Opinión
Una ciudad para las letras y el arte
El pasado domingo 27 concluyó la octava edición colombiana del Hay Festival Cartagena de Indias. Este evento, quizá el festival literario más importante del mundo, se celebró por primera vez en 1987 en la localidad galesa de Hay-on-Wye (Reino Unido), de donde toma su nombre. Bill Clinton lo señaló como “The Woodstock of the mind” (El Woodstock de la mente).
Otras versiones se realizan anualmente en distintas ciudades del mundo desde 1996, pero el de Cartagena es uno de los más llamativos por la singularidad de la ciudad y los escenarios en que se desarrolla; además -diría yo- por el evidente contraste entre sus espectadores: el “Hay” convoca un público de alto estrato muchas veces snob y frívolo, pero también personas sin otra distinción que su elevado nivel cultural y su gusto por la Literatura. Éstos últimos son los que, sin lugar a dudas, disfrutan más del festival.
El nombre en inglés define todavía mejor su naturaleza “Hay Festival of Literature and Arts”, porque si bien la mayoría de invitados son literatos, algunos de rutilante trayectoria, como las figuras centrales del evento este año, Herta Müller y Mario Vargas Llosa, ambos galardonados con el premio Nobel, también filósofos, personajes de la música y el cine, pintores, escultores, investigadores y gestores culturales, acuden a esta cita que invita a “imaginar el mundo tal y como es y proyectar la imagen de cómo podría ser”.
Con esa consigna, precisamente, se realizó la versión de este año, señalando que Colombia tiene “tal relevancia histórica y cultural que desde su ciudad amurallada se imagina el mundo”. En mi humilde opinión, que Colombia ha sido un país relevante por su historia tiene sus bemoles. La historia patria no ha sido muy distinta de las de los demás países de Sudamérica en muchos aspectos, sólo si se tiene en cuenta que posee uno de los conflictos armados internos más largos del continente.
En lo cultural la cosa cambia un poco. Es verdad que somos un país diverso étnica y culturalmente, pero apenas estamos haciendo pinitos en cuanto a la valoración de esa misma cultura se refiere. Si alguna vez se llamó a Bogotá, la “Atenas” suramericana, fue por el marcado regionalismo de los cachacos y por un europeizado sentido de la cultura. Pero Bogotá no es Colombia, y da pena asomarse al concierto mundial con una población en la que más del 60% de la misma no tiene hábito de lectura.
Obviamente esta realidad no es culpa directa de sus habitantes -aunque bien lo merecen por elegir a ciertas fichas-, pero en un país donde la educación apenas empieza a dejar de ser un lujo, “imaginar el mundo” sigue teniendo un tinte romántico para los miles de niños del Chocó, sólo por dar un ejemplo, que no saben leer ni escribir en la edad en que un niño de la Capital está en quinto de primaria y sabe emplear un computador.
En Cartagena, sin embargo, cabe exaltar que el Hay -aunque este año se sintió de manera generalizada el encarecimiento de los costos de ingreso a cada evento- contribuye a que la cultura, la literatura y los artistas lleguen a sectores menos favorecidos de manera gratuita. No sólo otorga un porcentaje del aforo a estudiantes universitarios previa inscripción, sino que ha ideado el Hay Festivalito como estrategia para que los niños entre tres y doce años aprendan ejercicios de escritura a partir de la lectura, y a narrar a partir de imágenes, dirigidos por los mismos invitados que el resto de los asistentes paga por ver.
La mayor novedad de este año fue la aplicación del Hay Joven, que busca propiciar encuentros entre jóvenes estudiantes y escritores internacionales. Por otra parte, gracias a alianzas estratégicas con distintas entidades públicas y privadas, Hay Festival llevó exposiciones fotográficas y conversatorios de distinta temática a ciudades como Bogotá, Medellín y Riohacha; una de las más aplaudidas: Hay Verde, que consiste en una serie de charlas sobre medio ambiente y sostenibilidad.
Finalmente, este año se hizo amplia divulgación de Hay 25. Un proyecto online que celebra los veinticinco años del Hay en su ciudad de origen y que busca crear una biblioteca virtual de ideas y opiniones recogidas en los distintos eventos organizados por el Hay Festival en todo el mundo. Como quien dice, una vasta red de saberes sustentada en la genialidad de los más aclamados intelectuales de nuestro tiempo.
Mientras todo esto acontecía, bares, cafés, librerías, tiendas de revistas, incluso esquinas y parques de La heroica, bullían con una alucinada multitud de turistas y visitantes que, junto a propios, se dejaban fascinar por el encanto de Cartagena, la de Indias, embebida en un ambiente de gran fiesta literaria.
Armando Arzuaga Murgas
Sobre el autor
Armando Arzuaga Murgas
Golpe de ariete
San Diego de las Flores (Cesar). Poeta, investigador, gestor y agente cultural. Profesional en Lingüística y Literatura por la Universidad de Cartagena. Formador en escritura creativa. Premio Departamental de Cuento 2010. Miembro del Café Literario de San Diego. Coordinador del Centro Municipal de Memoria de San Diego-CEMSA. Integrante de la Fundación Amigos del Viejo Valle de Upar-AVIVA. Colaborador habitual de varios medios impresos y virtuales.
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