Artes plásticas
Joner Rojano: “Lo más importante es la pasión”
En presencia del maestro Joner Rojano, la pintura se vuelve poesía y sensibilidad. Una búsqueda del origen de la vida, un recuerdo de la infancia, en clave escrita y colorida.
En su taller de Valledupar todo respira arte. Es su refugio. El lugar donde siente la libertad, donde se encierra como un ermitaño para plasmar en un cuadro, en una hoja, el fruto de su inspiración, los más mínimos recuerdos.
Originario de Aguas Blancas (Cesar). Joner vive entre Valledupar y Bogotá alternando periodos de exposición con otros de creación. Su arte ha logrado cautivar a las altas esferas colombianas, se ha impuesto entre los círculos más selectos, con un vendaval de colores y formas que reconstruyen la naturaleza caribe.
En marzo de este año, el artista expuso su última producción en el Congreso de la República en homenaje a Omar Velásquez. Lo vendió absolutamente todo y eso también impresiona a Celso Castro (el artista que comparte con nosotros esta tertulia artística).
“Tiene una facilidad para vender”, expresa Celso con algo de admiración. Ambos se aprecian como creadores, reconocen la excelencia de un arte con carácter propio y el esfuerzo de búsqueda que hay detrás de cada línea.
El encontrarse juntos les permite hablar con más facilidad sobre el proceso de creación, sobre las experiencias que atraviesa un artista plástico, y así dejarse llevar por el instante.
Con entusiasmo, Joner elabora una tabla colorida donde colgar algunas de sus obras (como un auto-retrato) y así dar rienda suelta a nuestra conversación.
El recuerdo de su exposición “Los sonidos del color” en 2011 nos sumerge en la experiencia del artista, su percepción de las formas y las herramientas. “Todas las líneas tienen un sonido porque tienen vibraciones”, explica Joner con una sonrisa.
Su obra es como “un mundo enorme que representa a un mundo pequeño”. Así lo describe él. Es como una lupa o un microscopio que permite acceder a lugares inaccesibles o aparentemente conocidos.
Frente a una de sus recientes obras, Joner reflexiona sobre la creatividad. Según él, está en todas partes. Es algo latente que sólo necesita activación. Un buen vino, una conversación o una mujer pueden ser los detonantes.
“Lo más importante es la pasión”, admite el pintor y, al decirlo, libera un gesto de convicción. Rojano es la viva representación del apasionamiento y de la expresividad. Además de artista plástico, es también un poeta que busca en las palabras el sentido a su obra.
La Musa también ocupa, para él, un lugar destacado en el proceso de creación. En ella busca la sensualidad, un “qué sé yo” diferente. Una fuente de emociones que lo llevan al límite de los sentidos y del intelecto.
“La relación que se establece con la musa es como una investigación –manifiesta Joner–: La musa se entrega al pintor para conocer su arte mientras que el artista quiere descubrir algo en ella que quede reflejado en sus obras”.
Lleva quince años viviendo entre Bogotá y Valledupar. Estos viajes le han dado muchas satisfacciones artísticas pero, ahora, Joner quisiera conocer algo nuevo: América del Norte o Europa. “Estoy en un momento en que quiero salir”.
De Valledupar, el pintor destaca los progresos de las últimas semanas. El homenaje a Germán Piedrahita en el centro comercial Guatapurí le pareció novedoso y necesario porque sentía que el arte volvía a ser un centro de atención. “Fue como llevar el arte a las salas de consumo”, comenta con efusión.
No obstante, subrayó las grandes necesidades de la capital del Cesar, la falta de estímulos y de museos dedicados al arte. Él no se queda a la espera y ya está creando en su pueblo, Aguas Blancas, un museo que llevará su nombre.
Así pues, en breve tendremos la posibilidad de verlo permanentemente en este departamento.
Johari Gautier Carmona
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