Pensamiento

12 de octubre de 2020: ¿ante un nuevo colonialismo?

Antonio Ureña García

12/10/2020 - 04:55

 

12 de octubre de 2020: ¿ante un nuevo colonialismo?

Desde hace años se viene hablando de Cuarta Revolución Industrial que, según mencionábamos en el artículo publicado en esta columna, titulado: Globalización en el siglo XXI: la nueva ruta de la seda- estaría ligada al desarrollo tecnológico que se abrirá con el despliegue del 5G.

Leyendo el título y estas primeras frases, el lector o lectora se preguntará; qué tiene que ver América en general y Latinoamérica en particular con esta revolución industrial y cómo ello supone un nuevo colonialismo. Hagamos un poco de historia: la Segunda Revolución Industrial, que comenzó en la Inglaterra en el S. XIX y supuso la implementación de la industria moderna frente a la manufactura y artesanía tradicionales -recordemos que la Primera Revolución Industrial fue la denominada Revolución Neolítica, que, entre otras muchas cosas, supuso el desarrollo de la agricultura y la ganadería–  tuvo sus inicios en la industria textil, al utilizar como materia prima el algodón; originario, sobre todo de Norteamérica y, en menor medida, de Egipto y la India. Tanto para el desarrollo de esa industria como para la Tercera Revolución Industrial, fue necesaria una importante concentración y movimiento de capitales y productos. En el artículo titulado, La globalización comenzó en Latinoamérica en el siglo XVI, señalábamos cómo la concentración de capital y los movimientos de productos a escala planetaria –si bien había comenzado en la denominada Ruta de la Seda, según explicábamos en el artículo citado  en primer lugar– se desarrolla en Latinoamérica durante la Colonia.

Pero ese flujo de capitales, con la llegada de la globalización económica del siglo XX -que corresponde con la citada Tercera Revolución Industrial- toma rumbos bien diferentes y los mismos están alejados de Latinoamérica, pasando a convertirse en una de las zonas pobres del planeta.

Como dice Benedetti en El Sur también existe:

pero aquí abajo abajo

el hambre disponible

recurre al fruto amargo

de lo que otros deciden

mientras el tiempo pasa

y pasan los desfiles.

Entonces: ¿por qué hablamos de nuevo colonialismo? Analicemos las situaciones características de la colonia y comparémoslas con las actuales. Según hemos repetido en los diferentes artículos publicados con motivo de estas fechas, colonia es símbolo de genocidio indígena. Colonia es símbolo de explotación extrema de recursos naturales. Colonia es símbolo de imposición autoritaria de gobiernos títeres que actúan a las órdenes de la metrópoli.

En enero de este año, la prensa critica de Argentina abría su edición con titulares que hablaban de Genocidio en la región de Salta, motivada por la escasez de agua potable, la pobreza estructural y la falta de acceso al sistema de salud. Algo que no es ajeno a otras muchas comunidades indígenas a lo largo del subcontinente. Como afirma el artículo enlazado anteriormente: El genocidio indígena continúa cuando el Estado abandona a las comunidades, pues el Estado no defiende los intereses de la población, si no de gobiernos o corporaciones transnacionales

Sigamos con el ejemplo del agua. Hay agua para las grandes empresas y corporaciones transnacionales pero no para las comunidades de pueblos originarios. Hay agua para regar y sembrar los cada vez mayores campos de soja de las explotaciones agroindustriales, que a su vez envenenan el agua disponible con el vertido de fertilizantes y pesticidas. Hay agua para poner en marcha grandes proyectos hidroeléctricos, que acarrean multimillonarios beneficios a grupos de inversión y empresas extranjeras, aunque los mismos supongan dejar sin agua a un elevado número de comunidades indígenas. Por citar un ejemplo: es el caso de los ríos Cahabon y Oxec, en Guatemala, que, además de afectar en el suministro de agua potable a 30.000 indígenas, está suponiendo la confiscación de tierra, así como amenazas y prisión de los líderes indígenas, que se suma a la persecución y asesinato de los lideres ambientalistas, de origen mayoritariamente indígena por toda Latinoamérica. Como señalaba el filósofo, lingüista y politólogo Noam Chomsky, a quien hacíamos referencia en un artículo sobre la resistencia indígena publicado en Panorama Cultural con motivo del 12 de octubre del año anterior: Latinoamérica es el lugar más peligroso para ser un activista medioambiental.

Además de exterminio directo, una de las causas que, tanto en tiempos de la Colonia iniciada el S. XVI como en el colonialismo actual, supuso una mortalidad importante para los pueblos originarios, es la enfermedad. En aquellos tiempos: desde la gripe a la viruela; actualmente: la pandemia del coronavirus que se extiende entre toda la población y, como siempre, los indígenas son los más afectados, porque soportan las peores condiciones de vida o salubridad y su acceso la atención sanitaria es muy limitada o incluso nula.

Si todo el continente americano está sufriendo los efectos devastadores de la pandemia, la misma está golpeando a una de las zonas más importantes de la región y del planeta, sobre la que tienen puesta sus miradas empresas de toda índole: nos referimos a la Amazonia. Solo en Brasil -según datos tomados de National Geographic- los 4.000.000 de indígenas del Amazonas suponen un 2% de la población del país, pero un 7% del total de las víctimas de la Covid-19.

Ya que hablamos de Brasil, no podemos pasar por alto el genocidio que están sufriendo las grupos sociales más débiles del país debido a la política sanitaria de Bolsonaro, y su militancia neoliberal rayana al fascismo, que pudiera tener incluso tintes de limpieza étnica. Recordemos que la población afrodescendiente se hacina en las favelas, sin asistencia médica. No es casualidad que las mismas actuaciones y puestas en escena de Bolsonaro en Brasil -con su negativa a usar la mascarilla, no respetar la distancia de seguridad, contagiarse y recuperarse heroicamente, demostrando que: “no es para tanto” y presentándose ante la población como “héroes redivivos” - hayan sido calcadas por Trump en EE.UU. Si en el país carioca, la pandemia se ha cebado con los habitantes de las favelas, en el Norte lo ha hecho con la población Latina y afrodescendiente. ¿Constituye todo ello un cúmulo de casualidades o la pandemia ha supuesto una oportunidad para deshacerse de un sector demográfico “incómodo”? Para las Ciencias Sociales, las casualidades no existen y si las causalidades. En este sentido podemos afirmar: si bien el virus no conoce de diferencias entre las clases sociales, algunos de los políticos quienes lo gestionan, sí.

Como afirma el primero de los medios citados: en pleno siglo XXI, los modos de exterminio se han sofisticado, pero todavía siguen marcando la frontera entre quienes merecen vivir o morir.

El segundo de los argumentos esgrimidos para la comparación entre los diferentes colonialismos es la sobreexplotación de los recursos naturales. Ya hemos hecho mención del uso y abuso del agua para el cultivo agroindustrial de soja. Este tipo de cultivo es igualmente responsable de una deforestación salvaje. En nuestro citado artículo sobre la “resistencia indígena”, hablábamos de los incendios en el Amazonas -que se repiten en otras partes de la región- para llevar a cabo una deforestación ilegal con objeto de generar pastos y producir soja transgénica destinada a satisfacer las demandas de la ganadería industrial. Recordemos que el 90% de la soja producida en el mundo tiene esta finalidad; recordemos también que Brasil es su primer productor mundial. Pero, como afirmábamos más arriba, no es solo la Amazonia brasileña quien está sufriendo los efectos negativos de este cultivo. En este sentido: citaremos  Argentina o Paraguay, entre otros lugares.

El último de los términos de comparación entre diferentes los diferentes colonialismos, es la imposición autoritaria de un gobierno títere que actúa siguiendo los dictados de la metrópoli para satisfacer los intereses de aquella. Citaremos aquí, el fracasado Golpe de Estado de Guaidó en Venezuela y, más recientemente, la autoproclamación de Jeanine Áñez como Presidenta de Bolivia. Las causas de estos pronunciamientos e implementación de gobiernos títere -aunque, en el caso de Venezuela, se quedara en el intento- es el mismo: existencia de recursos naturales. El país caribeño tiene petróleo, pero Bolivia tiene el depósito de litio más grande del mundo, situado bajo el Salar de Uyuni. En el artículo publicado en esta columna, titulado ¿Será la herencia colonial?, analizábamos cómo el gobierno de  Evo Morales había firmado contratos con varias empresas transnacionales que invertirían en el desarrollo local de la región, de mayoría indígena, un porcentaje de los beneficios obtenidos en la explotación de este mineral, imprescindible para la fabricación de las baterías para vehículos eléctricos. Según afirmábamos: ¿cómo consentir que sea mayoría indígena del país y no la minoría blanca quienes se vean beneficiados por tan suculento negocio?

Para finalizar este análisis sobre el colonialismo, que debe ser recordado en esta fecha del 12 de Octubre, en la que no hay nada que celebrar y mucho que reflexionar, dejamos un pregunta en el aire que remite al título del mismo: ¿es dicho colonialismo una fase nueva en la historia actual de la región o supone una la continuación de aquel que comenzó en el S.XVI y nunca ha dejado de existir?

 

Antonio Ureña García

Sobre el autor

Antonio Ureña García

Antonio Ureña García

Contrapunteo cultural

Antonio Ureña García (Madrid, España). Doctor (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación; Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como Investigador en Ciencias Sociales es especialista en Latinoamérica, región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, siendo distinguido por este motivo con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Categoría (Venezuela). En su columna “Contrapunteo Cultural” persigue hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad latinoamericanas desde una perspectiva antropológica.

2 Comentarios


Rosalba González 13-10-2020 11:25 AM

Como mexicana te puedo decir que nosotros tenemos la desgracia detener como vecino a uno de los paises más agresivos en materia política y peor aún , dirigido por un presidente inmoral . Sufrimos el Colonialismo disfrazado de buenas relaciones al tener sometido a nuestro país por acuerdos comerciales y tratados firmados hace algunas décadas. La última de todas las injusticias es tener que ceder el agua de la frontera de Chihuahua a los vecinos del norte dejando a lis campesinos en un estado de indefensión... Tan lejos de Dios y tan cerca de los EU. Felicidades por tan estupendo artículo !

Berta Lucía Estrada 12-10-2022 07:20 AM

¡Excelente artículo Antonio Ureña! La Guajira en Colombia conoce muy bien los estragos de ver cómo le roban el agua y esta tragedia también la conocen los mapuches, ya que Chile hace tiempo privatizó las fuentes de agua del sur; especialmente para beneficio de Nestlé.

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