Opinión

El delfín tiene puesto fijo

Alfonso Suárez Arias

27/11/2014 - 06:20

 

Casa de Nariño (Bogotá)

“Difícil es entender el comportamiento de familias enteras en el desarrollo de esa prosaica carrera por disfrutar el poder”.

Desde la determinación independentista como Republica y creación de sus mínimos cuadros políticos para interactuar interna y ser reconocidos internacionalmente como Estado, afloraron en sus estamentos básicos distinguidas personalidades, patricios y familias de rimbombantes apellidos, que se apropiaron del poder y lo han conservando por siglos para su beneficio dentro de la contribución al desarrollo institucional.

La democracia ha sido el mundo de crecimiento no solo de autoridad, influencia y prestigio, sino fuente de poder económico, encumbramiento social y hasta de condena  criminal conjunta, para familias como los Santos, la de Lleras, López, Pastranas, Ospina, los Valencia, Moreno Rojas, Escobar y destacadamente en  los últimos años, la de Galán, la del caudillo que después de muerto empezó a dar los dividendos monetarios que su familia anhelaba otrora y apuntalamiento para los Gaviria.

Los denominados delfines, son la esperanza del continuismo e influencia sobre las decisiones que les favorecen a sus familias, que como sanguijuelas se han adherido a la sangrante herida de los presupuestos gubernamentales, porque han heredado o recaudado el caudal político, social o electoral de sus padres y familiares y aún de otros patriarcas que propenden por competir y participar de los dividendos en la repartija de la torta burocrática.

De este contexto se infiere la llamada endogamia del sistema político, que es la interpretación de la reproducción de familias o clanes enteros sucesivamente a las elecciones concebidas en la complejidad de una maquinaria electoral, de manera que finalmente se aseguran en los cargos, contratos, nombramientos y apropiación de otros recursos públicos que les sirve  para mantener cautivo tanto los votos como el poder y perpetuar su ralea en él.

La consecuencia de éste procedimiento es, lógicamente, el empoderamiento de antivalores como la corrupción, la violencia y el mismo narcotráfico, aparte que deslealmente hace menos competitivo el acceso a postulaciones y participación pluralista de los ciudadanos ajenos a componendas, pero en ejercicio de los plenos derechos consagrados constitucionalmente.

Ahora se entiende por qué; el hijo de Gaviria logró tomarse a planeación nacional en un ejercicio ético muy cuestionable de parte de su padre, el retoño de Samper está agazapado en el vice-ministerio de justicia donde interesa y es útil a su papá, los cuñados de Petro son dueños de los principales contratos del Distrito capital, Ángela, hija de Angelino, afanosa de competir electoralmente con Eduardo, el heredero de Garzón, entre tantos casos como  la vaguedad de Martin Santos.

En todo éste ejercicio democrático, los ciudadanos miran que situaciones deseadas no se dan, como el buen servicio que proveerían ciertos herederos genéticos de ilustres personajes pasados a la historia de Colombia y cuyo aporte facilitaría cambios a la misma sociedad y relevancia al sistema, contrario de lo que plausiblemente sí se da, como las actuaciones perversas de hijos de reconocidos generadores de violencia y terrorismo, hoy posicionados en el Congreso o en la rutina social.

Solo que nuestros hijos y descendientes, no tengan que vivir  una próxima época en que la prole de Cepedas, Piedad, Márquez, Timochenko, Jojoy, Raul Reyes, Tirofijo y señalados narcoterroristas, disputen abiertamente campañas electoreras por presidencia y demás cargos públicos o reciban los más altos nombramientos como funcionarios del Estado, con los descendientes de Serpas, Lara Bonilla, Pablo Escobar, nietos de Popeye, Don Berna y de muchos parapolíticos condenados por sus execrables crímenes.

Solo los hijos de una Colombia pluralista, surgidos en el ambiente político como ejercicio propio de la participación libre y democrática darán esa ilusión de paz a ésta sociedad.

 

Alfonso Suárez Arias

@SuarezAlfonso 

 

Sobre el autor

Alfonso Suárez Arias

Alfonso Suárez Arias

Aguijón social

Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.

@SUAREZALFONSO

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