Artes escénicas

El sello de Maderos Teatro: el espíritu de Voltaire, la fe de Don Quijote y la genialidad del Caribe

Johari Gautier Carmona

13/12/2021 - 05:10

 

El sello de Maderos Teatro: el espíritu de Voltaire, la fe de Don Quijote y la genialidad del Caribe
Escena de la obra Venturo y Manzanillo no andan muertos, de Maderos Teatro / Foto: PanoramaCultural.com.co

 

Una tarde del año 2011, paseándome por las aulas de Bellas Artes, en mis primeras deambulaciones por el mundo cultural de Valledupar, me topé con una clase de teatro en la que unos actores se preparaban juiciosa e invariablemente para lo que les gustaba: el arte dramático.

El profesor de aquel grupo, Deiler Díaz, dirigía el encuentro con el estilo que hoy todavía le caracteriza: un tono serio, a veces hermético y otras irónico, pero siempre teñido de apasionamiento y entrega por el teatro. En esas clases magistrales, donde el ejercicio físico colindaba fogosamente con la teoría dramatúrgica, ya se notaba un compromiso enorme reflejado en el calor que aguantaba cada actor en las salas de la Universidad Popular del Cesar, pero sobre todo en las ganas que, luego, le ponían en las giras que hacían con el grupo universitario La Carreta, para ganarse premios y reconocimientos en distintos lugares del Caribe (a pesar del relativo desconocimiento en las esferas locales).

Esa dedicación y ese amor por el arte influyeron innegablemente en mi interés por la cultura valduparense y en el deseo de lanzar poco después, en 2012, un medio como PanoramaCultural.com.co que narrara el esfuerzo y la realidad vivida desde las penumbras de la Cultura. Junto a las Artes plásticas, el Teatro era una de las expresiones que más luz emitía, una de las manifestaciones que más anhelaba –en tono humilde y abierto– un reconocimiento en ese laberinto existencial del Arte, y los actores de La Carreta eran, evidentemente, su más clara y viva voz. No había un día que pasara sin que ellos vivieran pensando en teatro. No había un fin de semana sin que el teatro no hiciera moverles el cuerpo para dar vida a un personaje lejano y misterioso de la Grecia Antigua o del clasicismo español.

En 2015, la fundación de Maderos Teatro en el centro histórico de Valledupar supuso un salto irreversible en el crecimiento de unos artistas destinados a hacer de la dramaturgia una forma de vida. Desde las entrañas de la capital del Cesar, en las calles más hermosas de una ciudad en busca de sí mismo, Deiler Díaz, Carolina Rodríguez, Clarisa Cuadros, Rafael Moreno encabezaban un colectivo que rompía los esquemas de la cultura municipal. Armados de su atrevimiento y talento, decidieron brindar lo que, hasta entonces, no se había visto en las calles de su ciudad: un espacio de arte y entretenimiento independiente, sin otros propósitos que la creación artística, y, por lo tanto, enfocada primeramente en la calidad de sus producciones e interpretaciones.

Así es como nació toda una serie de obras memorables con un trasfondo literario o folclórico, siempre ampliadas y adaptadas a la riqueza del entorno caribeño. En “El médico a palos” quedó reflejado –con un toque vallenato sabroso- el espíritu rebelde de Molière y una lectura contextualizada del estado del arte en la región. En “Flores de María”, se contaba la tragedia vivida por el juglar Juancho Polo Valencia al perder a su amor, Alicia Adorada, y, gracias a muchas otras obras, como “La farsa de gallo” o “Antigona”, así como la participación de otros grupos de actores y profesores –entre las que debe destacarse la clase magistral de Álvaro Restrepo, el pionero de la enseñanza del cuerpo en Colombia–, el colectivo Maderos Teatro logró establecer un diálogo permanente y dinámico con el público de la ciudad. El espacio Maderos Teatro, además de renovar los colores de su fachada y el interior de su patio, supo también reverdecer el concepto de entretenimiento en una ciudad centrada en las celebraciones musicales.

Así pues, tras este recorrido compartido de diez años, tras una cabalgata afortunada por los senderos azarosos de la Cultura, la invitación de Deiler Díaz a conocer la obra “Venturo y Manzanillo no andan muertos” se revistió de un simbolismo y de un guiño también entre narradores o hacedores. El tiempo de la pandemia nos había separado, como a gran parte del gremio cultural, pero el quijotismo de una obra que bebía de la realidad caribeña y colombiana, nos reunía en un espacio en donde no corre el tiempo: el de la creación.

Volver a ver los artistas de Maderos Teatro, después del temblor causado por los confinamientos y las restricciones en plena pandemia, fue algo esperanzador. Desde el principio, el nivel artístico exhibido en la obra revelaba la maduración de un proyecto teatral tan necesario como original, tan osado en las formas como elocuente en las palabras.

Nacida en plena pandemia, en el marco del programa nacional “Reactivarte”, “Venturo y manzanillo no andan muertos” narra la historia de un “leñador-poeta” instruido por un español ilustrado que huyó de un conflicto lejano en su tierra de origen (prueba innegable de que los fanatismos y las locuras colectivas acechan todos los continentes). El secuestro de su burro Nereo de los Ases, un animal al que debe tantas alegrías y buenos recuerdos, le obliga a emprender con su “escudero” Manzanillo, un viaje incierto por la geografía colombiana, que le hará toparse con la realidad de un país decimado por la violencia, entregado a la miseria y devorado por la avaricia.

Venturo es el Quijote de acento ambiguo y mirada profunda, siempre dispuesto a aportar su granito de arena para enriquecer la vida cultural de unos pueblos atrapados en el letargo y el olvido. En su periplo interminable, el leñador se enfrenta a los peores molinos, sortea las situaciones más absurdas y es, además, testigo de cómo la violencia ha detenido el tiempo. El primer pueblo que atraviesa, Villanuevas, se quedó diez años sin celebrar sus fiestas y se olvidó de la representación de la famosa “matanza del tigre” que tanto júbilo y orgullo inyecta en el tejido social. En Puente Flaco, los habitantes sobreviven milagrosamente a la falta de agua y cultivos, mientras que los encuentros con Francisco El Hombre y otros vendedores ambulantes confirman, para colmo, la idea de que “aquí manda el tío Sam”. El alma de esas tierras es el billete verde que desune y desorienta a los que la habitan.      

El idealismo de Venturo y su amor por la Cultura se afianzan a lo largo del viaje como una gran herramienta transformadora. Siempre optimista, el leñador-poeta no claudica nunca. “Tenemos el arte y la palabra”, asegura antes de lanzarse en una batalla que él mismo se inventa para quitar el mal que aqueja a las personas de un pueblo e incentivar así sus dirigentes a invertir en las gentes. Pero la realidad es cruel y cabe en una frase que Manzanillo, tan realista como siempre, le suelta en un momento de desesperación: “Cambiaron nuestra historia con fines de lucro”.

El colectivo Maderos teatro es también un “Venturo” en Valledupar y es de admirar el trabajo mágico de todos los que han hecho que esta gran obra sea posible: Deiler Díaz, Carolina Rodríguez, Rafael Moreno, Clarisa Beleño, Nolberto Campo, Luis Enrique Martínez, Yolger Alvernia Charrys, Daniela Márquez y Daniel Barrios. A todos ellos, este saludo que también es un agradecimiento. El arte está vivo y se cultiva -como la felicidad que propugna Cándido en la obra de Voltaire- en el patio de una casa del centro histórico, en la carrera séptima de Valledupar.

 

Johari Gautier Carmona

Sobre el autor

Johari Gautier Carmona

Johari Gautier Carmona

Textos caribeños

Periodista y narrador. Dirige PanoramaCultural.com.co desde su fundación en 2012.

Parisino español (del distrito XV) de herencia antillana. Barcelonés francés (del Guinardó) con fuerte ancla africana. Y, además -como si no fuera poco-: vallenato de adopción.

Escribe sobre culturas, África, viajes, medio ambiente y literatura. Todo lo que, de alguna forma, está ahí y no se deja ver… Autor de "Cuentos históricos del pueblo africano" (Ed. Almuzara, 2010), Del sueño y sus pesadillas (Atmósfera Literaria, 2015) y "El Rey del mambo" (Ed. Irreverentes, 2009). 

@JohariGautier

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