Opinión
La dicotomía en busca de la paz
Después de más de 50 años de guerra fratricida, violenta y cruel que ha dejado a miles de hogares colombianos una estela de muerte, dolor, desplazamiento y pobreza, se logra un acuerdo para poner fin a este conflicto, lo que los Colombianos deberíamos celebrar, porque aparentemente estamos dando un paso a la reconciliación, al perdón y a la unión de nuestra gente.
Pero paradójicamente este proceso que nos invita a soñar con la construcción de un nuevo país, nos ha llevado a la discordia, las ofensas y la polarización, por eso es usual ver en las redes sociales y en nuestro diario vivir cómo, entre hermanos, nos ultrajamos o injuriamos por nuestra posición ante la refrendación de los diálogos entre el gobierno nacional y la guerrilla de la Farc.
En este mal sano juego de insultos y agravios no se escapa nadie, ni los opositores de la refrendación, como tampoco los que la apoyan, hemos olvidado lo esencial en un debate de esta importancia y naturaleza, hemos dejado de lado lo verdaderamente importante, lo pactado, lo que está consignado en las 297 páginas del acuerdo, para dedicarnos a desacreditar a los personajes o agrupaciones políticas que están de acuerdo o no con lo pactado.
En muchos casos hemos sobredimensionado lo convenido, contribuyendo con ello, a darle alas a la esperanza y sueños de los colombianos que piensan que con esta firma, nuestro país solucionará sus grandes problemas de desigualdad, pobreza y necesidades insatisfechas, asimismo hemos llevado la discusión a plantear que con la refrendación condenaríamos al país a la hecatombe, miseria y dictadura.
Creo que son peligrosas estas posiciones, porque no veo en el horizonte que se concrete cualquiera de las dos visiones de país que se plantea, Colombia necesita grandes cambios para transformarse en un mejor país o por el contrario requeriría que la corrupción siga ganando espacios para llevarlo a su inviabilidad económica, política y social.
Los colombianos, a través de todos estos años de dificultades y penurias, hemos demostrado ser un pueblo pujante, próspero y solidario, que las diferencias y los obstáculos nos unen y potencializan nuestra capacidad para salir adelante, por eso invito a que en este momento histórico, no seamos inferiores al reto que se nos plantea, que no permitamos que nos polaricen, que decidamos el futuro de nuestro país y respetemos la posición de cada colombiano respecto a los diálogos.
No más ofensas, no más animadversión. Si de verdad consideramos que nuestras futuras generaciones merecen un país en paz, debemos construirla sin agravios, bajos el respeto y la tolerancia de las posiciones que tengamos respecto a los acuerdos y su refrendación.
Diógenes Armando Pino Sanjur
@MafranPisa
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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