Artes plásticas
Las obras de Jorge Luis Serrano, de nuevo en Valledupar
Tras unos años de ausencia, las obras del artista Jorge Luis Serrano volvieron a exponerse en Valledupar. El espacio abierto en la Casa Luque con el motivo del Mes del Patrimonio nos ofreció una nueva perspectiva sobre su arte abstracto y su proceso de creación.
Nacido en 1966, Jorge Luis es un artista que desde muy temprano sintió una atracción por las artes plásticas. “En la escuela siempre sobresalía –nos comenta–. Me gustaba el arte y, siempre que participaba en los concursos, quedaba de primero o segundo”.
Ese gusto precoz por el dibujo se evidenció a los 6 años. En un ejercicio, la profesora pidió que los niños retrataran un objeto de la sala y Jorge Luis decidió retratarla a ella. “Era la única que me llamó la atención –expresa–, y no sé si fue los colores, pero ella se quedó muy intrigada y, al final, conseguí una muy buena nota”.
En el Loperena, ese interés fue creciendo con cada una de las evaluaciones y, sin embargo, cuando terminó su bachillerato, el deseo de emprender una carrera tradicional se apoderó de él. De repente, optó por inscribirse en una carrera de Matemáticas a la Universidad Popular de Cesar.
Esa aspiración no duró mucho. “Me vi dando clases toda mi vida de esta materia y preferí dejarla –explica Jorge Luis–. Pensé que sería aburridor. Tenía un talento totalmente opuesto”.
A partir de entonces, empezó un periodo de búsqueda que lo llevó a la Casa de la Cultura. Siempre que pasaba por ahí, veía algo llamativo. Algo inalcanzable. Era la época en que Álvaro Martínez y Walter Arland exponían. “Recuerdo que me embobaba, me acercaba para observar a los alumnos y artistas dibujando”, admite Jorge Luis.
Su decisión de estudiar Artes generó reticencias. Su familia se opuso, viendo en ese camino una pérdida de tiempo y un callejón sin salida, pero él insistió en escuchar su intuición.
En el año 84, entró a Bellas artes y se graduó con la primera promoción, después de que todos los compañeros de clase desistieran. Luego, se dejó cautivar por el grabado y se dedicó a desarrollar esa técnica. “Pensé que podía lograr algo con ella”, manifiesta el artista.
Lo cierto es que Jorge Luis Serrano se convirtió en uno de los grandes conocedores del grabado y aprovechó ciertos talleres en Cartagena, Barranquilla y Santa Marta para ganarse el puesto de profesor de esta materia en Bellas Artes.
En esa escuela duró mucho tiempo. Era la época dorada del Cesar. “Teníamos la posibilidad de ver artistas de la elite nacional –explica Jorge Luis–. Había un gran movimiento y empezaron a organizarse los primeros salones del Banco de la República”.
El artista se atrevió a participar en algunos y, poco a poco, fue recibiendo reconocimiento por ello. “Empecé a tener éxito –declara–: los curadores de fuera venían para invitarme a participar en otros proyectos”.
Su primera exposición fue en Bellas Artes y, luego, le invitaron a exponer en la Casa de la Cultura. Esa experiencia fue una de las que más le impactó porque el sitio que tanto admiraba en su juventud se abría de repente a su obra.
Más adelante, la inquietud de seguir creciendo artísticamente y descubrir una parte distinta del mundo lo invadió. Su profesora de historia del arte, Gloria Castro, le ofreció algunos contactos en España y estimuló sus aspiraciones de estudiar al extranjero.
Una beca ganada en Valledupar acabó de decidirle pero un accidente en una obra de restauración atrasó su viaje de algunos meses. Finalmente, Jorge Luis Serranos llegó a Valencia (España) a principios del 2001.
En la Universidad Politécnica de Valencia, el artista vallenato descubre un panorama totalmente distinto. “El primer día de clase sufrí un choc porque había muchísima gente –expresa Jorge Luis–. Había gente con estilos alternativos. Gente muy fashion. Me sentía demasiado serio”.
No obstante, su proceso de formación artística fue satisfactorio. Los trabajos de Jorge Luis fueron escogidos para exponerse en las mejores galerías de Valencia y esos logros le incitaron a quedarse más tiempo en España en una empresa de alta decoración donde pudo aplicar toda su creatividad artística.
Durante casi 12 años viajó por toda Europa, mientras su arte –el que ahora se expone en Valledupar–, iba madurando. “Antes de irme a España pintaba figurativo –comenta Jorge Luis–. Y cuando llegué a España, dejé de serlo. En España, la mentalidad me cambió”.
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