierto en el medio musical.  Además, para todos sus fanáticos y admiradores, Octavio Daza Daza no ha muerto, porque siempre que, por casualidad o por emoción ocasional, escuchemos las letras de “Río Badillo”, “Frente a mí”, “De rodillas”, “Nido de amor” o “Sanandresana”,  su imagen, su nombre y sus sentimientos estarán presentes entre nosotros. O también cuando escuchemos “Baile de animales”, la primera canción que le grabó Dolcey Gutiérrez en 1974.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

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